Fuentealba II: un testigo declaró que el disparo que hizo el policía Matus fue «antirreglamentario»
Lo dijo un comisario que trabajó en el sumario que se le inició al imputado, por su participación en la represión del 2007. Aseguró que apuntó directamente a un Ford Escort en la estación de servicio YPF de Arroyito, cuando eso está prohibido.
El área de Asuntos Internos de la policía de Neuquén le inició en 2007 un sumario administrativo a Benito Matus, el oficial de camisa blanca y pantalón negro que fue filmado durante la represión ocurrida en Arroyito, el 4 de abril, mientras disparaba con una escopeta 12/70 en inmediaciones de la estación de servicio YPF. Aquella mañana no usó uniforme: la función que se le había encomendado, como parte del área de logística, era llevar comida al personal.
El policía que trabajó en ese sumario hace 16 años, Héctor Rojo, declaró ayer en el juicio contra ocho efectivos, que están acusados por su participación en el operativo que terminó con el asesinato del maestro Carlos Fuentealba. Dijo que en los videos a los que él tuvo acceso se lo ve a Matus «hacer un disparo directamente» a un Ford Escort lo cual, afirmó, es «antirreglamentario».
Explicó que los instructivos establecen que los primeros disparos deben ser al aire, si la amenaza persiste, se puede efectuar un tiro con rebote a 45 grados «hacia el objetivo que se desea neutralizar». «El disparo directo está prohibido», repitió. Aseguró que a Matus se lo observa levantando el pie, entiende, «porque le estaban arrojando elementos».
Sostuvo que aquel 4 de abril «fue crítico», porque se tomaron testimoniales a todo el personal de los grupos especiales hasta «altas horas de la noche». «Esa semana estuvimos bastante atareados», agregó. Manifestó que «la policía de Neuquén se caracteriza por autodepurarse».
Remarcó que la posta de goma «puede causar lesiones en una zona sensible», si se dispara a corta distancia.
La fiscalía y la querella le imputan a Matus los delitos de abuso de armas y lesiones leves, agravadas por su condición de funcionario público. Señalan que además de dispararle al Ford Escort, golpeó con el arma a Miguel Alejandro Castelar, que compareció ayer ante el tribunal integrado por Luis Giorgetti, Diego Chavarría Ruiz y Raúl Aufranc.
«En esa ruta no se podía respirar», mencionó el profesor de historia, ya jubilado. En un momento levantó las manos, porque comprendía que esa era una señal de que no quería confrontar con la policía. “Para no intimidarlos”, añadió. Ahí fue cuando según él Matus, a quien ya había visto en la estación de servicio, le pegó con la culata en el hombro derecho lo que le provocó una luxación.
Lo llevaron hasta el hospital Plottier donde un médico, dijo, lo atendió de «mala gana». Hizo comentarios del estilo «por qué estaban ahí» (en la protesta, sobre la ruta) y lo trasladaron al Castro Rendón. Allí una enfermera le dio una inyección y le acomodaron el hombro.
Manifestó que se enteró de la identidad del policía, porque un compañero le contó que había sido su preceptor. Terminó operándose del hombro. Hasta que no finalizó el conflicto no se presentó a hacer la denuncia, era secretario gremial de ATEN capital. Justamente la estrategia de la defensa de Matus es cuestionar el tiempo que tardó en realizarla, recién el 11 de mayo de 2007.
Un escarmiento
Otro de los testigos de la jornada fue un efectivo, ya retirado, que viajó hasta Arroyito y realizó la planimetría, Néstor Pulgar. Afirmó que la mayoría de los cartuchos que encontraron en el lugar «estaban percutidos» y que contaron tres bolitas de cerámica. Consultado sobre si el lugar estaba preservado, respondió que no recuerda que haya habido cintas que habitualmente se ponen para resguardar un sitio.
También concurrió a declarar el secretario general del sindicato docente ATEN, Marcelo Guagliardo, que relató la conversación que tuvo con el responsable del operativo, Mario Rinzafri, uno de los acusados, que le dio cinco minutos para irse de la Ruta 22 «por las buenas o por las malas». Luego de eso se lanzó la primera granada de gas.
Contó que pensaron que la estación de servicio iba a funcionar como un refugio, pero la represión no cesó. Fue allí que conversó con otros efectivos para que les dieran una suerte de «tregua» y pudieran subirse nuevamente a la ruta y regresar a Senillosa.
Volvió a encontrarlo a Rinzafri, después del asesinato de Fuentealba, detrás del camión hidrante y le dijo: «se tienen que ir». Subrayó que el policía «estaba inmutable». En su opinión el operativo estuvo planificado y el objetivo fue «generar un escarmiento».
A Rinzafri también lo reconoció en el lugar el periodista, Edgardo Pino, que cubrió la represión para LU19. Aseguró además que vio a Adolfo Soto, exsuperintendente de Seguridad. En este caso ambos exjefes están imputados por abuso de autoridad y encubrimiento.
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