Fútbol argentino: el alto precio de cien días de inactividad

En momentos donde los jugadores están al borde del colapso físico por la falta de acción que ya lleva más de tres meses, la AFA presentó ayer un protocolo sanitario para la vuelta de los entrenamientos.

Quizás la esperada noticia del regreso a los entrenamientos, dispuesta ayer por la AFA, haya sido una consecuencia directa del reclamo hecho por una voz autorizada como la de Marcelo Gallardo. Quizás no, aunque en realidad más que un reclamo lo que el DT de River pedía en verdad era que alguien se pusiera en el lugar de los jugadores y velara por su salud, luego de casi cien días de inactividad.

Como en el fútbol argentino no había que dirimir por un campeón (Boca alcanzó a consagrarse antes del comienzo de la cuarentena) y lo que se estaba disputando al momento de la suspensión por la pandemia era una competencia fácilmente descartable como la Copa de la Superliga, nadie se preocupó demasiado sobre si la pelota dejaba de rodar en nuestras canchas.
Al menos en la Primera División porque para las distintas categorías que vienen detrás, según la sentencia de los mandamás del fútbol, los ascensos se debían honrar en la cancha.
¿Pero cuándo? ¿Con qué plantel, con qué jugadores si muchos de ellos quedarán libres el 30 de junio? La AFA y el Consejo Federal en el ámbito del interior, fabricaron una bomba que terminó explotándole en sus propias manos. El problema de los ascensos en medio de la pandemia sigue aún sin solución…

A medida que fue pasando el tiempo, puertas adentro personajes como Gallardo empezaron a hacer foco en la unidad insustituible del juego, y por lo general olvidada por el negocio: el futbolista. Ningún jugador en su vida activa ha pasado tres meses sin actividad, con las nocivas consecuencias para el físico del deportista. Y un dilema: no se los ha dejado practicar en los campos de entrenamiento por un tema de salud, con la paradoja de que lo que está en juego precisamente con una inactividad tan prolongada es la salud de los jugadores.

“La incertidumbre de no saber cuándo se vuelve a jugar es terrible para el jugador. Todo esto que estamos viviendo es inédito y tres meses sin actividad no tiene precedentes. Al principio de esto pautábamos en general diferentes rutinas que le llegaban a los jugadores por distintas plataformas. Pero a medida que los días fueron pasando, todo eso va decayendo porque el futbolista va perdiendo motivación”, apunta Ubaldo Tribunsky, actual preparado físico de Fernández Oro y que ha trabajado en Cipolletti, Deportivo Roca e Independiente de Neuquén entre otros.
“Al no haber un horizonte de competencia en donde focalizarse, el jugador pierde interés pero a la vez hay algo más preocupante: el deterioro de su físico”, agrega Tribunsky, y abre el tema de la salud de los jugadores como aspecto primordial, más allá de que el fútbol activo vuelva en alguno de los meses de este año o no.

Ubaldo Tribunsky, preparador físico, habló con «Río Negro» sobre las dificultades que viene padeciendo los futbolistas con la inactividad provocada por la pandemia.


“A lo que primero afecta la inactividad es la reducción de la capacidad aeróbica. Después viene la parte de la musculatura, que hasta acá y con los trabajos que cada jugador pudo hacer en la casa, es sólo de mantenimiento. Lo que es una certeza es que al momento de regresar a los entrenamientos, va a haber que comenzar a trabajar de cero como si fuera una persona sedentaria”, advierte el profe.
No sólo los cuerpos de los futbolistas han sufrido desórdenes sino también sus costumbres, la alimentación y las rutinas. “El reloj biológico del jugador ha sido alterado. Si en gran parte de su vida deportiva acostumbró a levantarse a las 7 para empezar a entrenar a las 8, tal modalidad hace más de tres meses que no la viene cumpliendo”, dice Tribunsky


Para una pretemporada normal, un futbolista medio necesita entre cuatro y cinco semanas para estar en buena forma. Salir de la inactividad que ha impuesto la pandemia, costará un poco más. “Para volver a poner a punto a un jugador se van a necesitar al menos ocho semanas de trabajo para poder acondicionarlo. Con esta inactividad tan larga hay que trabajar la postura, la capacidad aeróbica, la fuerza, la musculatura, todo… Y hay que hacerlo de a poco, sino corrés el riesgo de lastimarlo”, asegura el profe.
Cuando más se tarde en decidir el regreso a las prácticas, al menos en forma reducida, el riesgo para los futbolistas será mayor. Ya hay protocolo para la Primera, el ascenso del interior espera por el suyo antes que sea demasiado tarde.


LA OPINIÓN DE UN EXPERTO: GERARDO SELLARES (*)


«El desafío será adaptarse a un nuevo manual de preparación»

«Hoy el futbolista está sin motivación, no tiene horizonte y se pregunta cuándo vuelve a jugar. Como nadie sabe la respuesta, no sólo la inactividad atenta contra su físico sino que también del cuello para arriba va a estar en problemas«, advirtió el profe Gerardo Sellares a «Río Negro».

«Estamos inmersos en un gran problema porque jamás nos vimos involucrados en semejante parate de más de tres meses. Hay un desentrenamiento terrible de todas las cuestiones de adaptabilidad y va a costar mucho trabajo reencauzar el físico de los jugadores. Hay pérdida de masa muscular, de fuerza, velocidad, resistencia, equilibrio, y por sobre todo de gestos deportivos«.

«Al principio de la pandemia, la mayoría pautó entrenamientos individuales para los jugadores, pero no era lo mismo para aquel que tenía un patio exterior para moverse a otro que vivía en un departamento. Fue una solución parcial para mitigar la inactividad en ese momento, pero después ya no sirvió más porque el jugador responde a otra dinámica. No tiene motivación, no tiene horizonte y se pregunta cuándo vuelve a jugar. Como nadie sabe la respuesta, no sólo la inactividad atenta contra su físico sino que también del cuello para arriba va a estar en problemas. La psicología va a tener tanto o más trabajo que los preparadores físicos en la vuelta al trabajo de los jugadores. Vamos a tener que adaptarnos a un nuevo manual de preparación».


«Esta situación, para un futbolista del ascenso que ronda los 35 años, prácticamente lo retira. Cuando esto se normalice, los equipos que tengan planteles con baja edad de promedio, prevalecerán sobre aquellos que tengan en su plantilla jugadores de mayor edad».

(*) Preparador físico con pasado en Deportivo Roca, Cipolletti, Brown de Madryn, entre otros.


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