Habló Figueroa, acusado del femicidio de Gisela en Centenario: dijo que el disparo fue por un «forcejeo»

Una de las hijas de la víctima interrumpió la declaración. Mañana serán los alegatos de clausura y el jurado popular deberá definir su responsabilidad.

El defensor Gustavo Palmieri guió la declaración que Roberto Figueroa le dio hoy al jurado popular que lo juzga por femicidio. Reconoció que el 1 de octubre de 2023 fue hasta la casa de su expareja Gisela Fuentes, en Centenario, pero dijo que entró porque vio «una moto roja» afuera y eso le despertó sospecha. También admitió la pelea con el hombre que estaba con ella, Alejandro Cabrera, la persecución y afirmó que le disparó a la mujer en un «forcejeo» con un arma.

Es un derecho de los acusados brindar su versión de los hechos. A diferencia de los testigos, no están obligados a hablar con la verdad. Es un descargo.

Figueroa contestó prolijamente las preguntas que le hizo su defensor, cuya teoría del caso es que no hubo un contexto de violencia de género, sino una relación conflictiva que terminó accidentalmente con un tiro. El jurado, además, debe evaluar si intentó matar al hombre que estaba con ella.

El imputado aseguró que esa mañana de domingo pasó por enfrente de la casa de Gisela y que se detuvo porque vio la moto de Cabrera afuera. Señaló que las luces estaban prendidas, el ventanal abierto y que observó que ambos forcejaban. Hizo seña de luces y alguien cerró el ventanal. Saltó el portón y preguntó «Chizo (el apodo que tenía la mujer), ¿estás bien?». Ella respondió: «dejame que salgo».

Planteó que no se iba a ir hasta no saber qué pasaba. Dio a entender que había visto la moto en otras ocasiones y que le preocupaba.

Una de las tres hijas de Gisela se puso de pie y le gritó, llorando: «el único que le hacía daño a mi madre eras vos». Se retiró rápidamente de la sala.

Él continuó. Relató que le pegó una patada a la puerta y ahí comenzó a forcejear con Cabrera. En ningún momento mencionó que había ingresado él con un revolver calibre 38, sino que afirmó que el arma estaba en la casa y que la empuñaba la mujer.

Cuando declaró Cabrera contó que efectivamente tenía un revolver de esas características, pero que ese día no lo había llevado consigo, y que se defendió con un cuchillo.

En su declaración Figueroa mencionó una detonación y que él «lo sale a correr» a Cabrera. Cuando volvió a la casa, el arma estaba tirada en el patio. Subrayó que la tomó y que ella se la quiso sacar. «Se me colgó», manifestó. Levantó su mano haciendo el gesto de tener el revolver arriba. Enfatizó en que se cayó con ella encima y «sintió la detonación».

«Saltó el disparo», marcó. Ella expresó: «ay, no» (similar a la que registraron las cámaras). Figueroa se fue a «buscar al tipo» en su auto.

Insistió en que la relación era de mucha discusión: «me cacareó», «me retrucaba», dijo.

La «juntita» de amistades


El defensor le consultó por el antecedente de 2021, en el que según la denuncia de Gisela él ingresó, casi de la misma forma que lo haría en 2023.

Aquí lo justificó en que tenía que cuidar a la hija de ambos de las amistades de su mamá.

Le contó al jurado que la niña le había dicho que un amigo de Gisela la miraba mal, y que él le preguntó a sus compañeros de fútbol por este hombre. Le comentaron que era «conocido en el ambiente».

Figueroa lo conversó con Gisela, y ella le señaló: «¿desde cuándo me elegís la junta?». «Si a vos te pasa algo, quedan las pibas solas», aseguró que le dijo.

Ese fue el motivo por el que decidió en noviembre ingresar a la fuerza, porque el hombre seguía mirando mal a su hija. Tampoco mencionó que en esa oportunidad entró con un arma.

«No había una posición asimétrica»


La última testigo del juicio fue una perito ofrecida por la defensa. La psicóloga Ayelén Palmieri le explicó al jurado que había tenido tres encuentros con el imputado para realizarse una entrevista y dos test.

Figueroa le manifestó a la profesional que habían tenido con Gisela una relación de casi 14 años, que en los últimos cinco se había vuelto «violenta». «Había comportamientos físicos, como psicológicos por parte de ambos sujetos y que incluso me cuenta que en relación a esto en el año 2021 se había iniciado una causa, respecto a violencia doméstica, por el cual el señor había tenido que utilizar una tobillera y que había tenido que realizar cursos de capacitación sobre violencia de género», agregó.

Evaluó que se trataba de un vínculo «disfuncional» que «no está dentro de lo esperado» «que no es salubre», y que está caracterizado por la «co-dependencia emocional».

Consultada sobre la perspectiva de género aplicada al caso, señaló que hay una desigualdad estructural «que existe y que nadie niega, entre los hombres y las mujeres» pero que aquí «se pudo observar que el vínculo entre ambos era un vínculo de tinte violento, o de tinte agresivo. No había una posición asimétrica entre ambos sujetos respecto a la forma de comportarse, sino que el comportamiento entre ellos era similar en ambos casos».

Mañana, a las 8.30, serán los alegatos de clausura. El jurado escuchó en total a 24 testigos y deberá dar su veredicto.


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