Historias a corazón partido

Juan Ramón Rocha, en los ’70, dejó Boca para irse a jugar a Grecia. Alexandros Terzian, atleta, se fue del país hace 13 años buscando mejores oportunidades. Hoy, a pocos días del comienzo de los Jue-gos, viven distintas sensaciones en Atenas, lejos de la tierra que los vio nacer.

El fútbol, el atletismo, una nueva vida. Los dos nacieron en Argentina, pero por razones muy diferentes cada uno terminó en Grecia, país al que sienten hoy como propio y en el que preparan su particular sueño olímpico. Son Juan Ramón Rocha, ex futbolista y Alexandros Terzian, atleta. “Hace 24 años que estoy aquí”, recuerda casi asombrado Rocha, que tras brillar a fines de los ‘70 en el Panathinaikos se quedó definitivamente en Grecia, donde es hoy uno de los personajes más respetados del deporte. “Soy griego, sí. Tengo 22 años de historia en la Argentina, pero la oportunidad de ser lo que quiero ser me la dieron acá”, dice Terzian, un “superviviente” del atletismo que tendrá en los Juegos su despedida deportiva. Atenas pone a punto los últimos detalles para los Juegos Olímpicos que albergará del 13 al 29 de agosto, y tanto Rocha como Terzian vivirán días especiales. Rocha dirige el “Rotsa Football Club” -así se escribe su nombre en griego-, un complejo de diez hectáreas camino al aeropuerto de Atenas en el que enseña a 300 niños el deporte que lo llevó a jugar 12 partidos con la selección argentina. “Empezamos en la tercera división de aficionados de Atenas, y queremos llegar a primera”, dice Rocha del “Rotsa”, en el que juega como delantero su hijo Juan Alberto, de 27 años. Se postuló como voluntario para los Juegos y escribió a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) proponiéndose como ayudante de la selección en Grecia. Sigue, además, sin poder olvidar su Corrientes natal: conduce por el enloquecido tráfico ateniense escuchando chamamé en su auto. “Mi mujer y mis hijos me quieren matar, pero así yo siento que estoy en Corrientes”. Su hija tiene otros gustos: “Es la fan número uno de David Bisbal”. Intimo amigo de Marcelo Bielsa y de Jorge Valdano, Rocha es un personaje especial, basta con decir que tiene 60 perros en su club. Terzian, a sus 36 años, lleva ya casi 14 en Grecia, y nada le resultó sencillo. A principios de los ‘90 viajaba dos horas de ida y dos de regreso para entrenar en Buenos Aires. Cansado de tantos sacrificios, buscó una oportunidad fuera. En 1991 se fue a Grecia. No fue fácil, pero al final funcionó, y llegó a ser medalla de plata en los 60 metros de los Europeos bajo techo de 1994, además de integrar el equipo griego en los Juegos de Atlanta 96 y Sydney 2000. “Se que no soy un superatleta, pero también que corrí 10,34 segundos en los 100 metros casi sin entrenarme”, dice Terzian, que vive a diez minutos a pie del estadio olímpico “Spyridon Louis”. Su futuro, tras el cercano retiro, seguirá pasando por el atletismo. “Me veo como entrenador de alto rendimiento”, dice el atleta, que es también bombero durante unos días al mes debido al particular sistema de becas deportivas de los griegos. Divididos entre dos mundos, cada uno mantiene a su manera el vínculo con el país que los vio nacer, un vínculo que esperan reforzar con los atletas argentinos durante los Juegos. Rocha llegó a pensar que se sentía ya más griego que argentino. Pero entonces llegó el Mundial de Estados Unidos 94, con un contundente 4-0 de Argentina ante Grecia: “Quería que ganara Argentina. Ahí me dí cuenta de que no es cierto que me sienta más griego que argentino”. (Dpa)


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