Cómo fue la experiencia de conocer a «El Abuelo», el segundo árbol más longevo del planeta en la Patagonia
Se encuentra en el Parque Nacional Los Alerces y visitarlo es una conexión entre la naturaleza y el ser humano.
En el corazón del Parque Nacional Los Alerces, en la Patagonia argentina, se alza un gigante de 2,620 años. Conocido como «El Abuelo», este majestuoso alerce tiene una imponente altura de 57 metros y un diámetro de casi tres metros. Visitarlo implica un viaje inconmensurable y revelador, que deja una huella profunda en aquellos que se aventuran a verlo en persona.
Silvina viajó desde Rafaela, Santa Fe y llegó al Parque Nacional Los Alerces casi por casualidad el mes pasado. Su intención original era visitar los campos de tulipanes en Trevelin, pero una amiga le sugirió conocer a «El Abuelo».
“Nosotros no teníamos ni idea porque no figuraba en la excursión”, contó, admitiendo que desconocía por completo la existencia de estos alerces milenarios. “Cuesta llegar porque son unos cuantos kilómetros desde la ciudad de Esquel”, describió.
Ese día emprendió camino con un grupo de turistas. Era temprano, pero el sol ya pintaba el paisaje. «Cómo poder explicar lo que vieron mis ojos», expresó. La experiencia de estar frente a este árbol de casi 60 metros fue algo indescriptible.
“No se puede poner en palabras lo que uno ve, hay que ir a contemplarlo. Nada es lo que uno lee, ni una foto, ni nada”, aseguró. La historia de El Abuelo y su longevidad le hicieron reflexionar sobre el desconocimiento que existe acerca de su propio país.
Comentó además que el parque es algo magnífico. «Hay otros alerces, algunos caídos o talados, pero El Abuelo quedó ahí desde hace 2600 años», relató.
“Es increíble. Insistiría en que la gente viaje y conozca el país; muchos no tienen ni idea de que esto está acá. Hay que empezar por Argentina”, concluye.
Luis, es porteño y recorrió más de 3000 kilómetros para llegar hasta «El Abuelo», aseguró que la travesía hasta el árbol es una experiencia que trasciende las palabras.
Fue en 2016 cuando llegó al Parque y conoció la historia del segundo árbol más longevo del planeta. Mientras observaba al alerce junto a un guía, este «contó que los habían talado para calcular cuántos años tenían», expuso.
«El árbol es imponente, es una cosa que mirás para arriba y no ves dónde termina, una cosa espectacular”, comentó con asombro.
Luis se define como «un defensor de los viajes por Argentina«. «Yo veo que hay mucha gente que se desvive para conocer Europa y bueno, pero acá tenemos cosas hermosas y muy interesantes, como El Abuelo», expresó.
Para él, el simple hecho de contemplar a este ser milenario le hizo sentirse más conectado con la naturaleza.
Segundo es ingeniero civil y amante del montañismo. Nació en Tucumán pero trabajó durante años en Perito Moreno. Durante su vuelta a su ciudad natal en la década de los 90 pasó por Los Alerces.
Aunque no tuvo la oportunidad de detenerse mucho en el parque en esa ocasión, aseguró que el trayecto y los árboles que vio desde la ruta dejaron una marca imborrable en su memoria. “Quedé impactado. Más que todo lo que he visto en el trayecto, me impresionó la altura y los árboles; el silencio te impacta”, expresó.
Años después, aún siente un vínculo con la región y está decidido a regresar para poder detenerse con calma y explorar el bosque de Los Alerces. “Tengo una deuda pendiente, tengo que volver a ahí”.
La historia de ese ejemplar es mucho más que la de un árbol milenario. Es una conexión directa entre el ser humano y la naturaleza. Para aquellos que tuvieron la oportunidad de conocerlo, como Silvina, Luis y Segundo, el encuentro con «El Abuelo» es una experiencia única e inigualable.
Cómo llegar para ver “el abuelo”, el segundo árbol más longevo del planeta:
Llegar hasta donde está insume más de una hora de navegación y otra de caminata.
Se parte de Esquel y hay que desplazarse unos cien kilómetros hasta la pasarela que cruza el río Arrayanes en la desembocadura del Lago Verde para arribar al Parque Nacional Los Alerces.
De ahí se caminan unos mil metros hasta Puerto Chucao, desde donde hay que embarcarse en un catamarán, navegar por el Lago Menéndez,y recalar finalmente en el alerzal, que es un bosque donde los alerces conviven con arrayanes, lianas y pequeñas orquídeas salvajes a orillas del río Cisne.
Comentarios