Mónica celebró su cumpleaños en bici por la Ruta 40, pero no esperaba el regalo que le dejaría el viaje

Cumplió su deseo de recorrer la Ruta 40 y se llevó la experiencia más linda.

Mónica y su aventura por Ruta 40. Foto: Gentileza

Mónica cumplió años y decidió que lo festejaría cumpliendo uno de sus más íntimos deseos: recorriendo la Ruta 40 en bicicleta. Partió desde Cabo Vírgenes hasta llegar a Jujuy y si bien tuvo sorpresas muy lindas en el camino, jamás imagino el mayor regalo que le dejaría el viaje.

«Las ganas de viajar estaban guardadas hace tiempo y por las responsabilidades a lo largo de mi vida no lo pude concretar», contó la mujer. «Para mis 40 ya mis hijos eran grandes y decidí que era el momento de cumplir mi sueño«, relató.

Mónica se compró una bicicleta, la primera profesional que tuvo en su vida y comenzó a planificar su viaje para el verano 2023. De las primeras cosas que hizo fue contarlo en redes sociales, sin saber que será un gran salvavidas durante el recorrido.

El miedo de ser mujer y viajar sola fue algo que le transmitieron a Mónica antes de viajar, sin embargo, aseguró: «por el contrario, me sentí muy acompañada, sobre todo por mujeres».

Montó la bicicleta en avión y despegó a Río Gallegos, llegó el 19 de enero. «Mi idea era el 21 de enero, el día de mi cumpleaños, estar celebrando en cabo Vírgenes, pero terminé celebrando durante los 86 días del viaje», manifestó.

Mónica emprendió viaje con bastante comida en la mochila y las ganas de aventurarse en el paisaje argentino. Las redes sociales fueron fundamentales para ella.

“Antes de empezar el viaje, publiqué mi ruta en algunas páginas de Facebook e Instagram, y la gente me empezó a seguir, a decirme ‘cuando pases por tal lugar, tenés donde quedarte’”, relató Mónica.

Lo que más la sorprendió y el regalo más lindo que le dio la ruta «fue la sororidad». «Me pasó que sentí una conexión muy linda con las mujeres, de mucha sororidad», expresó. «Me ofrecieron espacio, asistencia y demás en el camino».

Las ofertas de ayuda no eran solo palabras; las mujeres la acompañaron durante todo el trayecto. “En muchas ocasiones me abrieron las puertas de sus casas, me recibían como si me conocieran de toda la vida. Me sentí muy acompañada”.

A lo largo del viaje, Mónica se encontró con mucha solidaridad. Foto: Gentileza

Recorrió gran parte de la Patagonia, donde se encontró con muchas personas que le dieron una mano, hombres y mujeres. Le dieron comida y un lugar donde pasar la noche.

Una amiga suya le había dicho que cuando llegue a Mendoza, una prima la recibiría en su casa. Y así fue. «Fue muy fuerte, es hermoso porque en definitiva le estás abriendo la puerta a un desconocido«,comentó. «Te hacen sentir parte de las familias del minuto cero y acompañadas ya desde antes incluso de verte la cara», agregó.

Cuando llegó a San Juan se encontró con una familia que ya la había contactado por redes sociales. «No había ni salido de Buenos Aires y me dijeron que las llame cuando llegue», contó. Se trataba de una mamá y su hija más chica que tenía los mismos deseos que Mónica, recorrer la Ruta 40.

«Les llegó mi historia y me siguieron durante todo el recorrido, entonces cuando llegué me fueron a buscar y me quede con ellas», relató.

Comentó que a veces eran solo horas las que pasaba con otras personas, pero que la compañía se sentía durante todo el viaje. «Me pedían que les mande la ubicación o vaya avisando donde me quedaba, ese tipo de cosas que hacemos entre mujeres», expresó.

Uno de los momentos más significativos ocurrió cuando, al enfrentar un corte de ruta cerca de Belén, en Catamarca, fue una mujer la que intercedió para que pudiera seguir. “No dejaban pasar a nadie y eso me condicionaba a pasar la noche ahí», narró.

A lo largo del viaje se hizo nuevos amigos, que promete volverá a visitar. Foto: Gentileza

Se trataba de dos mujeres que viajaban en moto. «Me terminaron acompañando, yo pedaleando en bici y ellas en moto a 20 kilómetros por hora cuando podían llegar mucho antes a su casa», señaló.

Detalló que la acompañaron a distintos campings para ver donde pasaría la noche. «Como no les parecía seguro, íbamos a otro, y ese tampoco, me decían, no te quedes acá porque no confío, mejor vamos a otro lugar, esa empatía de querer cuidar al otro, fue increíble».

«Me terminaron llevando a lo otra amiga que tenía un hostel y que además ni siquiera me cobraron la noche», comentó.

Llegando a Jujuy, en un pueblito a unos 20 kilómetros de la capital, después de haber pedaleado algo más de 70, Mónica se sentó a estirar y buscar un poco de sombra, cuando una señora se le acercó.

La mujer le preguntó si se encontraba bien y ella le respondió que «si y cada vez más fuerte». «Me dijeron que debía estar muy bien de salud para hacer lo que estaba haciendo – debe tener carácter y mucho dominio propio – me dijo», narró Mónica. «Si vuelve por acá vaya a verme a mi casa«, la despidió la señora.

Mónica contó que fueron las palabras y su gesto de confianza lo que le cargó las baterías al 200% para lo que restaba de camino.

Expresó que «ver la vulnerabilidad del otro y saber si va a estar segura o no, como si fuese una misma, fue emocionante». «Me sentí muy acompañada y me traje muchas amigas que tengo que volver a visitar, fue muy gratificante».

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