La primera ciudad post Covid-19 del mundo, explicada por su arquitecto

En noviembre, "Río Negro" entrevistó al español Vicente Guallart, el arquitecto del momento a nivel mundial.

Hablar con Vicente Guallart vale una fortuna. Es una suerte y un privilegio. Es uno de los arquitectos top del momento en el mundo. Su agenda explota de compromisos laborales, charlas, negociaciones y entrevistas. Una de las secretarias de su estudio Guallart Architects, Laia Pifarré, reitera desde Barcelona: “El encuentro es a las 12:30 en punto. Ese mismo día le pasaré el link del zoom”. OK.


En plena pandemia Vicente Guallart ganó uno de esos premios que consagran una trayectoria. China lo eligió entre 300 arquitectos renombrados del mundo por su diseño de la primera ciudad post Covid-19 del mundo. Entre el 2021 y 2022 estará concretada. Foto gentileza

El tiempo vale oro, nadie lo discute. “Bueno, qué me dices” apura tras el saludo formal. Se entiende: su mirada se concentra hoy en China, donde considera que se está dando una verdadera revolución urbanística, con mucha ambición, cuestión que le atrae mucho. “Es el país del mundo donde más concursos de arquitectura hay”, dice todo el tiempo. Y es justamente en uno de ellos donde se consagró meses atrás como el elegido para crear la nueva ciudad de Xiong’an. Sí, pensar, diseñar y concretar una urbe desde cero. Y será de madera. “La madera es para este siglo lo que fue el hormigón para el siglo XX”, comenta a “Río Negro”. Admite que la burocracia es fatal en el gigante asiático pero que aún así se pueden hacer las cosas.


Render de una vista de la ciudad post Covid-19 que Vicente Guallart proyectó para levantar en China.

Será una ciudad autosuficiente, muy post Covid 19. “Fusionará los bloques urbanos tradicionales europeos, las modernas torres chinas y el paisaje agrícola productivo. Un lugar donde las personas pueden vivir, trabajar y descansar”, argumenta el proyecto. Tendrá residencias para jóvenes y ancianos, oficinas, piscinas, tiendas, mercados de alimentos, guardería, centro administrativo y un cuartel de bomberos, entre otros.


Las casas están preparadas para tener espacios de teletrabajo y están conectadas con redes 5G, creando redes sociales de escala de barrio para el intercambio de recursos.

“La pandemia no ha hecho más que acelerar el futuro”, afirma ante “Río Negro”. “Todos hemos tenido más tiempo para pensar en la importancia de la vida. Y esto, indefectiblemente, incide también en el urbanismo. Y muchas de las cosas que pensábamos que podían ocurrir en las ciudades y que las decíamos muchísimos años atrás ahora parecen posibles y relevantes”.

Le preguntamos si “la ciudad del futuro” que hará en China tras ganar el premio es un “prototipo de la urbe post Covid 19”. Comenta: “Fui arquitecto jefe de Barcelona y en ese entonces tuvimos mucho tiempo para planificar desde una ciudad a los barrios y desarrollar así un modelo de urbe. El proyecto de China se encamina hacia lo que llamo bio-ciudad. Porque cuando la bio-economía circular llega a las ciudades hace ciudades por la vida. Es renaturalizar, derribar autopistas, volver a desalfartar calles, plantar más árboles, hacer edificios de madera, hacer todo más caminable, hacer invernaderos sobre las viviendas. Lo de China fue una oportunidad para dibujar estas ideas y de aportar soluciones a las diversas crisis que está viviendo nuestro planeta”.


Las viviendas cuentan con una amplia terraza orientada al sur, que actúa como un regulador térmico.

Detallemos de qué va su ciudad saludable propuesta para levantar en China, a pocos kilómetros de Pekín.

– Construir edificios de madera autosuficientes porque generan su propia comida y su propia energía; además cuentan con espacios para teletrabajar y con laboratorios e impresoras 3D preparadas para generar mascarillas y otros utensilios.

– Crear comunidades productivas a partir de la industrialización digital.

– Las macro manzanas son un modelo urbano, donde las personas pueden vivir, trabajar y descansar en el entorno de su vivienda, y en época de crisis sanitaria, energética o alimentaria poder dar una respuesta adecuada desde el entorno de la vivienda, mediante confinamientos de diversos grados. Esta concepción implica aceptar que de ahora en más viviremos de pandemia en pandemia, unas más peligrosas que otras.


Las terrazas en este diseño de Guallart son espacios fundamentales para los periodos de confinamiento y que permiten jugar y descansar. Recordemos: de ahora en más tendremos con más continuidad épocas de pandemias más fuertes o menos fuertes, pero lo cierto es que seguirán. Por ello es que hay que estar preparados.

Guallart también está trabajando ahora en la creación de un distrito económico de Shenzen, algo así como el equivalente al San Francisco de China. Tendrá calles compactas rectangulares, un corredor verde, veredas anchas y donde la movilidad del tráfico sea muy reducida. También poseerá macro manzanas de 800 por 500 metros, con edificios compactos en altura. Este proyecto también lo ganó vía concurso.

Tanto en uno como en otro megaproyecto, Guallart plantea una reindustrialización digital de las ciudades y una despedida a las ciudades-dormitorios. Y las fábricas, ¿donde las sitúa Guallart? “Este es el gran reto de las grandes ciudades. “Contrariamente a lo que ocurrió en el siglo XX, tiempo en que nos equivocamos mucho, donde se expulsó a la industria de las urbes, en el nuevo modelo de ciudad, los nuevos polígonos estarán integrados en ellas. La industria debe volver a ocupar su espacio dentro de la ciudad, una industria limpia, porque ahora es posible”.


El conjunto de las cuatro macro manzanas está construido con edificios de madera siguiendo principios de la nueva bioeconomía circular.

Piensa: hay que producir más localmente mientras estamos conectados de modo global. La impresión digital en las nuevas fábricas urbanas permitirán tener ciudades ecológicas.

– P: Pasando en limpio todo, punteemos los principios de la biociudad.

Y Guallart larga:

– Conectar la gestión de los bosques con la producción de la ciudad. La gestión forestal para sacar materiales que luego terminan en edificios, medicina y vestimenta, entre otros rubros. Así, ciudad y naturaleza se fusionan.

– Corredores naturales a nivel territorial que conectan ciudades sin anular ríos, montañas y vegetaciones.

– La naturaleza llega a la ciudad en parques grandes o pequeños.


En las macro manzanas hay viviendas, residencias de gente joven y mayores, oficinas, una piscina pública, tiendas, un mercado, guardería, un centro administrativo y un cuartel de bomberos.

– Abrir corredores naturales de antiguos ríos que habían en el interior de las ciudades. Porque si vuelve el agua vuelve la naturaleza.

– Construir con madera edificios que producen su propia energía.

– Promover la biodiversidad en las ciudades.

Guallard también produce textos -en libros, diarios y web- a la misma velocidad que habla. En uno reciente resaltaba un concepto que nutre aún más su concepción del nuevo urbanismo. “Hay que pensar en barrios productivos a velocidad humana: vamos a pie a trabajar, compramos en la esquina y tenemos impresión 3D en el mismo edificio. Barcelona es un modelo para este tipo de construcción porque el 31% de la población se dirige a pie a su trabajo y cada barrio cuenta con escuelas, mercado, centro de salud y biblioteca. Ahora ya son barrios a velocidad humana, que podemos reconvertir en autosuficientes”. Ciudades a velocidad humana, digno para repetir como un mantra, ¿no? Es este modelo de urbanismo, el cronourbanismo, se reflexiona más que nunca del valor del tiempo.


Todos los bloques de viviendas están cubiertos por invernaderos que permiten producir alimentos para el consumo diario y utilizan sus cubiertas inclinadas para producir energía.

El tiempo corre y Guallart mira para los costados escuchando a un asistente. La entrevista ter mina y se despide preguntando “¿cómo anda la Patagonia en esto que acabamos de hablar?”.

TEXTUALES DE GUALLART

“No podemos seguir diseñando ciudades y edificios como si nada hubiera pasado”.

“Están ocurriendo fenómenos de escala mundial que nos obligan a repensarlo todo”.

“Diseño edificios que se enfrentan a la crisis por la vida y por el clima al mismo tiempo”.


A la ciudad de la nueva normalidad vuelven las industrias libres de contaminación. De ahora en más casi nada debiera estar a más de 15 minutos de nuestras casas, piensa Vicente Guallart.

«La ciudad del futuro producirá muchas más cosas localmente y estará conectada globalmente. Serán digitales y, sobre todo, mucho más ecológicas y sostenibles”.

“Transformamos nuestros hogares en microciudades donde trabajamos, vivimos y educamos a los niños. De ello deducimos que las viviendas tenían que ser más flexibles, incorporar espacios abiertos al exterior y otros que pudieran recibir tanto personas teletrabajando como a los más mayores o el juego de los niños».

 «Lo esencial del día a día lo deberías tener a 15 minutos de tu casa”.

«La ciudad del futuro deberá ser una metrópolis de barrios conectados» .

“Los edificios deben ser como árboles en el sentido que tienen que formar parte de la naturaleza. También han de producir energía, gestionar su agua, y acoger la vida en su interior. Por eso nuestros edificios son de madera, y por tanto almacenan el CO2 que han capturado durante el desarrollo de los propios árboles”.


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