Hambre y manipulación
Bahía Blanca
Los programas de TV del interior tienen carencias que invitan a sintonizar los de la capital, pero hacerlo tiene su precio: ver todos los días, protestas de personas que con carteles y consignas compartidos están dramatizando una situación de hambre completamente exagerada. A igual situación, en otros países esto no sucede. Con un poco más de dignidad personal los participantes serían menos, ya que muchos podrían buscar por sí solos una salida a sus urgencias.
El hambre real está en lugares del interior, pero la TV y los políticos allí no van porque no son electoralmente importantes. No he leído información médica sobre personas fallecidas solo por hambre en CABA y conurbano. Los comedores y las ONG son eficientes.
Nadie sensato niega la precariedad de la situación, que por otra parte no difiere mucho de la de años pasados y futuros, pero irrita ver a gente claramente regimentada que es trasladada en colectivos y que, según testimonios creíbles, es pagada por su participación en la protesta. Es una forma de explotación a los necesitados, y la trata de personas en cualquiera de sus formas es siempre condenable.
Quienes la practican alegarán argumentos torcidos que las justifiquen y les permitan jactarse de hacer el bien, pero la realidad es que los únicos beneficiados reales son los tratantes. Ser dirigente social o sindical es una forma de alejarse de la pobreza y ganar estatura política; poco les importa manipular a los necesitados.
Solo merecen el nombre de dirigentes sociales aquellos que aportan soluciones al problema de la pobreza sin recurrir al fácil expediente del reclamo extorsivo al Estado, eso es robar a todos los argentinos.
Humberto Guglielmin
DNI: 10.401.180
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