Hay que dejar de pensar un Neuquén sólo petrolero

Orietta Favaro

*Doctora en Historia. IPEHCS-Conicet. Cehepyc/Clacso. Universidad Nacional del Comahue.

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La historia transcurrida desde el descubrimiento en Plaza Huincul, en 1918, muestra la necesidad de un fondo anticíclico y diversificar una economía muy dependiente de las regalías.


l Estado nacional, conformado en 1880, estaba gobernado por los liberales conservadores, con un poder que rotó dividido por intereses regionales (NO, Cuyo, Pampa Húmeda y sectoriales (burguesía comercial, terrateniente, ganadera y financiera). Dentro del bloque dominante había sectores dirigentes, “reformistas”, influidos por las nuevas ideas de la época; algunos de los cuales hizo una importante lectura de los cambios operados en la sociedad, así es como se dividen, se politizan, pero también instalan la idea que no siempre el mercado debe ser el regulador de la economía.

En este sentido, había un sector liberal reformista que estaba convencido que a partir de estudios científicos de la realidad económica y social era posible operar modificaciones en el medio en el que debían actuar. Por ello, tanto desde la función pública como desde la cátedra universitaria se incorporaron con un fuerte optimismo al clima de ideas de la primera década del siglo XX. Una las figuras importantes vinculadas a la Dirección de Minas, Geología e Hidrología – repartición creada en 1902 dependiente del Ministerio de Agricultura -, que tendrá un papel destacado en el desarrollo de la industria petrolera, no sólo por su pensamiento sino por su acción fue el ingeniero Enrique Hermitte. Ordenó y dirigió tareas de relevamiento del suelo y subsuelo, tanto en provincias como en territorios nacionales1 y en ese marco se halló petróleo en Neuquén (29 de octubre de 1918).

Hacía algunos años que el Estado nacional, a través de sus reparticiones, se encontraba realizando investigaciones en las provincias a partir de acuerdos con sus gobiernos. En 1904 particulares hicieron exploraciones en el Cerro Lotena (departamento de Picún Leufú) que evidenciaban la existencia de petróleo en el territorio neuquino, convirtiendo a la región en punto de atracción. Las investigaciones del geólogo alemán Anselmo Windhausen, realizadas en el curso de tres viajes al territorio, le permitieron verificar la existencia de yacimientos petrolíferos. Poco después, en 1914, Juan Keidel aconsejaba a la Dirección la realización de perforaciones en la zona de Plaza Huincul entre las estaciones de Challacó y Ramón Castro, a la altura del kilómetro 1297 del Ferrocarril del Sud que iba desde Neuquén a Zapala.

Al año siguiente se trasladaron las máquinas perforadoras en medio de los inconvenientes derivados de la falta de infraestructura y recursos humanos para llevar a cabo las tareas de descarga. Como no existía estación ni paradero a esa altura de la línea, los desembarques debían efectuarse en la estación Challacó a 22 km del lugar a perforar.

Debido a estas dificultades se efectuó un convenio entre la empresa del ferrocarril y la Dirección General de Minas – a cargo de Hermitte- por medio de cual el tren debía hacer una parada para bajar los materiales a 2 km del lugar de la perforación y aprovisionamiento al campamento. La ausencia de mano de obra llevó al ingeniero Enrique Cánepa, supervisor de perforación, a gestionar ante el gobernador Eduardo Elordi la provisión de presos de la cárcel del Neuquén para trasladar bultos desde el kilómetro 1.297 al campamento.

Consecuencia de la perforación emprendida a una profundidad de más de 600 metros se encontró petróleo en Plaza Huincul (Pozo 1) el 29 de octubre de 1918 que, aunque de escaso rendimiento se reveló como de calidad superior al de Comodoro Rivadavia, razón por la cual el Ministerio de Agricultura intensificó las exploraciones.

Realizado el hallazgo se efectuó la reserva en una zona conformada por un octógono de 5 km de radio tomando como centro del mismo el pozo 1.

Protagonismo estatal

La explotación del petróleo en Plaza Huincul se limitaba al accionar fiscal, ya que la acción privada comenzó a concretar producción en la década de 1920. Para el tratamiento del combustible se instaló en 1919 una pequeña destilería destinada al refinamiento del mismo para uso local produciendo varios derivados, entre ellos, nafta, kerosene, gas oil, fuel oil. La adquisición del recurso en zonas relativamente cercanas interesó a la municipalidad de Bahía Blanca, quien auspició la compra de 50 toneladas de petróleo bruto para la compañía de gas de esa ciudad. Frente al pedido, la Administración Plaza Huincul pidió la provisión de envases debido a que únicamente tenía carritos – tanques para el traslado. La comercialización de combustible estaba condicionada no sólo por el alto valor de los fletes, sino también por la falta de tanques para su transporte.

El petróleo adquirió más importancia aún cuando, en 1922, Hipólito Yrigoyen creó Yacimiento Petrolíferos Fiscales y colocó a Enrique Mosconi al frente de empresa que iniciará una nueva etapa en la organización de la industria petrolera. Bajo su dirección, YPF tuvo un funcionamiento orgánico respecto de las reparticiones que hasta entonces se habían encargado de la explotación de los yacimientos fiscales como consecuencia del control que la empresa ejerció en todas las etapas de la industria (exploración, explotación, refinamiento, transporte y comercialización.

Estación de tren de Plaza Huincul, 1925

Si bien la evolución de la producción de Plaza Huincul no era relevante en comparación con la de Comodoro Rivadavia (Chubut), el aumento verificado tenía una importancia significativa en la zona de localización del yacimiento. La pequeña destilería que funcionaba desde 1919 fue ampliada en 1930 instalándose una planta de gas con el fin de industrializar el gas de los pozos petrolíferos, aunque la mayor elaboración del crudo se hacía en la destilería de La Plata (inaugurada en 1926) con el producto proveniente fundamentalmente de Comodoro Rivadavia merced a la posibilidad de transporte marítimo.

Plaza Huincul contaba con 600 habitantes en 1924, número significativo si lo comparamos con la cantidad de pobladores de la capital del territorio que ascendía a 2.452 según el censo territoriano de 1920. El pueblo quedó dividido en dos partes, característica que conservó hasta la privatización de YPF (1991); la parte norte con la administración petrolífera, casas para empleados y obreros, Registro Civil, Cooperativa, talleres, etc; y la parte sur, en la que se asentaban varios negocios instalados con el permiso de la administración, hospital, oficinas públicas, etc.

El gobierno nacional había construido edificios para escuelas, correo, telégrafo y comisaría, instalaciones que contaban con agua corriente, calefacción a gas y luz eléctrica.

Si bien Chubut fue una provincia por excelencia petrolera con la producción del Cerro Dragón y Neuquén básicamente gasífera con Loma de La Lata, este esquema cambió rotundamente luego de la crisis del 2001 en nuestro país. Fue un disparador para tomar conciencia del impacto de la energía en la economía.

VISTA AÉREA DE YACIMIENTOS NO CONVENCIONALES EN LOMA CAMPANA OPERADO POR YPF. FOTO: ANDRES MARIPE

Así nuevas búsquedas, nuevas inversiones, políticas estatales, acciones privadas, entre otras, dieron lugar entre varias cuestiones, al hallazgo de Vaca Muerta, un yacimiento no convencional, descubierto en décadas recientes, que da lugar a opiniones encontradas y una variedad de conflictos laborales, la contaminación y los habitantes originarios; sin embargo el hecho es que desplazó a la otra provincia patagónica. Pero como el petróleo está supeditado a los precios internacionales, agravada la situación por la pandemia, es importante que los sectores políticos y dirigentes conformen, definitivamente, el fondo anticíclico como amortiguador de los tiempos de crisis para ser bien usado y permita la diversificación económica de la provincia.

Lo que no logran definir las provincias petroleras como Neuquén, es el reparto de regalías – tiene distinto formato en cada provincia- como dueñas del subsuelo, que no sólo deberían repartirse según el daño ambiental, sino que debería acordarse en política, el fondo anticíclico. Es decir, cada vez que una crisis afecta la industria la política recupera un fondo soberano y la economía – con o sin pandemia – continúa; más aún se diversifica.

Hay que dejar de pensar en un Neuquén sólo petrolero, es necesario generar más políticas orientadas – entre otras- al turismo, la fruticultura, la educación, la vivienda y ampliar el clúster industrial basado en la disponibilidad de petróleo y gas.

*Doctora en Historia. IPEHCS-Conicet. Cehepyc/Clacso. Universidad Nacional del Comahue.


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