“Hay alternativa al ajuste”

ENTREVISTA CON CLAUDIO LOZANO

Desde la banca que ocupa en la Cámara de Diputados, se lo ha escuchado durante la última década criticando la gestión económica y señalando los desacoples de la macroeconomía desde un lugar diametralmente opuesto al de la mayoría de los especialistas.

Claudio Lozano descree tanto de las recetas económicas ortodoxas como de la gestión kirchnerista, la cual, según su criterio, no ha modificado la matriz productiva histórica del país.

–¿Cuál es el principal problema de la economía nacional?

–La Argentina es un país cuya dinámica está atada a una demanda muy elevada de divisas, dado el patrón productivo que se ha consolidado. Un patrón no de industrialización sino de armaduría industrial, que requiere al año u$s 36.000 millones para funcionar. Todo eso en un contexto de restricción en materia de divisas. Ello ha abierto un cuadro de estancamiento que ya provoca impacto negativo en el empleo, especialmente desde el 2013 hasta la actualidad, donde hay una destrucción cierta de 270.000 puestos de trabajo. A no ser por la manipulación de la estadística pública, la tasa de desempleo sería del 11% en lugar del 6%. A la vez, el deterioro del poder adquisitivo producto de la inflación genera desde hace dos años un proceso de suba de la pobreza y la indigencia.

–¿Para volver a crecer hacen falta u$s 36.000 millones al año?

–Eso es lo que necesita al año la industria para funcionar a pleno, con el agravante de que la industria no genera esas divisas. Y esa es la otra pata del problema del esquema productivo argentino y es, que para conseguir esos dólares, se ha profundizado un patrón de carácter extractivista, que tiene base en el desarrollo sojero extremo, complementado por la puesta en marcha de experiencias de minería a cielo abierto y el desarrollo de los hidrocarburos no convencionales. Todas experiencias con grandes problemas de impacto ambiental. Es decir que el esquema funciona si Argentina logra colocar en el mercado internacional productos agropecuarios para conseguir las divisas necesarias para sostener la armaduría industrial. Ello sin mencionar la presión que significa el pago de la deuda pública.

–¿Creés que el actual gobierno le deja algo bueno a la economía nacional?

–Yo creo que se ha perdido una oportunidad económica monumental. Nunca antes como en estos últimos doce años hubo una mejora tan notable en los términos del intercambio a favor de la Argentina. Esa mejora permitió una gran acumulación de divisas, vía comercio exterior. Si esos saldos se hubieran administrado con una estrategia seria de regulación, que pusiera en caja el accionar de los actores dominantes, seguramente se habría iniciado un proceso de cambio productivo que no sólo no inició, sino que desperdició. Si se toma el período 2003-2013, hubo una acumulación de saldos comerciales favorables para la Argentina por u$s 154.000 millones. De esa suma, u$s 90.000 millones se fueron como fuga de capitales, hubo pagos de deuda pública neta por u$s 63.000 millones, para que la deuda pública de todas formas siga creciendo, y hemos transferido u$s 30.000 millones en concepto de remisión de utilidades. Las empresas multinacionales decidieron maximizar la remisión de utilidades, en detrimento de la formación de capital en el país. Un período donde, además, el grueso de la inversión se focalizó en el sector inmobiliario. Se pudo hacer otra cosa, pero no se hizo.

–¿El tipo de cambio debe ser libre o administrado?

–La Argentina no tiene ninguna posibilidad de abordar una estrategia de desarrollo sin la administración del tipo de cambio. Lamentablemente este gobierno bastardea los instrumentos. El cepo es una estrategia de administración en un contexto de escasez de divisas, pero ha sido manejado muy mal. Se ha postergado el financiamiento de la actividad productiva en pos de captar los dólares para el pago de deuda primero y para sostener el dólar ahorro después. Un orden de prioridades lamentable: pago de deuda y consumo de los sectores altos.

–¿Qué impresión te provocan Macri y Scioli?

–Lo más grave de cara al balotaje es que ambos candidatos planean endeudarse en dólares, para sostener el mismo esquema de extracción-armaduría industrial, que genera salarios bajos y 25% de la población en situación de pobreza.

–¿Existe alguna opción que no sea un ajuste ortodoxo?

–Siempre hay una alternativa al ajuste, porque el ajuste no está desprovisto de contenido social y político. Se pueden equilibrar las cuentas públicas con una drástica reforma impositiva sobre los sectores de mayor capacidad contributiva. Hoy el peso de los impuestos directos es, en promedio, un 16% más bajo que en los países desarrollados. Se mantienen hoy esquemas de promoción y subsidios económicos que sostienen esquemas de posición dominante. Un ejemplo es el barril de petróleo interno a u$s 77, cuando el precio internacional es de u$s 44 y el costo de extracción local no pasa de los u$s 14. Una ganancia extraordinaria que no se traduce en inversión. Los principales jugadores de la economía argentina tienen al menos u$s 200.000 millones en el exterior. Estos actores debieran reingresar las divisas al país para contribuir al desarrollo, o bien aportar fiscalmente en dólares para que sea el Estado el que genere un esquema de desarrollo. Hay mecanismos para que el ajuste no recaiga sobre todos. El pacto social es posible sobre la base del salario, con un indicador de atraso salarial. Ni Macri ni Scioli hablan de estas cosas, más bien se dirigen a un ajuste tradicional, con devaluación, eliminación llana de subsidios y recorte de gasto con supresión de servicios sociales básicos.

Diego Penizzotto

diegopenizzotto@rionegro.com.ar