Horizonte nublado

Hace algunos meses, buena parte del mundo, encabezada por el gobierno de Estados Unidos, suponía que el colapso argentino era un episodio aislado atribuible a nada más que la combinación nefasta de un esquema cambiario sumamente rígido con una clase política internacionalmente célebre por su irresponsabilidad y corrupción que se había habituado a vivir de los créditos ajenos. Sin embargo, en las semanas últimas síntomas que acaso no sean tan llamativos como los que antecedían nuestro derrumbe pero que así y todo son alarmantes han estado apareciendo no sólo en otros países latinoamericanos como el Brasil sino también en Estados Unidos y, si bien en grado menor, la Unión Europea, además de Turquía, lo que hace temer que podrían estar por caer víctimas de una variante de la misma enfermedad. Aunque los cautamente optimistas siguen llevando la voz cantante en Estados Unidos, Europa y el Japón, son cada vez más los que sospechan que la caída en cascada de las grandes bolsas y la pérdida de valor del dólar frente al euro podrían presagiar una depresión comparable con aquella de los años treinta del siglo pasado. Según éstos, los consumidores norteamericanos estarán por asustarse, lo cual reduciría abruptamente las importaciones de la "locomotora estadounidense" e incidiría con fuerza en países como Alemania que en buena medida dependen de su capacidad para exportar, frenando la incipiente recuperación europea.

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