¿Fraude, mala praxis o qué? Lo que nos dicen los balances de Vicentin
Los informes del Banco de la Nación ponen el foco en las inconsistencias emergentes del balance 2019, en el posible uso de intermediarios para subfacturar exportaciones y en los débiles argumentos de los portavoces de la empresa.
Por Alfredo Zgaib
azgaib@azgaib.com.a
La debacle de Vicentin no fue (no es) la crónica de una muerte anunciada.
Esta compañía, la sexta entre los exportadores del complejo agroindustrial argentino hasta hace poco tiempo, incrementó sus ventas casi 140% desde 2017 a 2019, invirtió en activos fijos alrededor de 3.200 millones de pesos durante los tres ejercicios que precedieron a su presentación en concurso y lució una rentabilidad promedio del 13% anual en 2017-2018.
Todo medido en moneda constante de octubre de 2020. Lucía, además, credibilidad suficiente para seducir tanto a bancos nacionales como internacionales, entidades que aportaban un nivel de financiamiento muy superior a su patrimonio neto.
¿Qué pasó entonces? Los informes del Banco de la Nación ponen el foco en las inconsistencias emergentes del balance 2019, en el posible uso de intermediarios para subfacturar exportaciones y en los débiles argumentos de los portavoces de Vicentin.
Desde la empresa, por el contrario, hablan de los efectos devastadores de la sequía de 2018, de los sobrecostos derivados de la importación de materia prima para suplir esa menor oferta y de la devaluación que hizo explotar su pasivo dolarizado.
¿Qué nos dicen los balances de Vicentin al respecto? En primer lugar, confirman una caída estrepitosa. Pérdidas por 93 mil millones de pesos durante 2019 dieron vuelta el signo de su patrimonio neto: mientras los activos superaban a los pasivos en 42 mil millones al cierre de 2018, un año después estos últimos eran 45 mil millones más elevados que los primeros. Señal de insolvencia que se mantuvo entre el 31 de octubre de 2019 y la fecha de apertura del concurso, en febrero de este año (Gráfico 1).
Pero semejante desenlace se habría producido en… apenas tres meses. Un balance al 31 de julio de 2019, preparado en dólares para bancos del exterior, mostraba un patrimonio todavía positivo, de magnitud similar al de 2018, y ganancias por 189 millones de pesos.
Es difícil imaginar que un cambio tan drástico haya tenido lugar en un trimestre, si bien la comparación entre un juego de estados contables y otro debe hacerse con cuidado. Mientras los de julio fueron emitidos conforme a Normas Internacionales de Información Financiera, los de cierre de ejercicio se basaron en normas argentinas.
Derrumbe de inventarios
Dos fenómenos resultan evidentes al explorar los balances de Vicentin. Uno de ellos, el derrumbe de las existencias de materias primas y productos terminados. Activos cuyo valor descendió desde 48 mil millones de pesos, cifra consignada tanto en octubre de 2018 como julio de 2019, hasta 9 mil millones al cierre de 2019.
Tres meses después sólo quedaban inventarios por 743 millones. Otro, el crecimiento explosivo de las deudas con proveedores, que treparon desde 7 mil millones de pesos a casi 53 mil millones entre octubre de 2018 e idéntico mes de 2019 (Gráfico 2).
Ambas variaciones explican en buena medida los resultados negativos de 2019 y la insuficiencia patrimonial reflejada en los reportes emitidos desde entonces.
La evolución de los stocks no es una consecuencia de reducciones en sus precios, que en general treparon por encima de la inflación, ni de menores compras de materias primas.
Estas, por el contrario, saltaron pasaron de 166 mil millones de pesos, en 2018, a 375 mil millones en el ejercicio siguiente: 126% de aumento. Crecimiento superior al experimentado por las ventas, que aumentaron un 90%.
En su memoria de 2019 el directorio arguye que la importación de soja desde Estados Unidos, para contrarrestar la menor cosecha de 2018 y mantener las plantas en actividad, produjo pérdidas que rondaron los 18 millones de dólares debido a sobrecostos, mermas imprevistas, demoras y gastos adicionales por el uso de puertos alternativos.
Afirmaciones que no están identificadas con precisión en los cuadros del balance, tal vez por subsumirse (incorrectamente) dentro de las compras de materias primas y materiales de elaboración.
El incremento de las compras y la desaparición de los inventarios condujeron a un resultado bruto negativo de 11 mil millones de pesos.
Es decir, Vicentin habría salido mejor posicionada si hubiese paralizado sus actividades en lugar de vender a pérdida.
Sobre estas cuestiones quedan, claro, interrogantes cuya respuesta exige otras indagaciones. ¿Los stocks de materias primas y productos terminados estuvieron sobrevalorados hasta 2018, fueron sumergidos en los canales de la economía informal o se malvendieron entre julio y octubre de 2019?
Explosión de deudas
La limitación del financiamiento bancario y la devaluación del tipo de cambio podrían justificar el incremento de las deudas con proveedores. Mientras en 2018 Vicentin obtuvo préstamos por más 10 mil millones de pesos, en 2019 no recibió fondos frescos y pagó alrededor de 4.600 millones en concepto de intereses.
Pero dichos atenuantes ofrecen flancos débiles. Primero, porque la tasa de cambio creció sólo 11% en términos reales durante el ejercicio 2019. Segundo, por las dudas que surgen al confrontar las cifras de julio con las de octubre: los dólares adeudados a los suministradores de materias primas (esto es, antes de considerar la devaluación) se quintuplicaron en ese breve período.
¿Ocultaban pasivos los balances emitidos hasta 2018 o lo contabilizado posteriormente refleja las verdaderas consecuencias del menor financiamiento bancario, el aumento del dólar y el mayor nivel de actividad? ¿Es posible que las compras se hayan concentrado en el último trimestre del ejercicio y justifiquen el salto abrupto de las deudas comerciales?
Pérdidas financieras
La pérdidas por intereses, diferencias de cambio y otros resultados financieros también juegan un rol protagónico en esta historia: en 2019 superaron la barrera de los 86 mil millones de pesos; 93% del déficit total (Gráfico 3). Sin embargo, tal relevancia no impidió que la firma exponga información insuficiente para explicar sus causas (como exigen las normas contables).
¿Qué disimula una cifra global tan exorbitante? ¿A cuánto ascendieron los beneficios de licuar deudas netas en un contexto inflacionario.
Hechos y circunstancias
No resulta llamativo que una empresa pierda plata en un escenario como el argentino de estos años; lo curioso es la magnitud y la velocidad de la caída que condujo a la insolvencia de Vicentín. Sus balances nos comunican hechos y circunstancias que en buena medida contradicen o, por lo menos, ponen en duda muchas de las argumentaciones utilizadas por sus directivos para justificar lo que nadie pudo prever, aun cuando no siempre confirman todas las hipótesis contenidas en los informes del BNA y fuentes similares.
¿Malas compañías?
Se ha dicho que el juego del grupo económico rosarino consistió en insolventar a Vicentín SAIC para beneficiar a empresas controladas o vinculadas, tal el caso de Vicentín Paraguay y Renova (las más significativas entre ellas).
Según revelan los estados contables, la parte de las ganancias que correspondieron a Vicentín por su participación en tales firmas aumentó dos veces y media entre 2018 y 2019, pasando de 3.276 a 11.522 millones de pesos.
Este monto parece insignificante si lo comparamos con la pérdidas que la concursada exhibió en 2019, aunque adquiere relevancia frente a las utilidades que obtuvo hasta 2018.
Como contrapartida, las ventas y compras de Vicentín a otras entidades del grupo cayeron durante 2019 y representaron una pequeña proporción (menos del 5%) de sus intercambios totales.
Resultan, al menos sin investigaciones adicionales, exiguas para explicar el recorrido final de la agroexportadora.
Apuntes metodológicos
Las cifras referidas en este trabajo están basadas en los estados contables de la empresa agroexportadora Vicentin correspondientes a los ejercicios concluidos entre el 31 de octubre de 2016 y la fecha de cierre de 2019. También contamos con un balance especial, que nos proporcionaron funcionarios que participaron de la primera intervención dispuesta por el gobierno nacional, preparado en dólares al 31 de julio de 2019 para cumplir exigencias de bancos extranjeros, y con el estado patrimonial presentado para la apertura del concurso preventivo.
Convertimos todas las cifras a moneda de octubre de 2020 e introdujimos algunas correcciones en los balances oficiales: ajustamos por inflación el de 2017 y eliminamos unos créditos fiscales (activos por impuestos diferidos en la jerga contable) registrados en los informes de 2019 y 2020 porque estimamos que la posibilidad de beneficiarse con ellos deviene remota (tienen, por lo tanto, valor nulo en lugar de los 20 millones registrados al 31 de octubre del año pasado). Durante nuestra tarea entrevistamos a Juan Chiummiento (periodista del Diario El Litoral), Luciano Zarich y Néstor Reineri (integrantes del equipo que participó de la intervención dispuesta por el gobierno nacional) y Gustavo García Zanotti (uno de los autores de “La crisis de Vicentin y los grupos empresariales que se expandieron a partir de su caída (2019-2020)”, informe preparado para el directorio del Banco Nación-BNA). También contactamos a productores damnificados y al área de relaciones públicas de Vicentin.
Los autores
Una propuesta de la cátedra Análisis de estados, de la facultad de Economía y Administración, de la Universidad Nacional del Comahue, constituyó el punto de partida de este trabajo. Trabajo con el que pretendemos involucrarnos (sin relación alguna con la acreditación de la materia) en un problema con significativas repercusiones sociales y económicas, proveyendo bases para definir posiciones con cierta independencia de los juicios previos y los intereses particulares.
No significa que neguemos el valor de las ideas ni el peso de los intereses: solo se trata de que ideas e intereses jueguen con fundamento.
Participaron de este trabajo los/as siguientes estudiantes: Pablo Cambareri, Liliana Chanqueo, Mayra Conti, Juan Desgens, Belén Fernández, María Sol Fernández, Santiago Luna, Gerónimo Marteau, Valeria Martínez, Manuel Pérez, Junior Pi, Ramiro Recupero y Milena Rivera. La coordinación del trabajo estuvo a cargo del profesor Alfredo O. Zgaib.
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