Hongos venenosos: las variedades que crecen en nuestra región

Tras el fallecimiento del turista en Córdoba, creció la preocupación por su consumo. En la cordillera, donde hay más de 3.000 variedades, no crece el Amanita Phalloides, pero sí otros que tienen graves consecuencias e incluso pueden ser letales.

La preocupación por el consumo de hongos se reavivó en estos días, luego de que un hombre de 36 años muriera tras haber ingerido una variedad silvestre venenosa que recolectó en las sierras de Córdoba. Y también luego de que en diciembre, un hombre haya muerto en el hospital de Bariloche sin que aún se pueda determinar si la causa fue el consumo de hongos tóxicos o no procesados de manera correcta para el consumo humano.

En nuestra región crece una enorme variedad de hongos, sobre todo en la zona cordillerana. Pero, tal como advierte la micóloga Laura Lorenzo, doctora en Biología y ex profesora de la Universidad del Comahue, “con los hongos no se juega”.

Es especialmente importante saber cuáles son comestibles y cuáles no.
En el caso de Córdoba, el hongo que consumió el jóven fue el de la especie Amanita Phalloides, que le “produjo una insuficiencia hepática fulminante”, según precisó el doctor Mario Sorbera del Sanatorio Allende. Sorbera alertó sobre la gravedad del consumo de esta variedad, que provoca una mortalidad “en el 95% de los casos. De acuerdo a lo que dice la biografía, es uno de los hongos más venenosos que existen”.

La micóloga de Bariloche explica que ese mismo hongo generó varias intoxicaciones en La Plata y en otras zonas del país, pero aclara que “no se registra aún en esta zona cordillerana”.

Agaricus Arvensis, otro hongo de la región, es comestible.

Aún así, Neuquén y Río Negro no están libres de hongos peligrosos. Los que sí crecen en esta región son, por ejemplo, los Amanita muscaria, ese hongo que en el sombrero o la seta roja lleva pintas blancas, una especie que siempre se usa para ilustrar los cuentos infantiles de duendes.

Lo cierto es que no tiene nada de inocente. Además de efectos alucinógenos, tiene alta toxicidad y puede afectar el aparato digestivo dependiendo de la sensibilidad de cada persona.

Esta especie se registró en Neuquén y desde el año 2000, se ven cada vez más por toda la cordillera.

“Es originario de Asia y ahora está distribuido por todo el mundo. Se asocia a las raíces de pino, de abedules y otras especies. Se distribuye por la plantación de especies de árboles exóticos o por las esporas en el aire, que uno puede arrastrar en los zapatos y ropa “, explica Lorenzo.


En caso de presentar síntomas como diarrea, náuseas, vómitos, hemorragias, signos neurológicos e insuficiencia hepática y renal, acudir al médico.


La micóloga es terminante a la hora de advertir sobre los riesgos de consumir los hongos sin identificarlos previamente: “Los problemas más leves que pueden provocar son gastrointestinales. Si uno come gran cantidad de hongos de pino es probable que termine con una indigestión. El sistema digestivo humano no está preparado para compuestos fúngicos”.

Pero además, “si hay una sensibilidad particular de cada persona, pueden provocar una deshidratación severa. El siguiente nivel de complejidad son los alucinógenos, como cualquier droga. Y el efecto más complicado es cuando las toxinas atacan a nivel celular los riñones, el hígado o la sangre. En muchos casos, si no se llega a transplante, la persona muere”.

La doctora en Biología Laura Lorenzo es especialista en hongos.

¿Y entonces?


¿Cómo reconocer los hongos? y, ¿qué recaudos deben tomarse? son las preguntas que todos se hacen.

En nuestra región, los hongos venenosos que crecen son el Amanita muscaria, el Paxillus involutus, el Mycena pura, como ejemplos de hongos naturalizados tóxicos, y los nativos, Austopaxillus statuum y Gyromitra antarctica, según explican desde el Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico (CIEFAP).

Distinguir esas especies entre los miles de hongos que crecen en los bosques del sur no es tarea sencilla. Por eso, especialistas, médicos y micólogos, recomiendan “siempre consultar antes de comer”.

Fuera de esas variedades “temibles”, en la región hay alrededor de 20 especies de hongos que son comestibles y “fácilmente determinables”. El Llao Llao y “sus parientes” son comestibles, sabrosos y fácilmente identificables, explican. Se los asocia al roble pellín, la lenga, el coihue y el ñire y están presentes en Chile, Australia, Nueva Zelanda y Nueva Guinea.

Ejemplares de Amanita Muscaria, de “sombrero rojo”, comenzaron a verse en la región a partir del 2000.

Otro fácilmente identificable es la llamada “lengua de vaca”, carnosa, de color roja, y muy gruesa. Crece en los ñires y lengas ya que es una especie parásita y se puede comer cruda. “Son muy pocos los hongos que se pueden comer crudos. Este es muy rico y tiene un gustito a limón”, describió Lorenzo.

Con los hongos parecidos al champignón “hay que tener mucho cuidado”, alertó la micóloga. “Pueden confundirse con una Amanita que tienen las laminitas siempre blancas y presentan como una pollerita, un anillo en la base. Cuando un champignón es chiquito también tiene esa pollerita pero las laminitas, a medida que madura, se empiezan a poner más oscuras, de color rosado pasan a marrón a negra. Esta característica es un índice de que esa especie no es Amanita y es un Agaricus, género del champignón. Por eso, hay que verlos maduros y no chiquitos”, señaló.

Lo importante es conocer la especie y cuando surgen dudas, consultar a los especialistas. “Nunca se debe correr el riesgo de consumir algo que no sabe qué es”, detalló Lorenzo.


Síntomas y precaución


La Doctora Verónica Torres, Jefa del Servicio de Toxicología y médica del área de Emergencias del Hospital Universitario Austral, señaló, a raíz del caso ocurrido en Córdoba, que “es importante volver a recordar que no se deben ingerir hongos que fueron recolectados de manera personal.

Y aconsejó: “Si igualmente se produce la ingesta y posteriormente se presenta un cuadro de gastroenteritis, se debe acudir a la consulta médica de forma urgente. Los síntomas son: diarrea, vómitos, mareos y/u obnubilación. Se debe especificar qué se comió y, de ser posible, acudir a la guardia con la especie ingerida para su análisis”.

“Si bien los hongos son parte de nuestro ecosistema y son importantes, en caso de que alguien tenga estas especies en sus casas debe cubrirse bien las manos y desecharlos si hay niños o posibilidad de que alguien los ingiera. La intoxicación ocurre por ingesta, pero se deben tener todas las precauciones necesarias, sobre todo pensando en los niños o los animales que pueden llegar a tener contacto directo”, finalizó la especialista.


Los nombres de las variedades locales que no hay que comer


Paxillus involutus: esta especie está catalogada como mortal.

Gyromitra antarctica: la intoxicación no se manifiesta hasta pasadas algunas horas, dando lugar a trastornos digestivos como vómitos y náuseas seguidos de deshidratación, hipotensión y alteraciones del ritmo cardíaco. En casos graves hay trastornos nerviosos y alteración(llegando a causar hemolisis) y del bazo.

Mycena pura: es un hongo venenoso ​que habita en grupos en los bosques de frondosas y coníferas y bordes de caminos entre el verano y el otoño.
Austopaxillus statuum: este hongo que crece en la región y en Chile está catalogado como tóxico.

Amanita muscaria: está catalogado como venenoso o psicotrópico.

Galerina marginata: es un hongo muy venenoso porque contiene Amatoxinas, un grupo de tóxicos potentísimos.


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