“Fútbol kafkiano”

Pobre Boca. Tras que viene alicaído, ahora le toca jugar contra River. Es el único equipo de su zona que tendrá esa suerte y/o desgracia (según si los millonarios se acuerdan de jugar ese día), y para colmo tendrá que hacerlo dos veces, pues en el extraño torneo deportivo “de transición” implementado por la AFA únicamente los rivales clásicos o interzonales se enfrentan una vez como locales y otra como visitantes. Amén de que algunos no son tan clásicos rivales y la “rivalidad clásica” o “interzonalidad” se inventa o se preordena porque la cosa tiene que emparcharse para que, por lo menos, todos jueguen al final la misma cantidad de encuentros. Y pobre River, que en su escalada es el único de su zona que tiene que enfrentar a Boca, sigue siendo poderoso y seguramente planteará un duelo especial. Por qué River y Boca son “pareja” de interzonales igual que Atlético de Rafaela y Patronato lo sabe Dios. Digamos que no es lo mismo jugar contra Boca, River, contra Deportivo Sacachispas o un rejuntado del Polo Sur, club que algún día podría fundarse y acceder al torneo mayor del fútbol argentino, con mucho menor trayectoria que los rivales del superclásico (vaya a saber cuál sería su clásico rival interzonal, seguro que los del Polo Norte no podrán ser). Así que lo equitativo de la justa no parece muy justo. No se ofendan rafaelinos o paranaenses, pero no es lo mismo jugar contra Boca o contra River –encima dos veces– que contra algunas de sus escuadras representativas. No es sorprendente, pues en una asociación donde se juntan para resolver la elección del presidente unas setenta personas, y al contar los votos sobra uno que anula el acto, cualquier cosa puede pasar. Y dicho sea de paso, tal vez también convenga aclarar que “justa” y “torneo” no son exactamente sinónimos como suele parecernos, pues las armas empleadas en tales enfrentamientos eran diferentes. En las justas de la Edad Media se usaban armas de verdad, casi como en nuestro fútbol actual, resultando los combatientes heridos y hasta muertos, casi como en nuestro fútbol actual, comprendiendo en el concepto los duelos de barras bravas, que también deciden resultados deportivos. En los torneos casi siempre se utilizaban armas simuladas. Valga otra digresión para proponer que, en lugar de sacar un campeón por rueda (lo que inflacionariamente producía dos campeones por año, o tres si se enfrentaban al final de cada medio torneo), sería tal vez mejor uno por fecha, por ejemplo: que los martes jueguen todos los que ganaron el fin de semana, integrando grupos si fuera necesario con los que empataron con mejores resultados (¿?). Eso sí, tendrán que jugar hasta el amanecer, pues no hay que olvidar que también existen los torneos internacionales que se deben atender (copas, recopas y recontracopas), algunos que honran a los próceres y todos a las empresas que hacen sus negocios, que seguramente estarían encantadas de tener un campeón por semana. Por cierto, el azar siempre puede influir en una contienda deportiva. Desde el tiro que pegó en el palo y por centímetros no fue gol hasta que esté lesionado Messi el día que al club de tus amores le toca jugar contra el Barcelona, aunque el fuerte equipo azulgrana te hace partido pese a que le falten varios titulares. Más de uno se alegraría ante mermas semejantes, ya que así será más fácil ganarle al rival, cuestión que como se sabe es para muchos más importante que el espectáculo, lamentablemente no sólo por razones económicas. Desde que ese día llueva a mares y el árbitro suspenda el partido, o que no lo suspenda y se juegue “en una pileta”, circunstancia que sumerge habilidades específicas del fútbol y en todo caso hace emerger otras que también pueden ser meritorias, pero que distan del juego bonito. Etcétera. Precisamente porque hay tantos aspectos extradeportivos que influyen, debiera preverse que un torneo se organice de la forma más equitativa posible, distribuyendo el azar con un completo sorteo del mixture, aunque se pierdan unos pesos. Sin parejas preconcebidas, sin que en la misma fecha que jueguen Boca con Racing tengan que jugar necesariamente River con Independiente. Y ojalá que cuando jueguen estos clubes o cualquiera puedan asistir al espectáculo los simpatizantes de ambos, o cualquiera que tenga entrada, sin que la inseguridad excluya a la parcialidad visitante por disposiciones expresas, ni a las familias por inhibiciones tácitas. Como para no darle letra a los que afirman que todo tiempo pasado fue mejor. César B. López Meyer Roca

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