Juan Sklar: la literatura como espacio de disfrute sin prejuicios
Entre varias reflexiones pandémicas, el escritor Juan Sklar pondera la literatura ficcional como un espacio “donde nuestros valores no nos impidan disfrutar de personajes que son un tanto cuestionables”. Pasó por los micrófonos de "En Eso Estamos" y charló de todo.
Despojar la literatura de cualquier tipo de prejuicios. Si hubiera que entender parte de la búsqueda artística de Juan Sklar, este apunte sería quizás uno de los primeros en salir a la luz.
“Tener lugares donde nuestros valores se queden en la puerta y no nos impidan escribir o disfrutar de personajes de ficción que son por lo menos cuestionables es una de mis peleas ideológicas. Ahí podemos disfrutar de lo que en la vida no disfrutaríamos, de la misma forma que disfrutamos de un personaje de asesino serial, por ejemplo”, explicó Sklar en charla con En Eso Estamos, el programa de RN Radio.
Entre otras cuestiones, el autor de “Nunca llegamos a la India” reflexionó sobre los procesos creativos en pandemia. Allí dejó entrever que estos meses lo afectaron “de muchas maneras diferentes”. “Para empezar, estaba escribiendo una novela sobre un futuro distópico… vamos a ver si cuando termina la pandemia tiene sentido seguirla. Después también me paso que el primer tramo, sin jardines, niñeras y con mi mujer embarazada y nenes chiquitos se me volvió imposible escribir. Después nació mi hijo y se volvió todo más complicado, a punto tal que en un momento tenía que entregar un texto para Orsai y la traje a mi mamá a vivir a casa para que me ayude. Cuando terminé el texto, después de que nació mi hijo y tuve más ayuda, me rompí la mano por una cuestión pandémica: en un ataque de ansiedad producto del encierro y demás le pegué una piña a una pared. El texto lo terminé tipeando con la mano enyesada…”, relató, respecto a la dificultad de crear en un contexto así.
Sklar se caracteriza por una escritura cruda, en la que mezcla cuestiones burdas y explícitas con pasajes sentimentales. Su crónica ‘Cómo escribí la autobiografía de Silvia Süller’ (publicada en la revista Orsai en 2017) es un ejemplo perfecto. En sus textos nunca termina de quedar claro cuando termina la ficción y empieza la realidad y viceversa. Al respecto, el autor deslizó que “sobre la pregunta de cuanto es verdad y cuanto es mentira de los textos… mi pregunta sería ¿qué importa? ¿Para qué querés saber eso? No es una chicana, lo entiendo. En tu disfrute del libro entiendo que esté la pregunta, que te de algo de morbo o curiosidad. Ahora, ¿cuánto va a colaborar al disfrute del libro que yo te responda esto? Te lo va a arruinar, no necesitás saberlo. Y muchas veces el porcentaje que intuyen que es verdad es equívoco, y viceversa”.
Otro de los componentes más característicos de sus textos es el sexo. Sklar lo sabe y por eso se hace cargo, pero entiende que lo “revolucionario” no pasa tanto por la forma de escritura en sí. “Gente que escribe crudo sobre sexo hay hace 50 o 60 años, y más crudo que yo. Lo que creo novedoso en lo que yo hago es cruzarlo con el amor, los sentimientos o la ternura. Hay momentos de sexualidad explícita, pero están enmarcado en una historia de amor. Y es lo que trato de contar en el fondo. No creo ser un gran innovador, hay una tradición sobre sexualidad en la literatura. Si me siento más novedoso en esta línea fina donde lo crudo o pornográfico está incluido en una historia de amor”, aseguró.
Sobre este tema, el escritor también explicó que su interés también pasa por que “lo explícito, lo burdo, lo violento o lo mal hablado se cruce con la reflexión filosófica respecto al deseo, por ejemplo. Es un poco lo que me interesa o lo que soy: alguien profundamente vulgar pero también con intereses románticos y filosóficos”. Y es allí donde la realidad y la ficción se entremezclan de la misma forma que el autor mezcla su vida con lo escrito.
“Yo publico todo como ficción porque me permite la libertad de decir ‘es ficción’. Si digo que es real debo enfrentar consecuencias morales o legales, y no me interesa”, comentó. Y en este contexto global, es inevitable pensar en la cultura de la cancelación como ente censor de muchos aspectos. ¿Se vió afectado? “Detesto la cultura de la cancelación, es el adefesio más espantoso producido contemporáneamente. Es un prejuicio. Les damos a los autopercibidos ‘buenos’ un poder que no tienen. Si publicás ficción en papel podés decir lo que quieras. Carrere por ejemplo tuvo problemas, pero fue porque dijo ‘lo que escribo es real”, agregó.
Además de sus columnas en radio y su trabajo en Orsai, Juan lleva adelante el taller de escritura “El Cuaderno Azul”, que experimentó un gran crecimiento en pandemia: “Ya ni sé el tamaño. Y eso implica de mí más tiempo de gestión y organización. Somos un montón, hay 15 docentes, más de 300 alumnos mensuales… Tengo que dedicarme mucho a esta escuela. Desde lo filosófico confirmé que la docencia es un espacio de encuentro, de catarsis y de alivio mental muy grande. Es un lugar al que yo no puedo dejar de concurrir, me hace bien dar clases, me hace bien estar en un equipo de trabajo”, explicó.
Allí, entre otras cuestiones, se apunta a tratar de -como es su misión- liberar de prejuicios a la escritura. “El método es más simple de lo que uno piensa. En el taller ofrecemos herramientas para apagar o silenciar lugares de la conciencia que no te permiten escribir y que después quizás van a ser muy buenos para corregir, pero que al principio debemos silenciar”, aseguró.
Juan convive en la dualidad entre la realidad y la ficción, entre el sexo explícito y la historia de amor, entre la escritura y la docencia. Y sus textos lo muestran tal cual es: “Es todo ficción. Si me conocés sabés que hay componentes reales, pero debe ser leído como ficción. Y ahí te lo dejo a vos: si vos necesitás creer que sucedió, creelo”.
Un fenómeno que crece a pasos agigantados
Juan Sklar nació en Bs. As. en 1983. Es escritor, docente, guionista y columnista radial. Publicó “Los catorce cuadernos” (2014), “Cartas al hijo” (2019), “Ideologías animadas” (2019) y ”Nunca llegamos a la India” (2020).
En la radio condujo las columnas “Cartas al hijo” (Vorterix) e “Ideologías animadas” (Metro). Ganó varios premios como guionista: FundTV, Clarín Espectáculos y Martín Fierro. Dirige, desde 2013, el taller “El Cuaderno Azul” y es colaborador de “Orsai”.
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