Internas, hartazgo y una foto 2001
Las PASO para definir los candidatos a diputados nacionales jugarán, principalmente, contra un enojo social derivado de la pandemia.
La excitación telefónica de la presentación de las listas dio paso al inicio de las campañas políticas para las PASO del 12 de septiembre. El primer resaltado en el cuaderno de los armadores de la política neuquina refiere a un pasado trágico para el país: las elecciones tras el estallido social del 2001. A dos décadas de aquellas delicadas horas para la sociedad argentina hay condiciones que se repiten. Principalmente la frágil situación social, el aumento de la pobreza y, fundamentalmente, el hartazgo de los votantes y la condena a la dirigencia política, producto de la pandemia.
Si bien es falso asegurar que son escenarios idénticos, para los pensadores de las campañas hay líneas que pueden repetirse: una merma en la participación de los votantes (algo que ocurrió con los primeros comicios en pandemia) y un humor social que cruje y amenaza la previsibilidad electoral de los votantes.
Parte de ese esquema ya está amortizado para las principales fuerzas políticas porque la dispersión de opciones electorales (en Neuquén se oficializaron 13 fórmulas) y un caudal de votos atenuado, redundará en beneficio de las opciones mayoritarias. De ahí que, al menos dos de estos espacios, no descartan que en noviembre el ganador doble al tercero y consiga dos de las tres bancas en juego.
El mapa de tercios, que incluye al MPN, el Frente de Todos y los partidos de Juntos por el Cambio, efectivamente podría diluirse por las dificultades que acumula, por erosión interna y externa, el espacio que lideró Mauricio Macri. Sin embargo, resta saber qué harán los votantes del experimentado Jorge Sobisch, que sorpresivamente se quedó fuera de la elección por un error administrativo.
El mapa de tercios, del MPN, el Frente de Todos y los partidos de Juntos por el Cambio, podría diluirse por la erosión del espacio que lideró Mauricio Macri.
Lo que le ocurrió a Sobisch despertó distintas interpretaciones, en la mayoría de ellas aparece el error involuntario como una opción. En el primer turno, sus votos pueden reforzar la oposición interna en el MPN, que desaprueba la conducción del gobernador Omar Gutiérrez pero, en las generales, podrían terminar confluyendo al espacio que más refleje el anti kirchernismo. Sin embargo, entre las interpretaciones que se hicieron sobre la caída de “Bigote” algunos pusieron en duda su caudal de votos.
El oficialismo del MPN llega con la tropa en fila. La amnesia del enojo que suele predicar el partido gobernante en elecciones le permitió que las diferencias queden de lado o que casi se olviden. Tan es así que los jefes de campaña serán el gobernador y presidente del partido, Gutiérrez, y el fundador de la Lista Azul, Jorge Sapag. La selección de sus candidatos parece diseñada para intentar gambetear el hartazgo social por la baja (o moderada) exposición pública de sus integrantes en la pandemia.
Rolando Figueroa, que necesitaba presentarse para mantener la ilusión del 2023, sabe que no la tiene fácil. Correrá desde atrás y bastante aislado por el oficialismo que le cercó algunos de sus aliados. Aún sin el resultado esperado, el exvicegobernador podría hacer un balance positivo al quedar activo dentro del partido. Claro que si se impone será otra la ecuación, incluso podría salpicar al Frente de Todos a quién le disputaría votos.
Justamente el Frente de Todos es el que tiene más allanada su interna. La lista de unidad alcanzada, toda una rareza en el peronismo neuquino y sus aliados, no tendría mayores dificultades pese a la presentación de Fabián Ungar y Asunción Miras Trabalón. El secretario de Energía, Darío Martínez, se anotó (contra varios pronósticos) un poroto con la aceptación de Tanya Bertoldi como cabeza de lista. En este espacio se preparan para competir en noviembre contra el oficialismo del MPN.
Si bien para septiembre falta muy poco y se asoma una campaña exprés. El escenario de las generales resulta mucho más incierto. La pandemia no solo afectará las prácticas del proselitismo neuquino, también impactará en el humor definitivo del electorado. El hartazgo social que multiplicó el virus mueve muchas de las variables al terreno de los imponderables, donde quizás la grieta termine por restar votos en vez de sumarlos.
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