La quinoa de Varvarco: una tradición familiar que se cosecha en otoño
El paisaje del norte neuquino se transforma en esta época. Y la recolección de este súper alimento convoca a quienes trabajan la tierra desde siempre. Los Valdés respetan y atesoran sus costumbres. Ésta es una de ellas convertida en un emprendimiento.
Por Victoria Rodríguez Rey (@victoriarodriguezrey)
La quinoa es un grano americano. Las evidencias arqueológicas remiten a que su origen se encuentra en la zona del altiplano de los Andes entre Argentina, Bolivia, Chile y Perú. Por su grado de adaptabilidad, su producción ya se expandió por gran parte del mundo. La quinoa no sólo conquista paladares sino que tiene un gran valor cultural, nutricional y de muy buen rendimiento.
En la precordillera neuquina existe una variedad que se produce hace varios años alimentando la identidad local. Desde hace aproximadamente ochenta años en Varvarco todos los marzos se cosecha quinoa. Durante 80 inviernos se trilla manualmente la quinoa que se selecciona para sembrar en primavera y cosechar en otoño.
¿Quién trajo la quinoa a Varvarco?
“Para mí fue mi abuela quien la trajo de Chile. Ella me pasó la semilla. Recuerdo cuando era un pibe chiquito, verla comiendo y sembrando, ella ya la tenía. Y mi mamá, que tiene 87 años, dice que de chiquitita ya tenía esa semilla”, recuerda Heriberto Valdés, uno de los ocho hermanos que continúa con la producción de este grano en Varvarco.
El origen de las historias llegan hasta donde trabaja la memoria, ¿qué recordará la abuela de su abuela? De cada relato personal, e indispensable, surgen las primeras crónicas para la construcción de la historia de los pueblos y sus identidades.
En el norte neuquino brota una quinoa que se adapta a la altura, que resiste los vientos, que incorpora la calidad del agua del río Varvarco y de los cielos amplios y limpios. Si bien se la conoce con el nombre de quinua, quínoa, quinoa, kinuwa todos ellos responden al quechua kinwa que pertenece a la subfamilia chenopodioideae, a las que también pertenecen la espinaca, la remolacha y la acelga.
Varvarquinoa, así la bautizaron quienes la atesoran desde los límites de la memoria, la que se siembra y cosecha en Varvarco. La quinoa es un recuerdo de la infancia de los Valdés y de muchas familias del alto Neuquén.
Yo no dejé de plantarla todos los años. Agradezco a los compañeros del INTA que me alientan a seguir sembrando. Pero necesitamos que la conozcan y la consuman. Es algo muy importante para nuestro cuerpo. Entre todos tenemos que seguir adelante”.
Heriberto Valdés, productor.
Los beneficios de la quinoa son varios. En relación a la producción es una planta que se adapta fácilmente a diversos terrenos. No requiere de grandes dosis de agua. El grano se puede guardar por varios meses hasta organizar el fraccionamiento, la venta y la distribución. En materia de aporte nutricional, la quinoa tiene todos los aminoácidos esenciales y es una fuente de proteína inmejorable. Las hojas de la planta también poseen nutrientes de gran calidad.
Alimento que vitaliza cuerpo y espíritu
Por otro lado, el valor cultural que posee el grano es superlativo en los pueblos americanos. Fue base de su alimentación desde hace 5000 años. Incorporada en ceremonias y rituales. La quinoa es considerada un grano madre luego del maíz.
“Acá no hay contaminación con químicos, así que es un alimento limpio. La miel que se produce en esta zona tiene el sabor de la flor de quinoa. Mi abuela también la comía con leche, con leche de chiva. Es ideal para los inviernos que son largos y muy fríos porque es un gran alimento. Nosotros con la quinoa nos sentimos fuertes”, comparte Mariela Valdés.
En las góndolas de los grandes centros urbanos, la quinoa debe competir con productos industrializados de grandes marcas. Aquí la difusión depende del esfuerzo de productores, lugareños y de los estados.
Aumentar la siembra
Heriberto y Manuel Valdés ya imaginan el terreno destinado para la siembra de quinoa en esta primavera. Buscan aumentar la superficie y seguir generando alimentos de calidad para sus familias y para la comunidad. Su forma de producción es ancestral, como la agroecología. La familia mantiene un suelo vivo gracias a que lo nutren con el compost familiar y a la rotación de cultivos.
“A mi tierra no le echo nada, lo que me ha dado es del nutriente de la misma tierra. Tampoco ponemos herbicidas, no se cura. Trabajamos con el arado. Acá no hay plagas, es un ambiente libre de plagas. Le vamos a hacer empeño a la temporada que viene. Vamos a sembrar todo el cuadro que tenemos”, comparte Manuel sobre las técnicas de producción.
“Nosotros queremos presentar la quinoa, para que se conozca lo que se produce en el norte neuquino. Esta semilla llegó en época de mi bisabuelita. Los recuerdos más grabados que tenemos es cuando íbamos a su casa y nos daba mote de quinoa con agua y azúcar. Es un cereal que tiene todas las propiedades. Por eso es tan importante sembrar cada temporada. Somos cuatro los hermanos que seguimos sembrando. La idea es que se sumen más productores, llegar a otros lugares y seguir adelante con esto que nos dejaron nuestros ancestros”, celebra Mariela.
Ese granito cilíndrico color crema, ese grano de oro de los Andes hace varias décadas se atesora en la zona cordillerana de la Patagonia. La Varvarquinoa se siembra todas las primaveras para fortalecer los cuerpos, perpetuar la identidad cultural y enriquecer los suelos y los sueños colectivos.
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