La Justicia dijo que a Micaela Bravo la mató la madre de su novio
El tribunal conformado por Marcos Burgos, Sergio Pichetto y Víctor Gangarrosa consideró acreditada la participación de Angélica Paine como autora del homicidio simple de la joven barilochense el 23 de marzo del 2016.
“Todo indica a Angélica Paine como autora del crimen. Del análisis de las pruebas traídas a juicio, entendemos que ha quedado acreditada la participación de Paine como autora del crimen. El tribunal la declara autora responsable por homicidio simple”, planteó el juez Marcos Burgos, cuando el reloj marcó las 13.14.
La madre de Micaela Bravo, Teresa Bravo, no contuvo el llanto y se estrechó en un abrazo con la fiscal jefe Betiana Cendón durante varios minutos.
La lectura de la sentencia se retrasó más de 30 minutos. Paine siguió atenta a toda la argumentación, como lo hizo durante el juicio: inmutable.
“Resulta evidente que Micaela fue ultimada el 23 de marzo al salir del jardín. Su cuerpo fue hallado días después. Se corroboró también a criterio del Tribunal que el deceso fue producto de un accionar violento por arma blanca que le provocó la muerte. Paine tenía motivos suficientes y lo había expresado públicamente”, leyó Burgos.
Paine es la madre de Carlos Colipi, quien había iniciado una relación con Micaela. La mujer estaba en desacuerdo porque Micaela se había separado de su esposo Patricio Vargas y tenía 3 hijos. Además, la víctima era mayor que Colipi.
Los jueces consideraron que a lo largo del juicio, “hubo información heterogénea”. Plantearon que “los exámenes directos permiten determinar el lapso en que Angélica Paine y Micaela Bravo confluyeron en una misma zona geográfica”. Plantearon que los testimonios fueron contundentes respecto de dónde se produjo el encuentro en inmediaciones del Jardín Mundo Nuevo.
En relación al 23 de marzo, el día en que desapareció la joven, los jueces resaltaron que “se pudo comprobar que ese día se cruzaron. A las 13.45, Angélica estaba en el jardín y se encontró con su exnuera. La acusada tocó el hombro de Micaela y salieron juntas del lugar. Eso fue presenciado por dos testigos”.
Destacaron que es “prueba suficiente” que Micaela y Paine fueron vistas en la zona donde se cometió el hecho y dentro de la franja horaria mencionada. “La víctima y la acusada coincidieron en el mismo tiempo y lugar, momentos previos a a su desaparición en esa zona. Esta premisa no es controvertida por las partes”, manifestaron.
Se mencionaron los informes de la Oficina de Investigaciones en Telecomunicaciones (OITEL) según los cuales la última comunicación de la línea de Micaela fue con el teléfono de Patricio Vargas, el padre de sus hijos. Fue a las 12.39 del 23 de marzo y duró poco más de un minuto. Después el celular se apagó.
También añadieron que según las pericias, el lugar del hallazgo del cuerpo no fue donde se cometió el hecho.
“¿Cuál fue el móvil? -se preguntaron los jueces-. Una cuestión controvertida: la motivación de Angélica basada en su disconformidad por la relación de su hijo”. Pusieron como ejemplo los testimonios de testigos que ratificaron que todas las noches, oían discutir a la acusada con su hijo por su relación con Micaela.
“El mismo Vargas dijo que que le había advertido a Micaela que tendría problemas con Paine, que no se metiera con ella porque era jodida. La madre dijo que su hija tenía temor a la acusada. El posible móvil ha sido suficientemente demostrado y consideramos verificado”, dijo.
También se refirieron a la causa de la muerte. Un médico forense detalló las condiciones en que se encontró el cuerpo, “sin la parte posterior” y con una herida de 2 centímetros, “compatible con un arma blanca”. “No fue posible determinar la profundidad por la ausencia de vísceras. Las pruebas permiten sostener que Micaela murió por una causa violenta compatible con uso de arma blanca”, añadió Burgos.
Se refirió al allanamiento llevado a cabo en el domicilio de Paine el 17 de abril del 2018, en el que se secuestró un nailon, un carro con ruedas, una estructura de hierro, una bota y un cuchillo. Se tomaron dos muestras de sustancias encontradas en el pantalón de la víctima y se las comparó con los elementos secuestrados en el allanamiento. Un estudio con luces “determinó fluorescencia anaranjada en el nailon y en la comida del conejo que llamó la atención por su elevada intensidad. Las manchas del pantalón de Micaela presentaban esas características”.
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