Inflación: La idea fija monetarista no encuentra respaldo empírico
La presencia de los economistas en las listas rumbo a las elecciones, pone sobre la mesa nuevamente la discusión acerca de las causas del crecimiento sostenido de los precios. Los datos y los tropiezos recientes, son elocuentes.
Cuesta en Argentina debatir ideas. En especial en tiempos de campaña. La obscena bajeza retórica y discursiva exhibida en los últimos días de parte de algunos de los más encumbrados candidatos, quita el foco de la discusión respecto a los temas verdaderamente relevantes. La inflación, es sin dudas uno de ellos.
No obstante, el hecho de que las listas de los principales espacios políticos a nivel nacional sean encabezadas en los distritos más grandes del país por economistas, habilita la posibilidad de volver a poner en el centro de la agenda problemas históricos y estructurales como el avance de los precios. En efecto, la ciudad de Buenos Aires llega a las PASO con Leandro Santoro como candidato por el Frente de Todos, Javier Milei por el frente “La Libertad Avanza”, y con la disputa interna en Juntos por el Cambio entre Ricardo Lopez Murphy y Martín Tetaz.
Fue precisamente Martín Tetaz, el que se atrevió a disparar la discusión. Una discusión de fondo, en tanto propone una vez más encontrar las causas que generan inflación, es decir, el origen del crecimiento sostenido en el nivel general de precios.
“Lo primero que voy a hacer si soy electo diputado, es presentar un proyecto para modificar la Carta Orgánica del Banco Central, quitándole la máquina de hacer billetes al Presidente y estableciendo que el directorio del BCRA nunca más pueda ser elegido ni removido por el Presidente. El directorio del BCRA debe ser elegido y removido por una mayoría de 2/3 del Congreso, por un consenso, y su mandato debe durar hasta que una nueva mayoría lo vuelva a cambiar”, explicó Tetaz durante el vertiginoso raid mediático de los últimos días, en el que visitó los mismos lugares que supo pisar como panelista, pero ahora con el traje de candidato.
Demás está decir que la sola presentación de un proyecto de tales características, no garantiza que el mismo sea convertido en ley.
El planteo sin embargo, guarda en sí mismo toda una definición ideológica. La secuencia del razonamiento de Tetaz es: el Estado gasta más de lo que recauda, incurre en déficits recurrentes, no cuenta con otras fuentes de financiamiento, acude por lo tanto a la emisión monetaria para saldar el rojo fiscal, y cuando la emisión monetaria crece a una velocidad más rápida que el producto, inevitablemente hay inflación.
Difícilmente exista algún economista que pueda desconocer el efecto de la emisión excesiva respecto del nivel general de precios. Pero el planteo de Tetaz está atravesado por la visión ultra ortodoxa de la escuela monetarista, que señala a la expansión monetaria como “la única” causa por la cual existe inflación.
Subyace en este tipo de razonamiento, que no existen otros elementos en la economía argentina que sirvan para explicar el fenómeno inflacionario.
La negación sistemática de la multicausalidad en la formación de precios de parte de la ortodoxia argenta, debiera ser verdaderamente el centro del debate.
Una mirada multicausal para la inflación, habilita a incluir como parte de una solución estructural, factores tales como la matriz de costos en la cadena de producción; la influencia directa del tipo de cambio, en tanto referencia para exportaciones e importaciones, y por lo tanto para la formación de precios de los alimentos y los combustibles; las características de demanda; y la estructura de los mercados, que en Argentina es en general oligopólica y/o monopólica, y por lo tanto concentrada y con poder para influir deliberadamente en los precios. También incluye la ecuación monetaria, pero a diferencia de la mirada monetarista, no la reconoce como la única variable que explica la dinámica de precios, sino como una de las tantas variables determinantes.
Imaginar que la simple aprobación de una ley del Congreso de la Nación podría acabar con un problema estructural de la economía argentina, se asemeja al realismo mágico.
Hace al menos medio siglo que nuestro país ensaya soluciones a la inflación. Gobiernos de diferentes colores políticos, con diversas concepciones económicas, democráticos y autoritarios, todos sin excepción, lidiaron con la dificultad de contener la inflación. Bueno hubiese sido al devenir de la historia reciente, si la solución fuese tan sencilla como “quitarle al Presidente la máquina de hacer billetes”. La “independencia del Banco Central” que declaman una y otra vez los liberales, es ajena a la propia concepción capitalista que predican. Ninguno de los países desarrollados del mundo renunció jamás a la política monetaria como herramienta de la gestión económica. Basta con recordar el multimillonario rescate público a las entidades bancarias en la crisis sub prime de 2008, o la enormidad de dólares que los países centrales volcaron a la economía para contener el Covid.
Con todo, lo más llamativo del planteo de Tetaz, es que la visión que plantea respecto a la inflación, fue la que aplicó el gobierno del partido que él mismo representa en las próximas elecciones. Una visión que no solo se despidió del poder con la inflación más alta de los últimos 28 años, sino que fue rebatida una y otra vez por la estadística.
El escollo para el monetarismo es que la reducción del gasto necesaria para satisfacer el modelo, es inviable para la economía argentina.
El primer gráfico adjunto muestra la variación porcentual anual de la base monetaria en comparación con la tasa acumulada anual de inflación. El desacople entre emisión monetaria e inflación queda a la vista, tanto si los datos de analizan año a año, como si se evalúan por periodos de gestión. El año 2012 registró un crecimiento del 39% en la base monetaria, y una inflación (IPC Congreso) del 26,7%. En 2015, la base monetaria creció 40,5% y los precios 24,7%. Como contracara, 2016 exhibe un crecimiento del 26,6% en la base monetaria y una inflación de 40,9%, y 2018 registró una suba del 36,1% en la base monetaria y un 47,6% de inflación. La ausencia de correlación es más que evidente.
El segundo gráfico, arroja luz sobre uno de los elementos que en los últimos años ha motorizado la dinámica de precios: el dólar. Los datos revelan que a un año en que se registra una fuerte devaluación, le sigue un año de alta inflación. Así se verifica en 2015 (devaluación de 56,5%) y 2016 (inflación del 40,9%), o en 2018 (devaluación del 104,9%) y 2019 (inflación de 53,8%).
No obstante, un latiguillo que repiten los monetaristas, es que la reducción en la base monetaria surte efecto con un delay de al menos seis meses. Por tal motivo (afirman) es necesaria una reducción del ritmo de emisión que sea sostenida en el tiempo, a fin de ver los resultados en cuanto a la inflación.
Una vez más, los datos desmienten al modelo del manual monetarista. El gráfico muestra que el ritmo de crecimiento de la base monetaria se redujo del 40,5% en 2015 al 29,7% en 2019, y en el mismo lapso la inflación pasó del 24,7% al 53,8%.
Pero por si acaso la falta de evidencia empírica no alcanzara a demostrar lo inexacto del planteo ultra monetarista, basta con recordar que para reducir drásticamente el ritmo de expansión monetaria, el macrismo al cual hoy adscribe Tetaz, debió elevar las tasas de interés a niveles cercanos al 100%, generando un formidable nicho de negocio financiero, y aniquilando la actividad productiva, lo que llevó a la mega recesión en la cual se encontraba el país cuando llegó la pandemia.
El trasfondo real del planteo liberal de Tetaz, es que el Estado debe reducir el gasto público, un ensayo que también llevó a cabo el macrismo.
El enorme escollo que encuentra una propuesta semejante, es que la reducción del gasto necesaria para satisfacer las premisas del modelo, es de proporciones inviables para la economía y el entramado social argentino. Implicaría una fuerte reducción de la cantidad de empleados públicos, una reducción de las partidas sociales, una fuerte actualización de las tarifas de los servicios públicos, o resignarse a no contar con algún Ministerio (por ejemplo el de Salud).
La receta luce conocida, sencillamente porque se parece demasiado a las políticas aplicadas recientemente.
Los datos y los tropiezos recurrentes, demuestran que las miradas sesgadas rara vez ofrecen resultados. El debate debiera confluir en una mirada integral de los problemas estructurales argentinos. Una mirada que ninguno de los gobiernos argentinos desde el regreso de la democracia quiso, supo o pudo aplicar.
Datos
- 53,8%
- La inflación de 2019, el último año en que la visión monetarista tomó las decisiones en la economía.
- 29,7%
- El crecimiento de la base monetaria en 2019, el año de mayor inflación en 28 años.
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