Es de Viedma, su vida cambió por una inyección de Yectafer adulterada y después de 20 años pudo declarar
"Lo único que le pedí al tribunal es que se haga justicia", contó. El juicio continuará en los próximos meses, con la participación de más testigos y la búsqueda de justicia.
Después de 20 años, María Salaya, una vecina de Viedma y víctima del caso «Yectafer», finalmente pudo declarar en el juicio penal relacionado con este medicamento adulterado. Se trató de un medicamento que se utiliza como suplemento de hierro, pero que había sido adulterado y que provocó la muerte de cinco personas, incluida la viedmense Verónica Díaz. Además, dejó a otras 33 con lesiones graves en todo el país, según indicó la Fiscalía Federal.
Salaya describió ante el Tribunal Oral Federal N°3 de la ciudad de Buenos Aires cómo recibió una inyección que le cambió la vida en el Centro de Atención Primaria de la Salud (CAPS) del barrio Santa Clara. Este caso, que ha sido objeto de investigación durante años, llevó a la imputación de varias personas por asociación ilícita, distribución o almacenamiento con fines de comercialización de mercaderías peligrosas para la salud, falsificación de sustancias medicinales y uso de un documento o certificado falso o adulterado, en calidad de autores.
La partida adulterada del fármaco Yectafer-Hierro 5% fue comercializada entre 2003 y 2004Cinco personas murieron y otras 33 quedaron con graves daños en su salud. Los acusados, incluidos Adrián Jorge Quintela, Diego Hernán Manzotti, Pablo Jorge Cernadas, Alberto Mario Akawie, Daniel Leonardo Rabinovich, Roberto Enrique Gegenschatz, Víctor Julián Scattolini, Sandra Lilian Vitale, Miguel Cervera y Santiago Lucio Gavazza, son señalados como parte de una organización dedicada a la fabricación y distribución ilegal del Yectafer adulterado.
La fiscalía les imputó haber adulterado el lote N° 03100718, con vencimiento en octubre de 2006, en el cual concretamente, se disimularon sus propiedades nocivas a través de la falsificación e imitación del producto original cuya elaboración autorizada corresponde al laboratorio Astrazeneca.
María Salaya: «Las cicatrices físicas y emocionales aún persisten»
María Salaya, residente del barrio Santa Clara, estuvo al borde de la muerte el fatídico 16 de diciembre de 2004. Todo comenzó cuando acudió al Centro de Atención Primaria de la Salud (CAPS) en busca de tratamiento para su anemia. Sin imaginarlo, recibiría una inyección de Yectafer que cambiaría su vida para siempre.
«El juicio oral y público empezó el 27 de noviembre de 2023 para los implicados en la causa Yectafer. Previo a esto, en agosto de 2023, estuvimos en contacto con los fiscales, que nos explicaron cómo se desarrollaría el juicio. Empezamos el 27 de noviembre y me tocó declarar el 27 de febrero», contó Salaya a Diario RÍO NEGRO.
Salaya relató que en diciembre de 2004, tras sufrir la pérdida de un embarazo y desarrollar anemia, le fueron recetadas inyecciones de Yectafer como tratamiento; las fue a buscar en el hospital Zatti. Sin embargo, tras recibir una de estas inyecciones comenzó a evidenciar una serie de síntomas, «incluyendo vómitos, mareos intensos y una sensación de envenenamiento en el cuerpo. Mis piernas se entumecían y los vómitos no cesaban».
«Me trataron con suero y me mandaron a casa el jueves, pero los síntomas no cedían. El domingo asistentes sociales del hospital me instaron a volver, ya que otra chica, Verónica Díaz, había caído con los mismos síntomas y la habían trasladado a Buenos Aires en avión sanitario para un trasplante», recordó con angustia.
Al ser llevada al hospital, se le diagnosticó hepatitis tóxica. María tenía niveles de hierro tres veces más altos que lo normal. Salaya reveló que «no fue la única afectada, ya que varios casos con síntomas similares habían sido reportados, lo que llevó a la intervención del Ministerio de Salud para investigar el lote contaminado de Yectafer».
Son cinco las muertes que causó el Yectafer
«Pasé varios días en la guardia, donde me hicieron muchos estudios, hasta que me derivaron a Buenos Aires para un trasplante de hígado, pero milagrosamente mi cuerpo se recuperó por sí solo y no fue necesario el trasplante», contó María.
«Llegué a pesar apenas 48 kilos, y el camino hacia la recuperación fue largo y difícil. Tenía cinco hijos pequeños que cuidar, además del trauma emocional de no saber qué me esperaba, especialmente después de la tragedia de Verónica. Perdí mi trabajo y tuve que empezar de nuevo desde cero».
«Hasta el día de hoy, no sé qué contenía realmente esa ampolla, y las cicatrices físicas y emocionales persisten, lo único que le pedí al tribunal es que se haga justicia», añadió María.
Causa Yectafer: la viedmense, Verónica Díaz, fue la primera victima fatal
El 23 de diciembre del 2004, Verónica Díaz falleció en el hospital Eva Perón en Buenos Aires, donde había sido trasladada de urgencia desde el hospital Zatti, con el hígado arruinado, tras recibir inyecciones para tratarse de una anemia por falta de hierro.
La última aplicación le provocó una hepatitis fulminante que en un par de días la llevó a la muerte. El resultado de los primeros estudios sobre la ampolla aplicada -que fue inmediatamente denunciada por los médicos del hospital Zatti como la causante de la gravedad de la joven- indicaron que se trataba de una sobredosis de hierro.
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