Día Mundial de la lucha contra los agrotóxicos: la esperanza está en el cultivo agroecológico
El ingeniero agrónomo y magíster en agroecología, Antonio Lattuca, comenta que necesitamos pasar de una agricultura industrial a una agricultura de procesos donde el agricultor tiene que volver a involucrarse y seguir los procesos del campo.
El 3 de diciembre es el Día Internacional del No Uso de Plaguicidas. Es una conmemoración establecida por las 400 organizaciones miembros de la Red de Acción en Plaguicidas, recordando a más de 500.000 personas intoxicadas y más de 16.000 personas fallecidas esa noche en Bophal, India, en 1984, debido al escape de 27 toneladas del gas tóxico para fabricar plaguicidas.
Argentina es campeón del mundo y también es uno de los países más fumigados del mundo, con la tasa promedio más alta del planeta en el uso de agrotóxicos. Hoy son más de 30 millones de hectáreas de tierra sembradas con semillas transgénicas lo que significa una dependencia en el uso de agrotóxicos. Nuestros alimentos están contaminados.
Antonio Lattuca es ingeniero agrónomo y magíster en agroecología. Es vicepresidente de la Asociación de Agricultura Biodinámica para Argentina. Desde 1987 trabaja con la producción sana de alimentos en áreas rurales y urbanas, además nos ayuda a entender por qué llegamos a esta situación y nos demuestra las posibles alternativas y transiciones para evitar el colapso.
¿Cómo llegamos a ser el país más fumigado en el mundo?
“La producción primaria en Argentina fue muy importante y hemos vivido numerosas crisis. El tema de la exportación de producción primaria es lo que nos da divisas y permite tener la educación pública, la salud pública y el mantenimiento del Estado. Y entonces se fue cada vez buscando más la cantidad y no la calidad para poder exportar”.
“Argentina es un país privilegiado en cuanto a suelos y climas y cada vez se fue incrementando más el uso de agroquímicos. Como ingeniero agrónomo hago una autocrítica, tanto en la universidad como en los institutos de investigación y el INTA, estimularon y siguen estimulando este tipo de producción y eso llegó a un límite muy grande”.
“Cada vez son menos las personas que viven en el campo. La agricultura que se hace es con máquinas. La mayor parte de lo que producimos es para alimentar los animales de Europa y Asia. Eso genera también un ingreso y concentración importantes en el campo. Menos gente produce alimentos. Es un tema complejo, no se puede salir de un día para otro. Creo que no ha habido políticas públicas ni conciencia en los últimos años, aunque hay un montón de movimientos sociales que hacen ver el problema que genera este tipo de producción no es suficiente”.
¿Cómo evitar el uso de agrotóxicos en grandes extensiones de producción primaria?
“Es un tema complejo porque el agricultor se ha acostumbrado a trabajar muy poco tiempo, casi no trabaja. Cada vez se usan más insumos. Tiene que haber también políticas públicas y los institutos técnicos y de investigación tienen que mostrar que otra forma de producción es posible, como son las agriculturas ecológicas”.
“Sucede que hay varios mitos sobre la agroecología. La primera es que la agroecología no puede alimentar al mundo cosa que está demostrado que sí. El consultor de Naciones Unidas para la Agricultura hizo un estudio mundial en el 2006 donde demuestra que la agricultura agroecológica puede alimentar al mundo”.
“Para poder implementar una agricultura ecológica se necesita una etapa de transformación. Primero el agricultor tiene que contar con toda la información, con las maquinarias y los insumos necesarios para poder producir en forma ecológica. Durante los dos o tres primeros años, según el tipo de suelo del que parta, hay que mejorar el organismo. Apostar a mejorar el suelo, a la diversidad, ver de qué forma se puede vender lo que producimos y para esa primera etapa el agricultor también tiene que acostumbrarse a producir de otra manera”.
“Necesitamos pasar de una agricultura industrial, donde todo se compra, a una agricultura de procesos donde el agricultor tiene que volver a involucrarse y seguir los procesos del campo. El mismo agricultor, o asociado con otros, puede producir todos los insumos, desde sus semillas hasta los fertilizantes, abonos, los preparados para manejar las plagas y enfermedades, todo eso se puede producir”.
¿Cómo nos involucramos en la planificación de entornos alimentarios más saludables?
“Un tema relacionado es la comodidad. Cada vez los seres humanos nos hemos acostumbrado a la comodidad y entonces es como que la máquina haga todo. O sea, la agroecología y la biodinámica no proponen una vuelta al pasado, sino que rescata todo lo bueno del pasado y además usa todas las tecnologías actuales incluidas las maquinarias, pero que estén al servicio del ser humano. El objetivo de la agricultura es la alimentación del ser humano y hoy eso se ha perdido. Hoy el único objetivo es ganar dinero y eso es una distorsión. Entonces en algún momento tenemos que volver a encontrar el equilibrio para que el agricultor gane para vivir bien y que el alimento sea accesible para todos”.
“Hay que desarrollar una agricultura sustentada por la comunidad, ¿qué quiere decir? El agricultor se encarga de producir y el que consume se transforma en co-agricultor, ayudando al agricultor en todo lo que es la venta, la comercialización y también apoya la transformación”.
“Desde lo urbano se puede hacer muchísimo. Nuestro continente es el continente más urbano del mundo. Casi el 96% vivimos en la ciudad. Entonces, el cambio tiene que venir también desde las ciudades, ya sea produciendo en pequeña escala, aprovechar todos los espacios libres que hay, los parques huertas, las huertas grupales para producir y cultivar. Todo esto genera un entorno amigable y una contención, una resiliencia frente el cambio climático”.
“Creo que se puede hacer mucho desde la organización de los consumidores para que los agricultores puedan vender todo lo que producen. Planificar juntos su producción en esto de la agricultura sustentada por la comunidad, o sea, que se asegure por lo menos una parte para garantizar un ingreso fijo”.
“Nosotros vivimos hoy en una sociedad muy esquizofrénica porque el trabajo de la tierra no está valorizado, no solo acá sino también en todo el mundo. En Europa la mayoría de los que producen son inmigrantes. Necesitamos al agricultor al menos dos o tres veces por día. El trabajo de la tierra no está valorizado. Necesitamos volver a valorizarlo para que los jóvenes se enamoren de este oficio de este conocimiento que se está perdiendo, cultivar la tierra tendrá que ser el oficio del futuro”.
Se estima que en el 2050 seremos 10.000 millones de personas en el mundo, 10.000 millones de bocas que alimentar. La producción de alimentos deberá aumentar el 50%. Si continúa con esta forma convencional que tiene como base el uso de agrotóxicos, las consecuencias en los ecosistemas serán alarmantes.
Es urgente dimensionar la grave situación ambiental que está generando el modelo de producción ecocida. La producción agroecológica debe ser prioritaria. Porque el alimento es un derecho, porque necesitamos nutrirnos, curarnos y amarnos. Porque está la tierra, porque está el saber, porque están las herramientas, porque aún tenemos agua. Porque está la organización, porque están las pruebas y la convicción.
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