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Lesa humanidad: declaró Oscar Massei y aseguró que el juez y el fiscal sabían lo que pasaba en la dictadura

El juicio por la cobertura judicial de los crímenes de la dictadura se reanudará en febrero. Habrá una inspección ocular. Ayer, el ex titular del TSJ neuquino dijo que los imputados sabían de los operativos y su rol fue “no hacer nada”.

La declaración de Oscar Massei en el Tribunal Federal fue una catarata de datos, anécdotas, detalles e información sobre los primeros años de la dictadura en Neuquén. “En el juzgado federal no atendían a la gente, ni el juez, ni el fiscal”, aseguró.

Luego de que representó a 25 docentes y no docentes exonerados de la Universidad Nacional del Comahue, Massei fue citado a comparecer durante seis meses ante la Federal. El amedrentamiento se debía también a que había sido asesor de los diputados del Frejuli que, después del 24 de marzo, estaban desaparecidos, detenidos o en el exilio.

El ex juez del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) vivía en Provincias Unidas en 1971. En la madrugada del golpe militar, asistió a Eduardo Buamscha (uno de los integrantes del bloque del Frejuli) cuando salió escapando por los patios traseros de la casa de Carlos Arias (otro de los diputados e hijo del juez federal del mismo nombre) cuando una patota dirigida por Raúl Guglielminetti destrozó la casa buscando a los diputados.

“Está el Ejército, enfrente”, le dijo su esposa a Massei.

Describió que era joven y había muy pocos abogados litigantes en Neuquén. Y que en el juzgado federal, que era multifueros, se encontraban todos.

Massei señaló que tanto Pedro Duarte -designado juez federal en junio de 1976- como el exfiscal Pedro Ortiz “no pueden haber desconocido nada, tenían contacto directo con el Ejército y las fuerzas federales”. Luego, en declaraciones periodísticas, reafirmó que “lo ocurrido a partir del 24 de marzo, era público y notorio. Todo pasaba por las fuerzas armadas, a las cuales ellos respondían”, dijo.

Hablaba de los secuestros de los grupos de tarea, seguidos de desapariciones, y el peregrinar de las familias con habeas corpus o consultas en el juzgado, comisarías y cuarteles en busca de sus familiares.
En la sala, criticó fuertemente el accionar de Ortiz. Lo calificó de un secretario ausente en el juzgado y afirmó que conservó la misma característica cuando, tras el golpe de Estado, lo nombraron fiscal. “Era horrible como funcionario”, calificó.

“Es imposible que desconozcan lo que estaba pasando”, insistió Massei en tanto aseguró que los familiares iban desesperados para conocer dónde estaban sus hijos, a pedir ayuda a la justicia y los funcionarios “mandaban al frente al personal” a atender, porque “Ortiz nunca daba la cara”.
Dijo que era en el juzgado federal donde veía a Noemí Labrune.

Antes, la había conocido por el sacerdote Pascual Rodríguez (el cura de El Chocón) porque Massei era abogado de la Uocra , de Supeh y del sindicato de la fruta entre otros gremios, describió.

Agregó que conoció a Duarte cuando asumió en el juzgado federal. Por información que le dio la jueza subrogante, Beatriz Cozzi de Cerazo (luego de que la triple A pusiera una bomba en contra del juez federal Carlos Arias), los funcionarios designados en el federal de Neuquén “fueron hombres puestos por la dictadura, los designaron para responder a la dictadura”.

Inspección ocular

27/03
irá el tribunal a la sede del juzgado federal de 1976, a la ex U9 y al lugar donde funcionó “La Ecuelita”.

Agregó que luego comprobó que “respondían al mandato, la línea venía de Bahía Blanca: dejaron de actuar en todos los casos, no actuaron”, calificó. Enfáticamente responsabilizó a Guglielminetti como quien hacía inteligencia, con carnet de periodista de LU5 y de Sur Argentino. “Se metía en todos lados, andaba dando vueltas en el bloque. Siempre le teníamos temor, porque nunca se sabía qué podía pasar.

Antes de que Massei trazara el panorama del juzgado federal y de las persecuciones a partir del golpe, declaró Natalia Schedan, hija de Carlos Schedan, trabajador de Hidronor en El Chocón en 1976. Schedan dejó el ERP y se refugió en Neuquén cuando comenzó a operar la triple A.

Ella tenía 18 meses cuando la secuestraron junto con su madre, Virginia Recchia. A Schedan lo detuvieron cuando fue a la delegación de la Federal a preguntar por ellas. Natalia fue criada por su abuela y, cuando tenía más de 4 años, su madre fue liberada de las cárceles de la dictadura.

Supo que el expediente de la desaparición de su papá llegó hasta la Corte Suprema, pero no tomó contacto con esa causa ni con los sobrevivientes que vieron a su padre en el centro clandestino de Bahía Blanca o con las mujeres que conocieron a Recchia en las cárceles de la dictadura.

Recchia, víctima de las torturas y de la violencia sexual en las cárceles y centros clandestinos, nunca pudo declarar en los juicios “Escuelita”.


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