María Carabajal, joven pionera de la cocina saludable en Río Colorado
María Ofelia Carabajal es una referencia de la gastronomía de Río Colorado, donde se asentó en 2007. A lo largo de los años se transformó en una de las cocineras más prestigiosas de la región, combinando sus sabores naturales con sus ansias de seguir aprendiendo.
María Ofelia Carabajal (37) disfruta la gastronomía como pocas. La delata esa sonrisa permanente, natural y honesta. Es que disfruta la vida sin vueltas ni dudas. La vida es ésta y vamos para adelante, razona. Desde 2007 vive en Río Colorado, donde se ha erigido como una de las referentes de la cocina saludable y natural más prestigiosa de la región. No hay evento gastronómico de envergadura en esta provincia que no la tenga como invitada.
“Me defino como una emprendedora luchadora inalcanzable. Sin límites. Una cocinera apasionada de la naturaleza del sabor y el color”, dice a RÍO NEGRO. Y es una definición que adelanta la conversación, bien pum para arriba. “Llegar a este mundo de la gastronomía fue un privilegio. Empecé en 1999 a los 14 años como ayudante de cocina en Buenos Aires, en una cocina naturista vegetariana. Después seguí como moza en varios restaurantes, trabajo que me permitía charlar con chefs, reposteros, bacheros… y jefes, de quienes se aprende a cómo tratar y no tratar a los empleados. Todo suma”.
En el 2007 llega a Río Colorado de vacaciones. “Me enamoré del lugar y no me fui nunca más”, explica; al tiempo que resalta que “es un pueblo con personas maravillosas”. Me interesa el flechazo con este pueblo rionegrino. “Llegué de vacaciones. Mi hermano reside acá y venía para despedirme porque me iba a España, donde tenemos una hermana viviendo. La paz y la tranquilidad me atraparon y decidí quedarme de inmediato. Empecé a trabajar con mi hermano en la tienda de ropa y de noche en la confitería de moza. Me hice de muchos amigos y al tiempo ya formé mi familia”.
En el 2018, es decir 19 años después de aquel inicio casi de niña en la cocina, María retoma la ruta de la cocina vegetariana. “La economía del país tocaba fondo, como casi siempre, y me había quedado sin trabajo”. ¿Qué hacer, entonces? “Descubrí que cuando una puerta se cierra es porque hay otra que se está abriendo. No dudo que es así. Empecé a ofrecer hamburguesas vegetarianas y milanesas de trigo burgol”.
Le fue rebien, de entrada. Los clientes le empezaron a pedir viandas diarias y a recomendarla. Trabajaba primero desde su casa y luego alquiló un local chiquito, hasta llegar hoy a la rotisería que “es más sana que una manzana”. La demanda por este tipo de alimentación la llevó a investigar y estudiar. “A adquirir más conciencia sobre la nutrición y la vida sana”.
“Mi capacitación principal fue hacer el profesorado de cocina natural con el chef naturista Pablo Armenti, asesor alimentario en proceso oncológico. También tomé clases con el chef naturista Mariano Navarro. Desde el año pasado también empecé a enfocarme en la cocina macrobiótica con Clara Perednik. En nutrición conciente y naturista con Carolina Di Bert. Otro referente para mí, el médico holístico Damian Vanssini”.
Ser emprendedora no es fácil en ninguna parte. Por ahí, en un pueblo chico se hace un poquito más complicado. Pero María admite que esta ola gigante de alimentarse cada vez mejor le ayudó muchísimo. Por diabetes, colesterol alto, obesidad, hipertensión… por lo que sea, “todos queremos un cambio en las comidas”. Que la alimentación sea tu propia medicina es su lema, repite como un mantra. “Es hermoso ver como desde mi cocina puedo ayudar mucho y ver resultados de mejoría”, entusiasma. “Dan ganas de no parar. De hecho hay días que le meto 16 horas de trabajo sin parar sin volver a casa. Y aún así este oficio me sigue dando placer”.
El trabajo del emprendedor es muy solitario, le decimos. “Sí, es cierto… pero a esa soledad siempre la tomo como una pausa. Me ha pasado de sentirme sin aliados en este rubro pero me sucedía más al principio que ahora. Somos muchos los que estamos en esta sintonía”.
Dijimos que llegó a Río Colorado pero no de dónde vino. “Nací en Santiago del Estero. Me crié en un campo, lejos del pueblo. Nos teníamos que arreglar con todo lo que producían y criaban mi familia. Mi papá don Leocadio cultivaba en dos huertas; en una que tenía en el patio de casa y otra cerca del río. Desde hortalizas a caña de azúcar. Era un experto en la naturaleza. Y lo más hermoso: vivía con semillas para todo”. “Mi mamá, doña Ofelia, se dedicaba a criar corderos, cerdos y pollos. Mis abuelos cosechan el trigo para hacer su propia harina. Ya ves, vengo desde pequeña amantando el consumo natural”. Así se entiende todo.
¿Tus anhelos, de ahora en más? Adquirir más conocimientos y viajar, dice primero. “Ofrecer más productos e incorporar más repostería y bebidas saludables”, agrega. “Sigo soñando, proyectando y apostando a mi ciudad. Generar más trabajo sería maravilloso. Incorporar más personal y fortalecer aún más el equipo de trabajo”.
“Vamos bien. No fue fácil llegar hasta acá. Cada vez me animo más a capacitar a niños y adultos con mi gastronomía. Miro para atrás solo para recordar el camino que hice y pienso que nada es imposible. Todo se presenta en el momento justo”.
“Vale la pena vivir la vida, es maravillosa. Digo esto porque muchos años atrás luché contra la depresión, que fue muy difícil transitarla. Eso sí que fue difícil pero logré superarla. Todo llega con esfuerzo. La felicidad para mi es eso, remarla a todo pulmón. En este sentido, la gastronomía me permitió llegar a varias orillas impensadas de la vida”.
Sonríe. Una lagrimita corre por ahí, disimulada.
Señales de identidad
“Mi sello pasa por utilizar cada producto lo más natural posible. No usar productos refinados ni multiprocesados. Eligiendo que sean orgánicos o agroecológicos”.
Admira a Ezequiel Naumiec, el creador de la bodega Trina, de Río Colorado. A su colega Juan Carlos Izaguirre, que también es de estos pagos. A Nicolás Occhipinti, de Vereestar. A Liliana y Pato Chifflet de Las Grutas.
“Mi actitud con la cocina es tan placentera que lo disfruto mucho. Es mi felicidad desde el fondo de mi corazón. Quizás por ello es raro que me canse”.
“Los productores de mi ciudad tratan de brindarnos lo mejor. Pero hay épocas como el invierno o cuando cae granizo mucha materia prima escasea. El verano es la mejor época porque los productos frescos y locales son toda una tentación”.
Mi plato favorito: la ensalada que tiene mil colores y el wok de vegetales. Soy amante del color. La textura y el sabor. Bebida favorita: el licuado de cualquier fruta. Y el agua saborizada con aromáticas.
Cuando llegan mis amigos a casa pintan enseguida las pizzas. Tartas y tacos: fáciles y ricos.
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