“Gracias por Zainuco, Gladys…”

Conocí a Gladys Rodríguez en Buenos Aires, en los años 70. Era, en aquel recodo de la historia política y social de nuestro país, la compañera de vida y militancia de otro hombre de los muchos que tallaban, en vísperas del terror, la dura piedra de la realidad con el ánimo de forjar allí, en la materia primaria y primordial, algo que se pareciera a otra vida posible. La reencontré, ya en su exilio interno, en Neuquén, en un tiempo que ya no puedo recordar. Luego fundó “Zainuco”, cuando éste empujó la puerta de la historia neuquina y se metió en ella sin pedir permiso, ya que Zainuco no tenía que pedir permiso a quienes habían silenciado su presencia. Fue abnegada y noble su labor. Parecía ímproba esa tarea autoimpuesta, parecía loco ocuparse de los últimos de esta tierra, de los presos, de los sin nombre. Pero hay veces en que renunciar a la locura es renunciar a la razón. Gladys nos lo enseñó. El único bronce genuino al que se puede aspirar es la memoria de los pueblos. Gladys vivirá en la de los neuquinos que luchan por una sociedad distinta a esa en la que viven. Gracias, Gladys. Te despido con un beso. Juan Chaneton DNI 4.622.487 Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Juan Chaneton DNI 4.622.487 Capital Federal


Conocí a Gladys Rodríguez en Buenos Aires, en los años 70. Era, en aquel recodo de la historia política y social de nuestro país, la compañera de vida y militancia de otro hombre de los muchos que tallaban, en vísperas del terror, la dura piedra de la realidad con el ánimo de forjar allí, en la materia primaria y primordial, algo que se pareciera a otra vida posible. La reencontré, ya en su exilio interno, en Neuquén, en un tiempo que ya no puedo recordar. Luego fundó “Zainuco”, cuando éste empujó la puerta de la historia neuquina y se metió en ella sin pedir permiso, ya que Zainuco no tenía que pedir permiso a quienes habían silenciado su presencia. Fue abnegada y noble su labor. Parecía ímproba esa tarea autoimpuesta, parecía loco ocuparse de los últimos de esta tierra, de los presos, de los sin nombre. Pero hay veces en que renunciar a la locura es renunciar a la razón. Gladys nos lo enseñó. El único bronce genuino al que se puede aspirar es la memoria de los pueblos. Gladys vivirá en la de los neuquinos que luchan por una sociedad distinta a esa en la que viven. Gracias, Gladys. Te despido con un beso. Juan Chaneton DNI 4.622.487 Ciudad Autónoma de Buenos Aires

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