Isla Huemul: de la gran farsa de la bomba nuclear al abandono
No hay un plan de manejo ni nadie que custodie las instalaciones donde Richter le aseguró a Perón que había dominado la energía nuclear.
El proyecto de la isla Huemul quedó en la historia como la gran farsa, el engaño de un científico austríaco al presidente Juan Domingo Perón y el sueño frustrado de llevar a la Argentina en la década del 50, a lo más alto en materia de desarrollo científico. Y las ruinas en las que se convirtió este lugar, con una decena de edificios abandonados, en el lago Nahuel Huapi, evidencian el olvido de aquel desengaño.
La isla -68 años después de aquel anuncio solemne y con un tono de misterio que realizó Perón sobre la fusión nuclear- hoy vuelve a estar en la agenda, al menos en los papeles, con un plan de manejo en discusión para la protección del espacio en materia ambiental y con dos iniciativas privadas para explotarla con excursiones turísticas, una actividad que dejó de realizarse a principios de la década del 2000 y que desde hace años está latente de volver.
Tenemos que buscar el equilibrio entre lo ambiental y lo comercial, si hacemos las cosas rápido no salen bien”.
Marcos Barberis, jefe de Gabinete municipal.
El abandono
Para llegar a la isla Huemul hoy no hay paseo turístico habilitado pero tampoco hay restricción para desembarcar en el viejo y deteriorado muelle de madera, por lo que a diario recorren los senderos residentes y turistas motivados por la curiosidad de ver qué quedó en pie de aquel despliegue de laboratorios y edificios que ordenó levantar el científico austríaco Ronald Richter con el aval de Perón.
Muchos llegan en kayak o embarcaciones propias. La distancia más corta de la costa es desde Playa Bonita, en el kilómetro 8 de la avenida Bustillo, donde alguna vez existió un muelle desde donde partían las barcazas con los materiales de construcción para las edificaciones de la isla. Otros llegan desde puertos privados y los menos van desde el puerto San Carlos, que sería la ruta oficial habilitada por Parques Nacionales para navegaciones con pasajeros a la isla.
A metros de la costa, en diagonal al muelle, recibe a los visitantes la popa de un barco hundido, el Don Luis. Una vez en tierra, el sendero -que se mantiene intacto aunque angosto- invita a un recorrido que en una hora puede llevar al final del trayecto, con paradas obligatorias, casi por inercia, frente a cada mole de hormigón y ladrillo que se erige en la isla.
En el camino guían el recorrido los descoloridos carteles de Emprendimiento Huemul, una empresa que en 1992 se hizo cargo de la explotación turística de la isla mediante una concesión que otorgó la municipalidad y cuyo contrato se rescindió por incumplimientos en 2004. Cabe recordar, que al igual que otros puntos de interés para Bariloche, como el cerro Catedral, la isla Huemul fue parte del Estado nacional, luego provincial y recién en 1987 fue transferida al municipio.
Durante la incursión de “isla turística”, se construyeron otros edificios que nada tienen que ver con el proyecto nuclear de Richter. La casa de Prefectura es la primera construcción donde hasta el año pasado había una guardia permanente pero que la fuerza de seguridad abandonó por las malas condiciones del edificio. Ahora el municipio estudia financiar las reformas de la estructura con fondos de la tasa al turista. También están abandonados un salón en la costa del lago, que se utilizaba para eventos, y un espacio donde funcionó un parador.
Tiempos
- 1948
- Richter comienza a desarrollar el proyecto Huemul. En 1952 un informe de José Antonio Balseiro descubre el fraude.
- 1987
- La provincia transfiere la isla Huemul a Bariloche. Cuatro años después se adjudica su explotación turística.
La isla también contiene la tumba del Cacique Güemul junto a un arrayán de grandes dimensiones, ubicada a un lado del sendero y con un cartel indicativo.
Los pastizales altos, la maleza y los escombros son parte del paisaje en la isla que remite a leyendas de lo más siniestras pero también tiene una frondosa vegetación que incluye manzanos y acompañan desde lo alto el sonido de las aves que parece amplificarse en medio del silencio que reina en el entorno.
Moles de cemento
Desde una imagen aérea se pueden ver las estructuras que ocupan el primer tercio de la superficie total, de 74 hectáreas. El resto es un área de bosque tupido donde hasta ahora no hubo intervención humana y donde se pretende mantener como reserva ambiental.
En los sectores edificados, hay moles de cemento y ladrillo, con estructuras de hierro retorcidos, azulejos arrancados, faltante de maderas y revestimientos, grafitis, marcas de fogatas y hasta orificios de disparos en paredes. Estas marcas, tenebrosas, siguen intactas luego de que la isla en algún tiempo haya sido utilizada por la Escuela Militar de Montaña como “campo de entrenamiento y supervivencia”. Algunos pobladores de la costa de enfrente aducen que el mayor deterioro de los edificios se produjo por esas prácticas y que incluso fueron los soldados quienes arrancaron las maderas de los pisos de la vivienda de Richter para hacer fuego y calentarse por las noches.
Hay estructuras de los llamados laboratorios gemelos, el edificio de química, del reactor, laboratorio IV y el de Richter, la usina, una despensa y herrería y la casa de visitas. El grado de conservación es malo en general aunque en algunas hay mayor entereza con paredes en pie, rastros de pintura, techos de losa y pisos alisados.
El edificio de mayor deterioro es el laboratorio de Richter donde aseguran que el científico realizó pruebas y ensayos y donde hizo las supuestas pruebas de “reacciones termonucleares bajo condiciones de control en escala técnica”, según informó el expresidente Perón a la prensa y al mundo, el 24 de marzo de 1951.
La edificación tiene paredes de casi un metro y medio de ancho, estructuras de hierro en su interior, y un techo y paredes derribadas. Un cartel que la antecede indica que allí se realizaron experimentos y que luego el equipo e instrumental fue retirado. De manera posterior “fue utilizado para probar cargas explosivas por parte de personal militar y así convertido en las ruinas actuales”.
Otro edificio a medio terminar que llama la atención es uno de los llamados “laboratorios gemelos”, con paredes de más de 15 metros de altura y donde crecieron en su interior grandes arboledas que escapan en lo alto de una estructura sin techo. A pocos metros, luce más entero, el laboratorio de química que es donde funcionaba el equipo de Dr. Ehrenberg, un físico alemán asistente de Richter. Ese edificio estaba totalmente terminado y en funcionamiento en los años que se desarrolló el plan nuclear del austríaco que terminó bruscamente en 1952 ante la comprobación del fraude que develó el físico José Antonio Balseiro.
Casino, resort y hasta un Tecnópolis, todo descartado
La isla Huemul fue epicentro de anuncios e ideas alocadas desde hace casi dos décadas. En algún momento se habló de instalar una especie de “Las Vegas” con salas de juego y vida nocturna. También surgió la idea de un hotel de lujo con el encanto de estar emplazado en el medio del lago Nahuel Huapi y fue parte de los proyectos concretar allí un paseo científico o espacio para exposiciones al estilo Tecnópolis.
Nada de eso sigue en pie, solo dos proyectos de emprendedores privados que desde hace meses estudia el gobierno municipal, con la propuesta de realizar un circuito turístico en la isla Huemul.
“Los proyectos están en análisis pero primero debemos definir el plan de manejo, separar el área que tiene mayor protección ambiental y buscar un equilibrio con la propuesta comercial y turística. Deben convivir la cuestión ecológica-ambiental y la comercial”, señaló el jefe de Gabinete, Marcos Barberis.
Admitió que en sector norte de la isla donde hay un área natural, sin intervención humana, hay costas preciadas por quienes llegan en embarcaciones propias. “Podemos plantear un sector recreacional para pasar el día en las playas y otro con salidas de excursiones. Son cuestiones a evaluar”, afirmó.
Para el concejal Daniel González, que preside la Comisión de Turismo y en 2008 promovió sin éxito una licitación cuando estuvo al frente de la cartera turística, “urge poner en movimiento los proyectos, hay un cuarto de la isla antropizada y esa área se podría volver a explotar e incorporar un refugio u hotel de bajo impacto para hacerlo más tentador para una licitación”.
Años atrás -recuerda González- hubo dos embajadores brasileños interesados en traer empresas que pudieran hacer una apuesta a ese proyecto. Ahora, el concejal se inclina por activar un permiso provisorio a los dos emprendimientos que tienen interés en reactivarla. La decisión está en manos del Ejecutivo que admite que por los fracasos del pasado, llamar a una licitación no tendría éxito.
González apunta a una tarea interinstitucional para desarrollar un “plan turístico en la isla” porque “los turistas demandan nuevos circuitos y atractivos”.
Los edificios, uno a uno
Casa de Richter. El científico no vivió allí (residía en la costa del lago, frente a lo que hoy es el Centro Atómico Bariloche), solo la utilizaba para recibir visitas. Sus paredes fueron “polígono de tiro” de soldados de la Escuela Militar de Montaña.
Despensa y herrería. Quedan los rastros de la cocina de tipo industrial.
Laboratorio de química. A fines de los 40 fue uno de los pocos edificios en funcionamiento, allí trabajaba el equipo del Dr. Ehrenberg, físico alemán asistente de Richter.
Laboratorios gemelos. Dos grandes estructuras sin techo ni piso, de más de 15 metros de altura donde crecieron frondosos árboles. Hay vestigios de ceniza volcánica.
Laboratorio de Richter. Allí desarrolló pruebas y experimentos en busca de la fusión nuclear.
Usina. Con cinco grupos electrógenos para abastecer los laboratorios. Cuando se abandonó el plan, fueron empleados para suministrar energía a Bariloche.
Edificio del reactor. En principio tuvo una edificación cilíndrica que luego se derribó. Se construyeron enormes paredes con dos sectores, en uno irían los tableros de control y en otro el reactor nuclear.
Laboratorio IV. Las paredes tienen una cámara de aire. Seis ventanas fueron abiertas de manera posterior. Tiene el tamaño de un gimnasio y allí se proyectó un museo interactivo.
Ronald Richter llegó a la Argentina tras la caída del nazismo en 1945 y Perón lo hizo ciudadano argentino en 1947. Murió en Viedma en la década del 90.
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