Crimen de Micaela en Bariloche: «todos los indicios conducen» a la acusada
La fiscalía acusa a su suegra Angélica Paine como autora del hecho por el mal vínculo que tenían las dos mujeres y amenazas previas. El padre de los tres hijos de Micaela fue el primero en prestar declaración.
Esta mañana comenzó el juicio por el homicidio de la joven Micaela Bravo en 2016, en el que está imputada Angélica Paine, la madre de quien era su novio. La primera audiencia, presidida por los jueces Marcos Burgos, Sergio Pichetto y Víctor Gangarrosa, se extendió por más de tres horas.
“Es un homicidio simbólico para la historia de Bariloche. Un homicidio simple en el que resultó víctima Micaela Bravo, una mamá muy joven”, comenzó diciendo la fiscal jefe Betiana Cendón, durante la apertura del juicio, en el que está previsto que declaren más de cien testigos.
La joven desapareció entre las 13.30 del 23 de marzo y las primeras horas del 24 de marzo del 2016 en la zona del Jardín Mundo Nuevo, en el barrio 2 de Abril, próximo a la vivienda de Paine. “Ese día Paine se hizo presente en el jardín a las 14, increpó de muy mal modo a Micaela y la obligó a retirarse del colegio con ella, con clara intención de hacerle daño”, relató Cendón.
El cuerpo de la joven apareció el 6 de abril detrás del supermercado Diarco, a solo 800 metros de donde desapareció. La autopsia determinó que murió por un edema pulmonar ocasionado por un elemento punzante. “Tanto en la materialidad del hecho como en la autoría no hay prueba directa, pero todos los indicios conducen a Paine”, aseguró Cendón quien añadió que “la investigación policial estuvo mal desarrollada, tergiversada”.
En todo momento, Cendon insistió en el pésimo vínculo que mantenían Micaela y su suegra: “Había situaciones de violencia previa y amenazas de muerte de Angélica porque no aceptaba la relación con Carlos, su hijo. Llegó a decir que iba a hacer todo para evitar esa relación. Paine tenía antecedentes de violencia física y verbal, no solo con Micaela. Es la manera que usa para resolver todos sus conflictos. Así lo dijeron los profesionales que peritaron a la señora”.
El defensor de Paine, Marcos Ciciarello, consideró que se trata de “un crimen sin explicación. Micaela y Patricio Vargas (el padre de sus tres hijos) se conocieron de adolescentes, formaron una familia y participaban de una iglesia en la que el padre de Vargas es pastor”. Mencionó que Micaela inició un romance con uno de los asistentes a la iglesia, Carlos Colipi. “Una relación que no fue aceptada por los miembros de la iglesia ya que motivó una separación entre Micaela y Patricio. Mi defendida no aceptaba esa relación”, relató.
El día en que se radicó la denuncia por la desaparición, añadió Ciciarello, la policía allanó la vivienda de Paine con perros “sin encontrar ningún indicio de Micaela. Luego de dos años de investigación se allanó nuevamente la casa de Angélica y la fiscalía secuestró una serie de elementos que pretende vincular con el cuerpo de Micaela Bravo”.
Ciciarello planteó que la teoría de la fiscalía “no cierra por varios aspectos: el cuerpo de Micaela presentaba rastros genéticos de un hombre. Por otra parte, Angélica no fue la última persona que la vio con vida en el jardín ya que ese día, ella vuelve sin estar lastimada ni lesionada”.
El padre de sus hijos, el primero en declarar
El primero en declarar fue Vargas, que se constituyó como querellante. Contó que estuvo casado con Micaela por 13 años. “Tuvimos una crisis matrimonial y nos separamos en buenos términos. En noviembre del 2015 me dijo que estaba en una relación con Colipi. Le dije que Angélica era muy jodida”, expresó.
Vargas relató que ese 23 de marzo, recibió un llamado de la madre de Micaela preocupada porque la joven no había ido a buscar a sus hijos a la escuela. “Me preguntó si estaba conmigo, le expliqué que no. Me llama más tarde y me dice que Micaela no aparecía. Su teléfono contestaba, pero después ya entraba al buzón de voz. Hicimos la denuncia”, detalló.
En su relato, el hombre denunció la inacción policial en la búsqueda de la joven. Dijo que poco a poco, los vecinos se fueron sumando, comenzaron a publicar en Facebook sobre la desaparición, distribuyeron panfletos y recorrieron varios lugares. Tres días después, se organizó una marcha para reclamar por el accionar policial en la búsqueda. “Ni el 23, ni el 24, ni el 25, la policía movió un dedo. Sabíamos que la policía no estaba haciendo nada”, señaló Vargas.
Vargas admitió que se enteró del hallazgo del cuerpo en cercanías de Diarco, a través de la radio. “Nos fuimos para el lugar. Llegaban todo tipo de camionetas, menos el fiscal. No paraba de mandarle mensajes: ‘Decime si es Micaela. ¿Es mujer? Porque cuando encontraron el cuerpo de Natalia Baez también pensamos que podía ser Micaela y no era”, recalcó.
Ciciarello lo indagó sobre una denuncia 3040 (por violencia familiar) por parte de Micaela en noviembre de 2016 cuando “la joven lo acusó de no dejarla ver a los nenes”. Vargas dijo que el episodio ocurrió una noche cuando Micaela concurrió a su casa “y se enojó porque Jenny (su novia) estaba cocinando con él. Le recordé que ella se había querido ir y me dijo que me iba a denunciar”, planteó.
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