Jóvenes con adicciones no tienen contención en Bariloche

Denuncian que el abandono por parte del Estado se acrecentó con la pandemia. Desde Sedronar aseguran que tienen programas de prevención y trabajan solo en algunos barrios, pero no en territorio.

Las estrategias de atención y acompañamiento a personas con adicciones y “consumos problemáticos” implementadas desde el Estado sufrieron un retroceso en los últimos años y el abandono se agravó aun más desde el comienzo de la pandemia, según denunció el docente y exdirector del Sedronar en Bariloche, Fernando Fernández Herrero.

La responsable local de la secretaría nacional Sedronar, Gabriela Yasko, afirmó que “los dispositivos no se cerraron, existen, tanto para la prevención como para la asistencia”, pero aceptó que las medidas de aislamiento obligatorio impusieron cambios organizativos que los obligan a postergar el trabajo presencial. También afirmó que el despliegue de ese organismo está focalizado en algunos barrios del Alto y no llega a toda la ciudad.

La provincia y el municipio también tienen programas para el seguimiento de los casos de adicción, pero más dedicados a la prevención y no al abordaje directo de adicciones ya declaradas.

El debate sobre el tema recrudeció en las últimas semanas luego de la muerte de un joven del barrio Nuestras Malvinas, que arrastraba un grave problema de alcoholismo.

“Se murió porque los pibes de los barrios populares no son prioridad para las personas en posiciones de poder -escribió Fernández Herrero-. A veces un cantero tiene más presupuesto”.

Yasko dijo que ese caso resultó muy doloroso, pero aseguró que el Sedronar se había ocupado en su momento y que a fines del año pasado propuso estrategias de acompañamiento para el joven “que no fueron aceptadas por la mesa de organizaciones” abocadas a la temática. Señaló incluso que ella misma advirtió que el joven, de 24 años, “corría riesgo de vida, y fue lamentable lo que terminó por ocurrir”.

Atención deficiente

Fernández Herrero dijo que “van a escuchar que se habla mucho de ‘redes’, de ‘recursos’ y de ‘articulación institucional’, pero lo concreto es que el Estado no tiene un lugar que los reciba”. Refirió que cuando hay jóvenes que caen en cuadros de intoxicación severa terminan en el hospital, donde “los estabilizan, los desintoxican y en tres o cuatro días lo mandan a la casa”.

Explicó que el Sedronar “lo único que tenía era un grupo con el que realizaban paseos a la montaña, pero desde noviembre no se hacen”, mientras que le municipio cuenta con un “centro de prevención de adicciones” que funciona en una casa cercana a la escuela La Llave, “donde no reciben jóvenes con consumos problemáticos” y sólo realizan “charlas en escuelas, pero ahora están cerradas”.

En tanto, según Fernández Herrero, la provincia cuenta con un programa similar “con tres o cuatro operadores, pero también sin capacidad”.

El extitular de Sedronar apuntó que todo el andamiaje propuesto por el Estado descansa en emprendimientos autogestivos como el hogar Emaús o organizaciones no gubernamentales como la que él mismo creó, la fundación San José Obrero. En su opinión esa fórmula “es un papelón, porque el Estado está poniendo plata, pero no donde hace falta”.

Dijo que lo que empuja al consumo de sustancias psicotrópicas es “el contexto social” y que los jóvenes de sectores populares “en un 80% no terminan el secundario, dejan a lo sumo en segundo año y quedan afuera del sistema educativo”, a lo cual se suman padres ausentes y familias que no los contienen.

Para mí el trabajo sirve si es fuertemente territorial, pero no se hace nada -aseguró-. Es necesario un compromiso importante. El Estado paga muchos sueldos, pero en los hechos (los operadores de los programas) reformatean su trabajo para hacer algo virtual o de oficina. El trabajo real de acompañamiento es muy bajo”.

Recordó que la tarea que desarrollaba el Sedronar en Bariloche, con el programa País, quedó desarticulado al comienzo de la gestión de Mauricio Macri y hasta hoy no tuvo reemplazo.


Métodos adaptados


Gabriela Yasko desmintió lo dicho por Fernández Herrero y aseguró que “sí existen dispositivos de trabajo territorial”. Dijo que desde el Sedronar realizan “talleres preventivos”, aunque admitió que quedaron interrumpidos con la pandemia, porque “los seguros no cubren”.

La fundación San José Obrero, aseguró Fernández Herrero, sólo interrumpió un par de meses y luego volvió con sus talleres de oficios a los que concurren más de 50 jóvenes, con medidas preventivas “y ningún contagio de covid, hasta ahora”.

Yasko explicó que el Sedronar no trabaja en todo Bariloche sino en los barrios Malvinas, Nahuel Hue, El Frutillar, 2 de Abril, Unión, 645 Viviendas y 29 de Septiembre, pero “si se acercan chicos de otros barrios” los incorporan.

Dijo que en la actualidad ese organismo nacional cuenta con un equipo de 11 personas, entre operadores, asistentes sociales y una psicóloga. Realizan “visitas domiciliarias en duplas, para ver si cada familia tiene todo lo que necesita, apoyo escolar, y sus derechos cubiertos”. También acompañan a los jóvenes mediante un “espacio de escucha” y concertan citas “por teléfono, zoom o por meet”.


«Articular»


Desde el municipio, la subsecretaria de Desarrollo Humano Integral, Paula Barberis, señaló que realizan “trabajo en conjunto y seguimiento de casos” desde el Centro de Prevención de Adicciones y también ponen el foco en el alcoholismo, en colaboración con Emaús y con el grupo Traful, del barrio Arrayanes.

Aseguró que el rol de los operadores del Estado es principalmente el de “articular” y admitió que desde el inicio de la cuarentena, hace ya siete meses” ese trabajo se discontinuó porque “la presencialidad está afectada”.

Yasko dijo que el plan a su cargo no descuida la prevención, y tampoco “la atención y la asistencia”.

Fernández Herrero insistió en su mirada crítica y dijo que las propuestas como las de San José Obrero, tienen muchos jóvenes que participan, pero escasean los recursos, “mientras que en el Estado tenés la contracara: hay estructura, hay sueldos, pero no hay chicos”.


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