La espiral de violencia que derivó en el crimen de Juliana en Neuquén

La joven fue asesinada hace un año en Villa Ceferino y se realiza el juicio contra los tres imputados. La zona es de alta conflictividad desde hace 15 años por lo menos, y el Estado no ha sabido encontrar las herramientas para llevar tranquilidad.

Después de una semana de audiencias en las que declararon 26 testigos, la fiscalía de Homicidios parece confiada en haber demostrado su teoría del caso sobre el asesinato de Juliana Palma, la joven de 20 años madre de un niño de 4 que murió atacada a balazos en Villa Ceferino, Neuquén. En esa misma agresión resultó herido de gravedad su pareja, Santiago Martínez (22). Hoy empezarán a comparecer los testigos de las defensas, y para el jueves están previstos los alegatos.

El ataque ocurrió en el contexto de un enfrentamiento entre dos familias que lleva 15 años, según se dijo en el juicio: los Martínez, conocidos como «Los Hueveros», y los García, alias «Los Poca» o «Poka».

Nadie informó basado en datos concretos sobre los motivos de la controversia entre ambos grupos. A las dos familias se les atribuye la venta de droga minorista, pero los policías que declararon en las audiencias no hicieron aportes sobre puntos de expendio, ni ruta del dinero ni mucho menos proveedores mayoristas. Como si no tuvieran diagnosticado un fenómeno que lleva tres lustros.

Ante la evidente incapacidad de la policía para apaciguar el fenómeno, tampoco hay indicios de que hayan intervenido otras reparticiones del Estado. Es evidente que la conflictividad debe ser abordada con otras herramientas; si se lo hizo, no están a la vista los resultados.

El primer ataque del domingo


Los integrantes de ambas facciones -ni siquiera está claro si llegan a la categoría de bandas- suelen atacarse a balazos las viviendas a diferentes horas del día.

Al parecer eso sucedió el domingo 19 de diciembre del 2021 a las 3 de la mañana: desde una moto dispararon contra la casa de la madre de Gonzalo «Gonzalito» Monsalve, uno de los imputados en el homicidio de Juliana y aliado del Poca García.

A esa hora supuestamente Gonzalito estaba en otra punta de la ciudad, en una fiesta de egresados. Su madre lo llamó por teléfono a través de terceras personas. Un testigo que estaba con él dijo: «nos reputeó, porque mientras nosotros estábamos de joda a ella casi la matan».

¿Una revancha?


Los autores del ataque nunca fueron descubiertos. Se interpretó -o se supo, pero no de denunció- como una revancha por lo sucedido una semana antes en la cancha de fútbol de Villa Ceferino. Allí estaban Juliana Palma, Santiago Martínez y su bebé cuando fueron atacados a tiros por allegados a los Poca.

«Le largué como cinco (disparos), se salvó el gil (por Santiago), creo que de las cinco una le rozó boludo, se están salvando amigo, pero cuando los enganchemos los vamos a partir», se escucha decir a uno de los agresores en un audio de whastsapp reproducido en el juicio.

Juliana y su bebé se salvaron de morir ese día en la cancha. Ella se escribía con Gonzalito vía Facebook porque se conocían de haber compartido la primaria juntos en la escuela Silvia Roggetti. Le mandó un mensaje: «van a terminar matando a un inocente».

El «lavadero»


Volvamos al 19 de diciembre a la madrugada. Una hora después del ataque contra la vivienda de la madre de Gonzalito vino la réplica: desde una moto dispararon contra un inmueble conocido como «El Lavadero», donde solían juntarse los Martínez y sus allegados. Llegó la policía y demoró a algunas personas que estaban allí bebiendo cerveza y también a los presuntos agresores.

Se aproximaba un nervioso amanecer. Muchos jóvenes, pertenecientes a uno y otro sector, andaban por acá y por allá en el barrio, observando los movimientos.

Juliana y Santiago, quienes serían las víctimas, supuestamente recién llegaban del casino y miraban televisión en su casa ajenos a todo. Cristian Emanuel García Lillo, otro de los imputados, asegura que estaba en un cumpleaños. Y el tercer involucrado, Joaquín Ezequiel Vilches Ojeda, alias Castor, daba vueltas en un auto ajeno.

García Lillo está casado con una hermana de Vilches, pero le dice «hijo», y él lo llama «papá». Vilches es el único que admite haber estado en el lugar del crimen, pero afirma que lo acompañaban otras dos personas. Ya está casi demostrado que miente.

El ataque mortal


A las 7 de la mañana, Juliana y Santiago estaban fumando un cigarrillo en la vereda de la casa de los Martínez, en Pedro Moreno y Rawson. Desde un Ford Focus gris que pasó a marcha lenta, y con al menos dos armas, les dispararon siete veces.

Ella recibió tres proyectiles; el mortal le atravesó el cuello de izquierda a derecha. Alcanzó a caminar unos pasos, cruzó la calle y cayó en la vereda de enfrente. A Santiago un plomo le impactó en el abdomen, su vida corrió riesgo pero lo salvaron en el hospital.

El primer dato


El ataque provocó una enorme conmoción en el barrio. La madre de Juliana estaba aún abrazada al cuerpo de su hija cuando un menor de edad se acercó y le dijo: «fueron el Poca, el Gonzalito y el Castor».

Lo ratificó en una declaración horas después, pero con el paso del tiempo se desdijo. Fue uno de los que cambió su declaración por aprietes, temor o interés.

Hubo otros que mantuvieron siempre la versión original sobre los autores, y pagaron el precio. Por ejemplo un testigo que incriminó a los tres acusados recibió un disparo en la pierna. Una cámara registró el ataque, según la policía el tirador es el hijo de uno de los imputados.

La muerte de Juliana está parcialmente filmada. La cámara de una obra en construcción registró el paso del Focus gris, y se alcanza a observar al menos la vestimenta del conductor.

También se distingue una silueta que cruza la calle a pie y cae.


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