Crimen de Juliana en Neuquén: denuncia de compra de testigos en una audiencia escandalosa
La joven de 20 años madre de un niño de 3 murió asesinada a balazos en la puerta de su casa. Le dispararon desde un vehículo en movimiento. De los tres detenidos, uno solo admitió que estuvo en el lugar del hecho.
Tiroteos. Denuncias de aprietes, de amenazas, de allanamientos ilegales. De ocultamiento de pruebas. De compra de testigos. Confesiones sospechosas en las que se autoincriminan menores de edad. Dudas de la fiscalía sobre la enfermedad de uno de los defensores. Queja de los jueces por el «infantilismo» de los abogados.
Así de escandaloso fue el primer día del juicio (o el segundo, según quién lo cuente) por el homicidio de Paola Juliana Palma, de 20 años, con un hijo de 3, atacada a balazos en la vereda de su domicilio en Villa Ceferino. Su pareja Santiago Martínez (22) recibió un disparo y sobrevivió.
Detrás del crimen hay un denso entramado que incluye antiguas enemistades entre familias, disputas territoriales entre pequeñas bandas sospechadas de vender droga al menudeo, y hasta retazos de la interna del gremio de la construcción Uocra.
Los imputados por la fiscal Eugenia Titanti son Cristian Emanuel García Lillo, alias Poca o Poka; Gonzalo Daniel Monsalve, alias Gonzalito, y Joaquín Ezequiel Vilches Ojeda, alias Castor. Sólo este último reconoce que estuvo en el lugar y en el momento del hecho, pero niega la autoría del crimen.
Cruces entre defensa y fiscalía
El juicio debió comenzar el pasado miércoles 7, pero se suspendió porque uno de los codefensores de García Lillo, Alfredo Cury, presentó un certificado médico. La fiscal Titanti abrió una investigación y citó al facultativo firmante para interrogarlo y verificar la veracidad del malestar del abogado.
En la audiencia de ayer lunes Cury explotó por esa investigación, y además denunció que le tenían intervenido el teléfono. Junto con el codefensor Marcelo Muñoz acusaron a la fiscal y a la policía de presionar e intimidar a todos los testigos de la defensa. Muñoz, un exjuez destituido por chocar y abandonar a una pareja, llamó a Titanti «denunciadora serial de abogados, en el Colegio ya la conocen».
Para colmo la audiencia empezó tarde porque se le superpuso en la agenda a la fiscal, quien además abandonó la sala dos horas por otro compromiso. Sólo estuvo ausente durante los alegatos de apertura de las defensas.
Raras confesiones
Los defensores aprovecharon que sólo estaba el asistente letrado Bruno Miciullo para pedir que se cite a declarar fuera de lo previsto para el día «a un menor de edad que va a confesar». Y «confesó», pero dejó muchas dudas.
Hay otro testigo que se autoincriminó en un video que está en poder de las defensas, pero dicen que fue a cambio de 200.000 pesos.
El juez Richard Trincheri, presidente del Tribunal que también integran Maximiliano Bagnat y Juan Eulogio, debió encarrilar más de una vez el debate debido al fragor que le pusieron las defensas. También intervienen Laura Plaza y Facundo Trova (por Vilches) y Sebastián Perazzoli (por Monsalve).
Cury prometió: «El tribunal va a llevar un juicio fuera de lo normal de lo que ha sido toda su carrera». Tiene hasta el 22 de diciembre y una lista de casi 80 testigos para cumplir semejante profecía.
Los hechos, según la fiscalía
De acuerdo con la acusación de Titanti, el hecho ocurrió el domingo 19 de diciembre de 2021 a las 7 de la mañana en la esquina de Pedro Moreno y Rawson de Villa Ceferino, a pocas cuadras del cementerio del barrio Progreso.
Allí está la vivienda de Juliana y su pareja Santiago, que pertenece a la familia Martínez, conocida en la zona como «Los Hueveros».
Según la teoría fiscal, el Poca o Poka García Lillo, con Monsalve y Vilches, circulaban en un Ford Focus gris y los vieron en la vereda. Les dispararon por lo menos cinco veces con dos armas, una de ellas calibre 38.
La joven recibió un impacto en el cuello que le causó la muerte, otro en el abdomen y el tercero en el muslo. Su pareja fue alcanzado por un balazo que le perforó el intestino delgado, y sobrevivió.
En una declaración testimonial que los defensores cuestionan, señaló a los tres imputados como autores de la agresión. Otros testigos, dice la fiscalía, corroboran esta versión.
El factor Uocra
En la primera audiencia los tres acusados hicieron su descargo. García Lillo dijo que estaba en un cumpleaños en la otra punta de la ciudad. Se describió como un obrero de la Uocra en Centenario, y aclaró que «los querellantes lo saben, porque son abogados de la parte contraria a la que yo trabajo». Se refirió a quienes representan a la madre de Juliana y a los Martínez.
Añadió que vive en el barrio Z1 de Neuquén, y que abandonó Villa Ceferino después de que uno de los Martínez «le puso tres tiros a mi papá un 31, en las fiestas».
Monsalve también afirmó que al momento del hecho estaba en una salón lejos del lugar, y dijo que hay fotos y videos que lo demuestran.
Sí, pero con otros
Vilches Ojeda, en cambio, admitió que participó del hecho pero aseguró que lo acompañaban otras personas: un adolescente de 16 años y otro joven apodado «Marciano».
También dijo que tiene escondida el arma que utilizó esa madrugada, y que está dispuesta a entregarla.
Otro dato extraño que aportó es que «mi papá y yo usábamos el mismo teléfono, que era del gremio, nos lo había dado nuestro jefe Ernesto Riffo». No lo aclaró, pero el nombre coincide con el delegado de la Uocra en Centenario, donde también trabajaba García Lillo.
Señaló que el adolescente manejaba el auto porque él estaba muy ebrio, y cuando se cruzaron con Santiago Martínez lo vio sacar una 9 milímetros que ya conocía «porque me había mandado fotos amenazando a mi novia».
«El Marciano ya estaba bajando el vidrio -relató-, yo con un 357 que tiene ranuras para expandir el sonido, disparo y lo quemo en la mano» (a su amigo). El auto aceleró para alejarse del lugar; Vilches miró hacia atrás «y ví que Santiago se estaba cayendo y Juliana lo estaba mirando. Entonces el Marciano saca la mitad del cuerpo y lanza dos disparos más».
Qué dijo el adolescente
El adolescente de 16 años fue el primer testigo del juicio, y su versión no encaja con la de Vilches en muchos aspectos. También se contradice con su propia declaración de abril pasado en la fiscalía, cuando lo interrogaron como sospechoso asesorado por Laura Plaza, quien ayer lo presentó como testigo. Ni se acopla con lo que le contó a su padre, quien prestó testimonial en marzo y también este lunes.
En lo sustancial, ayer declaró que el único que disparó fue el Marciano, pero a su padre le había contado que Vilches también tiró. Y el propio Vilches reconoce haberlo hecho.
Tampoco coincide su relato respecto de lo que hicieron antes y después del tiroteo.
El adolescente y su padre residen en el barrio Z1, a pocos metros de la casa de García Lillo. Ambos dijeron que lo conocían poco. El padre negó incluso que el imputado viva en el Z1: «ese sector es Cuenca XV», afirmó, desmintiendo al propio García Lillo.
Familiares y allegados a las víctimas y a los imputados se acusan mutuamente de amenazas, intimidaciones y ataques con armas de fuego ocurridos hasta horas antes del inicio del juicio.
Insólitamente, la Policía de Neuquén es incapaz de controlar ese pequeño territorio. O quizá sí lo hace, a su manera. Nadie lo está investigando.
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