Intento de femicidio en Neuquén: «en este país sí se escucha a las mujeres y sí se las respeta»

Lo dijo la fiscal María Eugenia Titanti en el alegato en el que pidió que un hombre, que atacó a puñaladas en la calle a su expareja, sea condenado. La defensora Verónica Zingoni insistió en una calificación menos gravosa.

El acusado tiene 56 años y el martes próximo conocerá el veredicto. Foto Matías Subat.

La fiscal María Eugenia Titanti estaba por culminar su alegato de cierre en el juicio por el intento de femicidio de Odra María González Trías, una mujer que recibió en la calle 16 puñaladas de su expareja, José Gregorio Montaño. Alternaba la mirada entre el tribunal, a su izquierda, y el imputado, en diagonal, que la escuchaba con atención. «No supo y no sabe escuchar y valorar la voluntad de Odra y de todas las mujeres cuando le dicen que «no». Le molesta que lo denuncie, le molesta que forme una vida con otra persona, le molesta que sea independiente, que no dependa de él, le molesta que cuide a sus hijos, que tenga el poder de valorarse», lanzó.

Montaño, de 56 años, está detenido desde el 22 de septiembre de 2022 cuando sacó un cuchillo de hoja lisa y mango anaranjado y lastimó a la mujer de 39 años, y madre de dos de sus cuatro hijos, en la esquina de Lucas Lucero y Río Gallegos del barrio TCI, de la ciudad de Neuquén. Fue a una cuadra de una escuela primaria, la 296.

Sobrevivió, indicó la fiscal, gracias a que ella misma se defendió cubriéndose con su mano izquierda -que al día de hoy no puede flexionar y le impide trabajar- y a la intervención de dos jóvenes que intentaron frenar la agresión e incluso debieron recurrir a una pala para que soltara el arma. Fue herida en el cuello, cabeza, pecho y abdomen, y se sometió a una cirugía por una lesión en el diafragma.

Titanti manifestó que el relato de la víctima fue «creíble y coherente» con la prueba que se produjo en los tres días de audiencia.

Ambos estuvieron en pareja 14 años. La mujer viajó desde Venezuela, de donde es oriunda la familia, hasta Brasil para buscar trabajo y dejó a sus dos hijos al cuidado de la familia paterna. El acusado llegó al país con los niños sin consultarle a la mamá.

La hija mayor denunció que su papá la maltrataba en la escuela y fue así que estuvo viviendo bajo la custodia de una de sus maestras durante seis meses, hasta que Odra pudo ser localizada y trasladada a Argentina, en 2021. Las psicólogas que declararon afirmaron que la mujer carga un historial de violencia de género crónica, tanto física, psicológica, económica y sexual.

Una vez que se reencontraron en Neuquén, él comenzó a amenazarla. Ella lo denunció y allí la justicia de Familia le prohibió a Montaño acercarse a ella a menos de 200 metros. Él incumplió la medida y por eso, aquel 22 de septiembre, una notificadora judicial lo llamó para decirle que podía ser sancionado. Alrededor de la 13.30 la cruzó a Odra en bicicleta y la atacó.

El acusado se encargó de asegurar, en cada organismo en el que fue citado, e incluso cuando la apuñaló, que en Argentina las leyes «beneficiaban a las mujeres».

«Le molestan las leyes de este país, pero lamentablemente no son sólo leyes de este país sino que son leyes que el Estado argentino se ha comprometido a cumplir a nivel internacional, como por ejemplo al haber ratificado y adherido a la Convención de Belem do Para, donde el Estado se ha comprometido a prevenir, sancionar y erradicar este tipo de violencias. De hombres que tiene un perfil misógino como el que tiene el señor», completó Titanti.

Pidió que el imputado sea declarado responsable del delito de homicidio doblemente calificado por la relación de pareja y por haber sido cometido en contexto de violencia de género, en grado de tentativa, en concurso real con desobediencia a una orden judicial y amenazas.

La querellante, Silvana Colipi, que representa al cuerpo de abogadas que brindan patrocinio jurídico gratuito a víctimas de violencia de género, adhirió a lo planteado por la fiscal, y sumó un aspecto más: Odra viajó a otro país porque necesitaba sostenerse económicamente. Acceder a un empleo formal y remunerado para las mujeres «es más difícil», y puede ser un condicionante para salir de este tipo de situaciones.

Raúl Aufranc, presidente del tribunal que integra junto a Marco Lupica Cristo y Gustavo Ravizzoli, le preguntó a Colipi si la víctima quería expresarse. Desde el público, Odra negó con la cabeza.

Las partes acusadoras: Colipi (querellante) Titanti y Micciullo(fiscalía). Foto Matías Subat.

«Se acaloró la discusión»


La defensora pública Verónica Zingoni aseguró que el imputado no «secuestró» a los niños, sino que salió de su país porque la crisis económica era ya insostenible, y que en sus redes sociales publicaba dónde se encontraban.

Criticó a su colega, la defensora de los derechos de las infancias, Marcela Robeda, de quien dijo denotaba «cierto enojo personal» contra Montaño, a quien vio por primera vez en el juicio, y antes únicamente había conversado por teléfono. También cuestionó a la Oficina de Violencia del Poder Judicial y al fuero de Familia por dictar una prohibición de acercamiento de 200 metros, cuando la denunciante y el acusado vivían a 170 metros. «El señor Montaño sólo con dormir en su casa incumple (la medida)», remarcó. Y agregó: «No resolvemos sólo trámites, detrás de esos trámites hay personas».

Sostuvo que no controvertía los hechos de violencia de género, pero sí el encuadre jurídico. Ese día discutieron por dinero y él no tuvo intenciones de matarla, insistió. Montaño siempre traía consigo el cuchillo, no fue planificado. Propuso que sea declarado responsable de lesiones graves, agravadas por el contexto de violencia de género, o subsidiariamente, lesiones gravísimas.

El tribunal dará a conocer el veredicto el martes 8 de agosto.

En su descargo, que duró más de una hora, el imputado relató prácticamente toda su vida, reservando unos pocos minutos para el hecho. «Ella empieza a dar gritos, a decir que no me va a pagar nada, que no me va a regresar el dinero, yo le dije «ah no quieres nada conmigo», señaló.

«Se acaloró la discusión y salió alguien y me golpeó la pierna izquierda, que era la que estaba montada encima del pedal de la bicicleta, con una pala, ahí se cayó la bicicleta encima de mí o yo encima de la bicicleta, pero sé que cuando intenté pararme vi el cuchillo», añadió.

De los tres testigos que ofreció la defensa, dos son amigos del acusado. Uno de ellos contestó que sabía «el problema» que había tenido Montaño, refiriéndose a la agresión de 16 puñaladas. El otro contó que Montaño mencionó que ese día se le había «desatado la chaveta».


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