Histórica travesía del aviador argentino Luis Cenobio Candelaria


En 1918, realizó el primer cruce en avión de la Cordillera de los Andes, partiendo desde Zapala y llegando a Cunco. Fue felicitado, condecorado… y sancionado.


Fue un hecho histórico sucedido en Zapala en el año 1918, según el relato de Jorge Afione, miembro de la recordada familia asentada tempranamente en estas tierras. El Teniente Luis Candelaria nació el 29 de octubre de 1892 en Buenos Aires. Hijo de Luisa Micossi y Victorio Candelaria, ingresó al Colegio Militar de la Nación poco antes de sus 16 años. Egresó como subteniente de Ingenieros dos años después.

En 1914, a sus 21, siempre atraído por la aviación, se conmovió por la muerte de Jorge Newbery y, como homenaje, se comprometió a cruzar la cordillera de los Andes tan pronto obtuviera su título de aviador militar, como un homenaje al gran piloto trágicamente muerto en vísperas de intentar la travesía. Dos años más tarde fue confirmado como alumno efectivo y rindió su última prueba de vuelo para estar en condiciones de obtener el diploma de aviador militar. La Primera Guerra Mundial estaba llegando a su fin en Europa y el cruce en avión de las cumbres cordilleranas no ofrecía ninguna protección a los pilotos, cuyo habitáculo abierto hacía que permanecieran a la intemperie, expuestos al azar del destino meteorológico. Candelaria empezó entonces a observar detenidamente el horizonte. Recuperó un avión llamado Mendoza que se encontraba en un hangar sin hélice y con roturas en su fuselaje y serios daños en el motor.

La mecánica general fue confiada a su mecánico Soriano y sus auxiliares. Mucho se comentaba entonces de hacer el cruce en avión de la Cordillera de los Andes. Los chilenos y argentinos se disputaban el privilegio de ser los primeros en esa empresa tan difícil, lo que hacía demorar la decisión. En Buenos Aires, este joven y valiente teniente, sin tener la autorización de sus superiores, y acompañado de dos mecánicos de su confianza, desarmaron en el Palomar a la Morane Saulnier Parasol 80 HP, una frágil avioneta de un motor y una sola plaza, la cargaron a un vagón del ferrocarril Sud y llegaron a Zapala con su extraño aparato. Lo descargaron en un galpón del ferrocarril. Una semana después, ya armado, y bautizado como Morane, voló por primera vez en el cielo zapalino ante la sorpresa de toda la población.

Los días siguientes hicieron limpieza y arreglo de la pista con peones contratados, mientras Luis enviaba al director de la escuela un telegrama solicitando permiso para pasar la frontera. Al despedirse, le dijo a su mecánico Soriano: “Si no vuelvo, buscame en la cordillera”. Realizó varios vuelos de prueba tratando de emprender el cruce; por fin llegó el cuarto día: eran las dos de la tarde del 13 de abril de 1918. Con muy buen tiempo, con el cielo límpido, enfiló rumbo a la cordillera. Despegó hacia su primera travesía de los Andes, que finalizó a las dos horas y media: había partido a las 15,30 hs. a las 18 la Morane tocaba tierra chilena.

El aparato sufrió desperfectos, pero el teniente Candelaria había cumplido la hazaña que demandaron los 230 kilómetros recorridos con tan solo 25 años de edad. Con su frágil máquina desafió las bajas temperaturas, las turbulencias violentas de la región montañosa y el desconocimiento del punto de llegada, pero mantuvo firme el timón de su nave Morane Saulnier Parasol de 80 HP. Cumplió la hazaña, había aterrizado en un pequeño paraje y fue recibido con gran sorpresa por los pobladores y autoridades del lugar. Al descender de su avioneta sus primeras palabras fueron “¿Dónde estoy?” “En Cunco, Chile”, le respondieron. Inmediatamente sacó sus credenciales y su sable, y los puso en manos de las autoridades. Luego regresó a Buenos Aires, donde se presentó a sus mandos superiores: fue felicitado y condecorado, a la vez que castigado por no haber cumplido la reglamentación que exige la vida militar.

Cuando enfermó fue trasladado a su provincia natal, Mendoza. Nunca se recuperó. Falleció el 24 de diciembre de 1963 y fue sepultado en el cementerio de Zapala, donde hay un monumento en el lugar donde levantó vuelo para iniciar su histórico viaje. Fiel a sus deseos, descansa para siempre bajo el cielo que hace más de un siglo fue el marco celestial de su maravillosa aventura.

Neuquén


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