¿Qué se está cocinando en Traful? 3 chefs potencian a la villa en el mapa foodie patagónico

No se innova repitiendo viejas recetas.
Hoy la jugada, el crecimiento y la evolución de la gastronomía patagónica pareciera que pasa por variables identitarias y sociales sobre la comida, tal como dice el sociólogo Martín Eynard, este latinoamericana que enfatiza que cuando comemos ingerimos significados.
Y pareciera que esta nueva conciencia está acá nomás, en Traful, por ejemplo. La mayoría de los cocineros y cocineras admiten que en los últimos tiempos, más que nunca, piensan en qué comemos, de dónde viene, quién lo produce y cómo se produce. Y que los altos estándares laborales y profesionales se logran cuando se estudia, investiga y experimenta en equipos interdisciplinarios integrados obviamente por cocineras y cocineros, nutricionistas, químicos, biólogos, historiadores, antropólogos, sociólogos y comunicadores.

Es así como muchos han llegado hoy a la gastronomía sostenible, valor que Traful intenta poner en relevancia y lo potencia. Pensar el territorio y todo lo que ello conlleva: respeto total por los entornos sociales y naturales. No generar desperdicios. Utilizar productos de estación y locales o de cercanía. Con los productos se recuperan también los paisajes y su gente y el patrimonio, sea éste natural, histórico, arquitectónico, gastronómico, artesanal o artístico.
Este modo de pensar lo puso en práctica una vez más la empresaria Thais Guterres, copropietaria del hotel Alto Traful, el fin de semana pasado al concretar una nueva edición de “Traful Invita”, que en esta ocasión amalgamó las cocinas del chef anfitrión, Guillermo Pardal, con la de sus colegas invitados –Pancho Fernández y Emmanuel Leiva-.

“El propósito principal de este evento gastronómico de dos días seguidos es potenciar la presencia de Traful en el mapa cordillerano. Llegar a la gente para que sepa que puede elegirnos como destino para el descanso y la aventura, tanto en temporada alta como baja, tanto se aloje en la villa como en San Martín de los Andes o Bariloche”, comenta Guterres a “Río Negro”.
Este es un trabajo en equipo, refuerza la anfitriona. “De otra manera no podría hacerse. Es la posibilidad que nuestros integrantes de todas las áreas del hotel aprovechan para desplegar su mejor arte al servicio del huésped, del visitante”, acota.
“Pero además le ofrecemos mucho más que comidas del mejor nivel y vinos extraordinarios (como los de la bodega Malma, de El Chañar). También posibilitamos al visitante un acercamiento a nuestra naturaleza, la que tenemos acá en Traful”, resalta.

La naturaleza susurra a quien la escucha: “esto lo sé porque lo experimento siempre acá”, comenta Guterres. Atender a las señales pequeñas y ver cómo todo está conectado resulta de por sí una experiencia maravillosa que cambia la percepción.
“Y de este modo podemos entrar cada uno de nosotros en un círculo virtuoso en el que podemos refrescar nuestras mentes”, refuerza.
Y con ese tono tan carioca de su ciudad natal, Guterres continúa: “imaginen si a esta conexión con la naturaleza le sumamos la mejor gastronomía patagónica, con excelentes vinos y un servicio de hotelería cuidadísimo… la experiencia no puede ser mejor”.

Tal vez por esto es que “tenemos gente que vuelve una y otra vez a Traful Invita. Es la ocasión ideal para vivir algo nuevo, conociendo gente que pueden iluminarnos un rato con una buena conversación, por ejemplo”.
El valor está en las personas, repite la entrevistada como un mantra. Piensa que desde una organización empresarial como su hotel puede hacerse de Traful un lugar ideal tanto para el local como para el visitante.

“Nuestra misión es sorprender, apostar y arriesgar en medio de una estética y atmósfera de la mejor gastronomía patagónica”, concluye Guterres. “Si bien el contexto es crítico, el futuro es creer, es renovarse y apostar. Traful es el mejor escenario para ello”, cierra la empresaria.