Juan, el orgulloso conductor de La Trochita que continúa un legado familiar
Cuarta generación de ferroviarios<strong, a partir de esta temporada turística 2021 Juan Alberto Ramírez es uno de los flamantes conductores del legendario tren a vapor que reinició sus viajes en enero.
“Hemos tomado las riendas de un legado familiar” afirma Juan Alberto Ramírez, mientras mira con asombro y devoción, a locomotora de La Trochita. El hombre de 37 años, suma 14 años trabajando en el Tren Patagónico y representa la cuarta generación de una familia de ferroviarios.
Observa minuciosamente cada parte de la pesada estructura de hierro y los recuerdos de su niñez se mezclan con un presente que lo tiene como uno de los protagonistas principales del resurgimiento del tren a vapor en Río Negro.
Luego de recibirse de conductor de trenes a vapor y diésel, a partir de la temporada turística 2021 que inició La Trochita el pasado 23 de enero, es uno de los conductores del legendario trencito que cada fin de semana surca la meseta rionegrina.
En el interior del viejo y amplio galpón de chapas, camina el piso impregnado en petróleo seco que guarda las pisadas de cientos de ferroviarios que alimentan la riquísima historia ferroviaria de Jacobacci y la zona. El mismo lugar que pisó tantas veces siendo un niño, acompañando a su papá Miguel.
Juan se retrotrae en el tiempo recordando que a principios del siglo pasado, en Olavarría, su abuelo paterno, Alberto Ramírez Ramírez, arreglaba las calderas de las locomotoras a vapor que funcionaban en aquella época en el ramal Roca y luego su abuelo Enrique, que empezó como “artesano ferroviario” restaurando viviendas y estaciones ferroviarias, se jubiló como conductor de trenes. Ese legado se lo dejó a su padre Miguel, quien también se jubiló en Jacobacci como conductor.
Por el lado materno, a mediados de 1930 su abuelo Juan Ekerman, llegó desde su Santa Fé natal a Conesa a trabajar en el ramal ferroviario de la trocha angosta que trasladaba la producción del ingenio de azúcar de remolacha que funcionaba en Colonia San Lorenzo, ubicado a 15 kilómetros de General Conesa, hasta la estación Lorenzo Vintter, entre Viedma y San Antonio. Luego Juan fue trasladado a Río Chico, para cumplir funciones en la estación Cerro Mesa.
“Si sumamos todos los años que cada integrante de mi familia trabajó en el ferrocarril, son más de 150. Yo empecé como ´ayudante´ y llevó 14. Pero, prácticamente podría decir que nací arriba del tren, porque mi papá, siendo conductor de La Trochita, conoció a mi mamá -Angélica- en los viajes que hacía a Río Chico….. y de ahí vengo yo” afirma entre risas.
Junto a otros compañeros, Juan representa la nueva generación de conductores que tiene el Tren Patagónico. “Hoy nos toca levantar la bandera del tren a vapor, después de tantos años sin funcionar Somos una nueva generación que retomamos este tren que es histórico a nivel mundial. Tenemos la responsabilidad de conducir una parte importante de la historia de nuestra región. Es algo maravilloso”.
Califica la conducción del tren a vapor como “un oficio artesanal” que implica una gran concentración y pasión. Las locomotoras datan de 1922 y actualmente y, a pesar de haber sido restauradas, funcionan con la misma tecnología de fabricación.
Al compararlo con las máquinas diésel, del denominado tren grande, señala que la conducción de una máquina a vapor te obliga a estar continuamente más atento, ya que funciona de distintas maneras en zonas de ascensos y descensos, en curvas, en sectores planos, lo que lleva a controlar la producción de vapor. Además hay que ir realizando paradas para abastecerla de agua y lubricar el sistema de tracción.
“En el taller están las mismas herramientas que cuando se puso en marcha el ramal, en 1945. Esas que tantas personas utilizaron y le dieron de comer a tantas familias. Todo sigue siendo muy artesanal. Por eso, a pesar de lo que está escrito en los libros, se aprende mucho de las personas que trabajaron en la trocha y de quienes aún están. De charlar con los viejos conductores. En mi caso también aprendí cuando acompañaba a mi viejo y un poco jugaba en la locomotora y otro poco miraba lo que hacía. Por eso este oficio es un legado que te van dejando los mayores, muchos de los compañeros más antiguos, charlando en las comunas, etc.”
El trabajador ferroviario resalta el gran trabajo que realiza la gente del taller manteniendo el material rodante, a quien le atribuye el 90% de que la tarea del conductor se realice sin problema y de Gabriel Asenjo, un mecánico apasionado de los trenes a vapor que llegó desde Buenos Aires hace unos años para restaurar las maquinarias. “Le ponen muchísima pasión y ganas. Ellos hacen que nosotros podamos ´llevar el tren´ sin problemas. Lo de Asenjo es asombroso”.
Con el paso de los años, la formación de La Trochita incrementa su encanto. El interés que despierta este trencito en quienes visitan Jacobacci y también en muchos lugareños no tiene límites. La decisión del gobierno provincial de reflotarlo con fines turísticos, con viajes regulares desde 2019 en adelante, cosecha cada vez más adherente.
“Uno, que nació en Jacobacci, no alcanza a tomar la real dimensión de lo que significa La Trochita. Ahora que me toca conducirla, veo la emoción que despierta en muchas personas que llegan de distintos lugares expresamente a viajar en este trencito. Hay gente que vivido o han pasado por Jacobacci y ahora que La Trochita funciona nuevamente, han vuelto a realizar el viaje. Los ves llorando cuando la ven, no pasan de sacarse fotos, etc. Ni hablar de los extranjeros” añade.
Juan tiene una pequeña hija que, como el lo hizo con su padre, muchas veces lo acompaña hasta los talleres o se suma a los pasajeros en algunos viajes.
“Me gustaría transmitirse esta pasión a mis hijos. Por ahora tengo una nena.. Le gustan mucho los fierros y siempre me acompaña. Pero acá, en Río Negro, no hay mujeres conductoras. Quizá, cuando crezca puede ser la primera…” sentencia.
“Cuando empezó a funcionar era el Internet de ahora»
La construcción del ramal de la trocha angosta, entre Jacobacci y Esquel, fue una herramienta de desarrolló fundamental para los pueblos que se ubican al sudeste del territorio rionegrino y al noreste de Chubut. El 25 de mayo de 1945 unió por primera vez en un viaje oficial los 402 kilómetros entre ambas localidades. A partir de allí y hasta mediados de 1994, se constituyó en medio de comunicación fundamental.
“Si tuviéramos que compararla con algo actual, en aquellos años La Trochita era el Internet de ahora. Un medio de comunicación fundamental. Lo que permitía una conexión con el mundo. Además de los pasajeros, La Trochita transportaba la lana, los alimentos, la correspondencia, los animales, etc. Todo se transportaba en este trencito hasta el cemento con el que se construyó la represa Futaleufú, que llegaba a granel a Jacobacci, y había que llevarlo a Esquel” afirma Juan Ramírez.
El hombre resalta la decisión de la provincia de Río Negro de volver a poner en funcionamiento el legendario trencito.
“Después de muchos años, que vuelva a funcionar La Trochita con regularidad es algo muy bueno. Hay un esfuerzo muy grande de la parte empresarial, que le puso muchas fichas. Y para Jacobacci es recuperar una parte grande de la historia de este pueblo”.
Hasta el 3 de abril podés disfrutar de La Trochita
Este verano La Trochita empezó a funcionar el sábado 23 de enero. Desde entonces tiene una salida semanal. Todos los sábados a las 11 parte de la estación de Jacobacci hacia Ojos de Agua.
Las próximas salidas están programadas para los sábados 6, 13 y 20 de marzo, y el 3 de abril en Semana Santa.
El pasaje tiene un costo $2.800, con descuentos del 30% para menores de 4 a 12 años. Los jubilados y residentes de Río Negro también tienen el beneficio del 30% de descuento.
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