El crimen de los hermanos Zani marcó a fuego una Navidad en un campo de Villa La Angostura
El duro relato de la viuda de una de las víctimas. José González Aguilar está imputado y ahora espera el juicio por jurados en prisión domiciliaria en San Martín de los Andes.
Los ruidos de los disparos aún la atormentan. La estremecen. La carrera desesperada, a oscuras, en medio del campo, para encontrar señal de celular y pedir ayuda para salvar a su esposo, que estaba herido de muerte, da vueltas por su cabeza todo el tiempo. Es como una pesadilla que revive, con frecuencia, en sus sueños. Un año después del crimen de Raúl Zani, Silvana Etchever aún no encuentra consuelo. Tampoco justicia.
Raúl tenía 28 años. No fue la única víctima de esa Navidad sangrienta del 2021 en un campo ubicado a unos 35 kilómetros de Villa La Angostura. También su hermano, Rubén Alejandro, de 36, recibió un disparo y murió dos días después, mientras estaba internado en el hospital de San Martín de los Andes, adonde había sido derivado por la gravedad de su estado.
José González Aguilar está imputado por el doble homicidio de los hermanos Zani. Será juzgado en marzo por un jurado popular.
“Me lo arrebataron. No es que nos separamos. Yo lo vi. Estuve en el lugar, cuando me lo mataron”, relata, angustiada, Etchever. Afirma que González Aguilar mató a su esposo “porque quiso”. “Los disparos fueron muy certeros. No titubeó en ningún momento”, sostuvo.
“No puedo entender todavía porqué estaba tan sacado. Cegado de violencia, de ira esa madrugada”, rememora.
Dice que su esposo le hace demasiada falta. Es una ausencia que duele en el corazón. Para Etchever esta Navidad fue la más triste de su vida.
Mónica Zani sentía el mismo dolor. No tenía ánimo para celebrar nada, pero tenía que sacar fuerzas por sus hijos, su marido, su sobrina, y sus padres que son adultos mayores. Todos la necesitan. “Sinceramente como familia estamos destrozados”, cuenta. Y admite que no puede describir con palabras el dolor que siente.
Sus dos hermanos fueron asesinados hace un año y Mónica sostiene que esa herida “no se puede curar con nada”.
Recuerda que con Raúl nunca habían pasado una Navidad separados. Pero una discusión familiar los había distanciado y, por primera vez, celebrarían distanciados las fiestas de fin año.
Relata que Raúl, que era el hermano más chico, le había prometido que nunca la dejaría sola. Pero esa promesa se rompió por un desencuentro. Su angustia es que no pudo despedirse de sus hermanos. Con Raúl no hubo abrazo ni un mensaje previo a la tragedia. “No quería hablar con él porque estaba enojada”, reconoce. Hoy, piensa que el orgullo a veces provoca que las personas cometan equivocaciones.
“Pienso todos los días ¿qué pasó en ese momento? No era necesario quitarles la vida”, asegura. “Nadie está para quitarle la vida a nadie”, señala. “Eran excelentes personas. Me los quitaron. No los tengo”, lamenta.
“Raúl, el más chico, era mi cocinero. Siempre me decía “Nani” yo nunca te voy a dejar sola”, recuerda.
El hecho que tiñó la Navidad
Raúl y Rubén Alejandro Zani habían sido invitados por un tío a celebrar la Navidad en ese campo que el hombre cuidaba, situado en la zona del Pedregoso.
Fueron con sus familias y se encontraron la tarde del 24 de diciembre del año pasado con González Aguilar que estaba con su esposa y una hija. No eran amigos. Lo ubicaban del barrio Mallín de Villa La Angostura, pero nunca habían cruzado palabras.
Por la noche hicieron un asado. Los brindis exaltaron a los invitados y en el patio se armó un baile. Era la madrugada del 25 de diciembre del 2021. Todo trascurría sin problemas hasta que Rubén Alejandro sacó a bailar a la esposa de González Aguilar. El hombre enfureció y comenzaron las discusiones.
Quiso apuñalar a Raúl y Etchever se interpuso. La mujer sufrió una herida en una mano. El tío de los hermanos Zani le exigió al hombre que se retirara.
González Aguilar subió a una Toyota Hilux con su señora y su hija. Intentó irse, pero cuando quiso cruzar un arroyo, la camioneta quedó colgada.
Según la teoría fiscal, Raúl se acercó con un rastrillo y González Aguilar bajó de la camioneta con un arma de fuego y disparó cuatro veces contra el joven. Uno de los proyectiles dio en el pecho de la víctima y lo mató. Otro disparo hirió de gravedad a Rubén Alejandro, que estaba a corta distancia, y murió dos días después.
Etchever, herida y ensangrentada, salió a buscar ayuda en esa zona donde no hay señal de telefonía. Caminó varios kilómetros, pero no cruzó ningún automovilista que la pudiera auxiliar. Cuando regresó, su esposo ya había muerto.
El agresor huyó del lugar. Horas después, policías lo detuvieron en la zona y hallaron el arma en las cercanías. Dos días después, murió la otra víctima. Por eso, el fiscal del caso Adrián De Lillo, con la adhesión del apoderado por la querella Cristian Hugo Pettorosso, le atribuyó al imputado el doble homicidio de los hemanos Zani.
“Andaba con un arma cargada que sacó de abajo del asiento de la camioneta. Y mi marido nunca se acercó a él”, asevera Etchever.
La prisión domiciliaria
Durante un año, el imputado estuvo detenido con prisión preventiva, que cumplió, sobre todo, en la comisaría de Piedra del Águila.
Pero la semana pasada, su defensor particular pidió la libertad porque se venció el plazo de la preventiva. Y planteó como alternativa que se le conceda la prisión domiciliaria. El fiscal se opuso. El querellante se alineó con la fiscalía.
Pero el juez Juan Pablo Balderrama dispuso la prisión domiciliaria y el juicio por jurados, que se hará a mediados de marzo del año próximo.
El viernes, se hizo otra audiencia de revisión de la medida resuelta por Balderrama. El fiscal solicitó revocar la prisión domiciliaria y que cumpla hasta el juicio la preventiva. Sin embargo, el tribunal revisor confirmó la detención domiciliaria, en una casa de San Martín de los Andes, con custodia policial permanente.
La decisión de Balderrama solo causó preocupación entre los familiares de las víctimas.
“Ahora le dieron cuatro meses de domiciliaria y a mí me da mucha angustia e incertidumbre, porque tengo un temor muy grande que se fugue y no llegue al juicio”, sostiene Etchever. “Ojalá pague lo que hizo porque él quiso matar”, afirma.
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