Prendemos el horno y lo dejamos en 180° C. En un bol mezclamos en este orden: la harina, el queso, la sal, la pimienta, la crema y el aceite. Unificamos todo bien. Amasamos 2 minutos y llevamos con papel film a heladera unos 40 minutos.

Cumplido este tiempo estiramos la masa lo más fino que se pueda (yo le di unos 2/3 mm). Con la masa estirada cual si fuera una tapa de tarta comprada le ponemos por encima un toque de aceite de oliva. Nos ayudamos con los dedos para desparramarlo.

Seguidamente enrollamos de una mitad de un lado y después seguimos con la otra de manera tal de que queden como dos tubitos uno al lado del otro. Cortamos rodajas de aproximadamente 7/8 mm y disponemos en una placa para horno.

Le ponemos más queso por encima y llevamos al horno hasta dorar (12/15 minutos) y ¡listo!