Innovación, tecnología y cooperación: ver lo que viene

Diego Pasjalidis *

La inteligencia artificial, la robotización, la fabricación aditiva, internet de las cosas y la integración con sistemas abiertos y colaborativos en la nube están conduciendo cada vez más hacia la ruptura de viejos paradigmas, reemplazando, desplazando y creando nuevos canales, profesiones, modelos de negocios y sectores.


Ya no se trata de la coyuntura local, sino que es la nueva realidad internacional la que marca la agenda de todos los países, e impacta en la manera que el mundo produce, comercializa, comunica y decide.
Esto tiene y tendrá cada vez una mayor profundidad, y significa un impacto en las pymes, que se convertirán en una nueva oportunidad para llevar nuestros productos y servicios al mundo.


¿Cómo debería posicionarse una pyme argentina ante este desafío?
En primer lugar, aceptar la inminencia de las tendencias, y analizar el impacto directo e indirecto que tendrán en su sector, en sus competidores, en los potenciales sustitutos, en sus proveedores y sus clientes. Hay que comenzar a integrar innovación, tecnología y cooperación como parte del triángulo estratégico que se requiere para sostenerse y perdurar.


Pocas pymes tienen el tiempo, conocimiento, herramientas o energía para observar qué pasa fuera de sus cuatro paredes, porque el día a día las obliga a atender las operaciones, costos y ventas. Pocas veces tienen el espacio para ver “lo que viene”.

La “vigilancia tecnológica” es un proceso que toda pyme debería realizar. Los cambios son cada vez más rápidos y profundos, afectando a productos y servicios.


Y esto no solo les sucede a las pymes. Empresas como Kodak, Blockbuster, importantes medios de comunicación, cadenas hoteleras, o proveedores de telefonía (entre otros) no supieron monitorear cómo las tecnologías estaban gestando su “Uber”. No tuvieron tiempo para anticiparse y, ante el inminente cambio, capitalizar los beneficios de ser los primeros.


La “vigilancia tecnológica” es un proceso que toda pyme debería realizar, ya que los cambios son cada vez más rápidos y profundos, y pueden afectar tanto al producto o servicio que ofrecen, como al canal mediante el cual lo hacen, los procesos que actualmente utilizan, el medio por los que el potencial cliente busca y compra. Y no solo esto, sino vigilar también aquello que puede afectar a nuestro cliente (o al cliente de nuestro cliente) generando proactividad e innovación para anticiparse al cambio.


La nueva economía se mueve sobre la base de la innovación, por lo que si una empresa (o país) con fuerte desarrollo tecnológico tiene vínculos con otra menos avanzada, esta cooperación puede convertirse en una palanca fundamental para desarrollar negocios regionales o internacionales.
Lo anterior alcanza a todo el ecosistema empresario.


Organismos como el INTI también debieron reformular su estrategia sobre la base del triángulo innovación – tecnología – cooperación, y generar una nueva estructura para ser palanca del conglomerado pyme y potenciar el desarrollo que viene fomentando desde hace más de 60 años.


Incluso, impulsó nuevos mecanismos de cooperación para permitir a las empresas acceder a desarrollos, que a priori podrían parecer inalcanzables, aprovechando la capacidad y conocimiento del organismo, con nuevos sistemas de transferencia tecnológica basadas en licencias o regalías que aseguran desarrollos sin grandes desembolsos iniciales y de bajo riesgo para que tengan el potencial de generar empleo, nuevos mercados o productos de impacto industrial.


Este fue el modelo de transferencia que se llevó adelante junto a la empresa Pampa Trade S.A, para el desarrollo de un novedoso limpiador que alarga la vida de frutas y hortalizas, arrastra residuos de pesticidas y permite reducir tanto la suciedad como la carga microbiana presente en la superficie de estos alimentos.


El cambio es inminente. Con la unión y desarrollo de la tecnología, innovación y cooperación del ecosistema pyme, incluyendo universidades y organismos públicos, podemos desarrollar una nueva economía con alto valor agregado, y con nuevas fuentes de empleo para los sectores regionales tradicionales, y para aquellos que ya están comenzando a surgir.

(*) Gerente de Transferencia Tecnológica del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).


Diego Pasjalidis *

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