Chacra Rizoma, una “red” rural que abastece a más de 500 familias
Isabel Echenique logró gestar una red de pequeños productores de frutas y verduras que hoy abastece a más de 500 familias de El Bolsón, Bariloche y Villa La Angostura. La historia de este emprendimiento, que encarna el concepto de la “nueva ruralidad”.
Isabel Echenique es el rostro de la nueva ruralidad en nuestra comarca andina. A sus 33 años trabaja diaria y silenciosamente la fórmula para hermanar la vida entre el campo y la ciudad, acá en El Bolsón.
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Está convencida que el entorno rural ofrece hoy nuevas posibilidades de desarrollo, pero que el verdadero cambio se dará solo cuando volvamos a respetar las pequeñas producciones locales, que son las que mantienen en pie a las comunidades. “El mundo se cambia con alegría e inteligencia”, piensa.
Isabel llegó a estas tierras allá por el 2016 desde su Chile natal, con la intención de estudiar la Licenciatura en Agroecología en la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN). Ni bien recorrió la zona supo que su futuro estaba acá. A partir de este camino transitado es que se permite presentarse como productora agrícola.
Fue capaz de gestar una red de pequeños productores, unos 70 en total, capaz de abastecer de verduras y frutas a unas 500 familias de El Bolsón, Bariloche y en menor escala La Angostura. El emprendimiento en cuestión se llama “Chacra Rizoma”.
De voz baja y gestos amables, Isabel se entusiasma en explicar esta nueva economía que se potencia en la Comarca Andina, que implica un estilo de vida que intenta pasar de una sociedad competitiva a otra de cooperación, comprensión y solidaridad. “Nos toca transformar este mundo”, sueña en voz alta.
Días atrás, en El Bolsón, Echenique decía que “somos parte de una red: un granito, una particularidad dentro del mundo al que invito a que miren con la atención de una lupa, pues caminamos en este momento un punto de inflexión”.
“Hace seis años llegamos a esta tierra hermosa, a los pies de un cordón montañoso, del Cerro Huemul, parte del gran Piltriquitrón, parte de lo que llaman Camino de Los Nogales al fondo, cerca de la Rinconada Nahuelpan, al norte de El Bolsón. Chacra Rizoma en sus seis años de funcionamiento ha proveído de hortalizas libres de agroquímicos a numerosas familias de El Bolsón y Bariloche principalmente, y en menor medida a otras localidades aledañas”, relató con orgullo.
Según Echenique, “este territorio está en constante presión de ocupación durante la última década por la actividad inmobiliaria y por la actividad turística que se creen sustentan la economía de esta localidad. ¡A veces, pareciera olvidarse o ignorarse que este terruño posee unas cualidades muy especiales para la producción! Aquí, el suelo posee una gran riqueza dado al alto porcentaje de materia orgánica, materia que conforman un perfil de suelo del área de hasta 1 metro de profundidad. Corre un canal de regadío alimentado de las aguas de la montaña edificado por antiguos pobladores visionarios de la capacidad productiva de este territorio”.
“En esta latitud de la Patagonia no son muchos los lugares que cuentan con la capacidad productiva que tiene El Bolsón, ni mucho menos con las bondades que contamos en el lugar donde Chacra Rizoma se emplaza actualmente. El riquísimo suelo, abundante de materia orgánica, el canal de regadío que trae agua de montaña, una buena exposición solar, la cercanía con el pueblo y otras tantas cualidades son excelentes para la generación de buen alimento, que llega a muchas familias de la zona. Otro aspecto a destacar de la conformación de este proyecto es el complejo y rico tejido humano que se ha formado. En su interior, está conformado por hombres y mujeres de entre 28 y 37 años que en su mayoría han hecho el movimiento migratorio inverso al común de nuestra época: de la ciudad al campo, nutridos por la conciencia de las necesidades y problemas de nuestra sociedad, con conocimientos académicos inquietos por actuar en la práctica del campo, con intenciones de preservación, cuidado y regeneración del medio ambiente”, analizó la emprendedora.
Pero, ¿imaginaba todo esto cuando llegó a estudiar? ¿Estaba el interés por un proyecto así? “La carrera de agroecología atrae gente que está, como yo, en la misma búsqueda con el mismo interés… y esto abre un panorama de investigación y experimentación tremendo. En mi caso, todo empezó por el interés de una persona a la cual yo quería mucho y que tenía dificultades para encontrar el grano de mostaza en alguna dietética o supermercado local. Justo en ese momento había una compañera que ya estaba terminando la tecnicatura y que hizo su tesis acerca de la producción de mostazas en El Bolsón. Así supe que esta es una producción que va muy bien para ese tipo de ambiente de clima fríos. Implica un ciclo anual y su floración en primavera tiene un aporte importante a la polinización. Vienen muchos insectos a alimentarse y puede cuajar”.
Isabel explicó que el siguiente paso es “la trilla manual. La imposibilidad por el momento de acceso a tecnologías ha generado limitaciones en cuanto a la escala. Fue así que conseguí unas semillas y empecé a producir en una pequeña superficie que empecé a aumentar de a poco. Ahora llegué a los 500 metros cuadrados en producción promedio anual con un potencial mayor. Pero como decía, el tema de la tecnología postcosecha es un cuello de botella”.
Echenique relató que “está inserto en el proyecto macro de Chacra Rizoma y se comercializa en todos los nodos que ya existen sumado a los hortícola y otras producciones menores. Con mi socia de entonces empezamos a ir a ferias y hacernos conocidas. Luego, al quedar sola me sumé al Proyecto Rizoma. Esta movida posibilitó aumentar la producción y que se pueda comercializar durante todo el año”.
Además, indicó que “ahora estamos en un punto donde nos gustaría tener más porque no llegamos a cerrar el ciclo anual de producción en el sentido de tener la mostaza elaborada porque se nos acaba muy pronto. Al ocurrir esto hay que esperar nuevamente el ciclo, cosechar, trillar y ahí tener de vuelta a grano”.
Respecto a lo que viene, señaló que “quedamos sin stock antes de cerrar el ciclo: ahí está nuestro desafío y nuestra visión futura de poder tener acceso a la tierra con mayor facilidad y que permita también con alguna tecnología particularmente una trilladora que coseche y trilla al mismo tiempo que es algo que hacemos nosotros manualmente. Con una sola máquina podríamos potenciar un montón la escala”.
¿Qué más producen?
Chacra Rizoma produce 60.000 kilos de verdura al año. Esto genera un impacto en producción de alimentos a nivel local bastante importante. Se abastece a unas 500 familias mensuales con hortalizas y otras producciones, y cuentan con más de 50 variedades de hortalizas.
“Afortunadamente acá hay mucha conciencia del consumidor de qué y cómo comer sano. Por ello, al ser nosotros artesanos de la agricultura porque hacemos casi todo de modo manual es interesante poder avanzar ahora en generar tecnologías de procesos que ayuden a optimizar ciertas etapas productivas, que después son traducidas en una mejor calidad y un menor precio.
Esta chacra está en paralelo en producción con otras chacras que pertenecemos a una fundación que se llama Cultivo Ecológico, donde distintas parcelas, huertas y granjas van creando nodos que forman una hermandad agrícola”, explicó Isabel.
El impacto de generación de empleo es de alrededor de 70 personas, “que somos mujeres y hombres que venimos de otros lugares y que decidimos venir a El Bolsón a generar otro estilo de vida. Cada uno, con su formación, nutre también la visión de lo productivo y al mismo tiempo revaloriza y reivindica un oficio que socialmente no tiene reconocimiento. Prestamos realmente un servicio a la comunidad con un producto sano y local, generando así todo un movimiento que va más allá de lo productivo”, señaló.
Isabel y toda la gente con la que ella trabaja agregan valor a la comarca andina. Por eso valía la pena conocerla y que ustedes, lectores, al circular por esta zona de Río Negro y Chubut, puedan pasar a recorrer estos emprendimientos.
Ante tanto fracaso de modelos y engendros económicos que hemos tenido en las últimas décadas, vale la pena apostar por estos modelos propios de producción que además son claves para el desarrollo territorial y que logran la conjunción de lo rural con lo urbano.
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