Femicidio de Cristina Ancatén: «Él no quería que ella hiciera su vida», dijo su hermana
La joven de 31 años se hizo cargo del cuidado de sus tres sobrinos. Aseguró que esperaba que Damián Retamal admitiera la responsabilidad ante el jurado popular, que lo declaró ayer culpable del asesinato por unanimidad.
El juicio terminó. El jurado popular pronto escuchará las instrucciones y pasará a deliberar. Martina Ancatén aguarda el veredicto junto a su familia en la Ciudad Judicial de Neuquén. Luego del femicidio se hizo cargo del cuidado de los tres hijos de María Cristina, sus sobrinos. «Él a mi hermana me la dejó desfigurada, porque mi hermana no era así como la vi en esa foto de autopsia, como pueden ver en la remera, mi hermana era así. El tiempo que ellos se separaron, esos meses, ella se empezó a arreglar, se empezó a pintar más, se empezó a cambiar de vestimenta, porque no se compraba ropa y bueno ahí empezaron a vestirse tanto ella como los nenes, porque cobraba y era mantenerlo a él», afirmó.
A las 15.34 de ayer el presidente del jurado leyó la resolución en la que Damián Retamal, la expareja de María Cristina, fue declarado por unanimidad culpable del delito de femicidio. El imputado se dirigió dos veces al tribunal, antes y después de los alegatos de clausura. A la víctima la llamó «mi señora» y se presentó como su «esposo», pese a que estaban separados. Insistió en que lo sucedido había sido «un accidente» e intentó justificar las marcas de sujeción que se encontraron en el cuello de la víctima, con un beso forzado que le dio la noche del crimen.
El 1 de mayo de 2021 ambos fueron a un cumpleaños de 15 de una sobrina, en el barrio Trahun Hue de Centenario. Después de hostigarla durante la fiesta, alrededor de las 4 de la mañana, Cristina fue al baño y él se metió tras ella. De acuerdo a su versión la joven de 37 años se desmayó y por eso él la sacó golpeada del lugar, y la trasladó hasta su casa, a media cuadra. Por insistencia de la familia vino la ambulancia y constató que ya no tenía signos vitales.
Retamal repitió ante el jurado: «yo sé que no hice nada, no tengo mis manos manchadas con sangre».
«El cuerpo de Cristina habló», aseguró el fiscal jefe, Agustín García, en su alegato. El informe de autopsia señaló que los hematomas que tenía la víctima no se correspondían con una caída, sino que las lesiones en sus rostros eran compatibles con golpes de puño. La reconstrucción que realizó criminalística marcó que murió por el traumatismo de cráneo que se produjo cuando fue tomada del cuello y arrojada contra la pared, al menos en dos ocasiones. Ella intentó defenderse, ya que en sus uñas se encontró perfil genético de Retamal.
“La mata, en definitiva, porque Cristina después de más de 20 años de padecimientos decidió un día que quería ser libre, que quería tomar decisiones por si misma, que quería llevar una vida en paz, una vida en libertad, sin ser agredida verbalmente, físicamente, de poder tener una vida plena como mujer y con sus hijos, y Retamal no se lo permitió», indicó García.
Enfatizó en la doble vara del acusado, que en su descargo dijo que había tenido hijos con otras mujeres, pero que no admitía que María Cristina, con quien ya no convivía, tuviese una nueva relación. Mencionó que eso era parte del contexto de violencia de género, porque era evidente la desigualdad y su afán de subordinarla.
«Si todo hubiera sido como él lo relata, ¿por qué demoró tanto el auxilio si se golpeó como dice que se golpeó?», manifestó el abogado querellante, Joaquín Hertzriken Catena. Agregó que Retamal: «concluyó en el baño lo que hizo durante 20 años: ejercer violencia de género. Y ese fue su último acto.»
“Ustedes tienen que analizar quitándose un poco toda esa emotividad, sacando un poco esos prejuicios que todos tenemos de lado”, le pidió el defensor Mauricio Macagno al jurado. Solicitó su absolución y enfatizó en que esa noche el imputado había consumido cocaína.
«Mintió en todo lo que dijo», remarcó Martina después de escucharlo ante el jurado. «Pensé que iba a decir que él había sido, pero lamentablemente no lo hizo», añadió.
Planteó que en el juicio quedó demostrado que «él no quería que ella hiciera su vida». Explicó que extraña los mensajes de «buen día» que recibía a las 4 de la mañana de María Cristina, porque a esa hora se levantaba a trabajar. Era niñera, pero se la había rebuscado en todo: limpió vajilla, lavó manteles y baños.
«Él es el único culpable de lo que hizo, nadie más», subrayó. Sostuvo que por mucho tiempo sus sobrinos se sintieron responsables de lo que le pasó a su mamá, porque a esa hora ya no estaban en la fiesta. De hecho el propio Retamal les echó en cara que se habían ido y no la habían protegido. Tanto la fiscalía como la querella mencionaron que no podía soslayarse este aspecto: el maltrato que Retamal le dispensaba a sus hijos.
La próxima etapa es la de imposición de pena. El delito prevé la prisión perpetua. Con el veredicto de culpabilidad la familia Ancatén se abrazó en ronda en la puerta de la sala de jurados. Para Martina: «Pasaron ya diez meses de todo y sigue siendo como fue ayer nomás, el dolor no va a cambiar, por más que se haga justicia, a mi hermana no me la van a devolver».
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