Una joya recomendada boca a boca a 15 km de Las Grutas: playa, barcos y mariscos frescos en San Antonio Oeste

Los pescados más ricos y a buen precio en puestos de cara a una costa mágica y un muelle lleno de vida para descubrir, las tres claves que invitan a ir.

Cerca del muelle las playas invitan. Los chicos buscan cangrejos y la tarde se va en calma. El cielo  
inmenso reinando detrás Fotos: Martín Brunella

Comer pescados “a pie de barco”, y mariscos “a pie de lancha”. Descubrir playas agrestes y conocer la actividad de un muelle que palpita al ritmo de las mareas. Todo eso puede incluir un paseo por San Antonio, ese pueblo que es cabecera de la localidad y está ubicado a sólo 15 km de Las Grutas. Un lugar donde no hay artilugios para captar turistas y que tiene el encanto de lo auténtico, porque es real al 100%. Desde la rusticidad de su costa hasta la simplicidad de su gente.

Fotos: Martín Brunella
La playa siempre tiene dos caras. Con marea alta, el agua crece y es tiempo de chapuzonesFotos: Martín Brunella

Es que San Antonio es pesca, son barcos y es olor a mar profundo, del que surge de los cajones que llegan a puerto con las capturas frescas. Son playas de arena densa y de aguas mansas, que suben de a poco y dejan ver la multiplicidad de conchillas que brillan desde el fondo, como si fueran gemas. Son cangrejitos acercándose a la orilla y espuma burbujeando sobre el lecho barroso en el que los pies se hunden, con un placer intenso.

Barcos, muelle, olor a sal…curiosear la rutina pesquera es un imán para los que visitan San Antonio   Fotos: Martín Brunella

De chico vivía enfrente. Las playas eran mi patio, y tenían el nombre de los vecinos que andaban por ahí. La de Churrarín, la de Don Sajarchuk… Ahora mismo estas playas del muelle no tienen nombre, y uno las nombra así, recordando a su gente” contó Adrián, que junto a su familia abrió un puesto de comidas y sigue sin despegarse de este rincón costero

Fotos: Martín Brunella

El lugar está pegadito al muelle Heleno Arcángel, en esos refugios de hormigón en los que antes se vendían artesanías hechas con caracoles.  Ahora varios cambiaron de rubro, y albergan la mejor gastronomía de la zona. Al menos tres de ellos están dedicados a la venta de pescados y mariscos. Y son tan buenos que compiten en sabor y en frescura, provocando, literalmente, pasiones entre el público gourmet. Es que la gente llega por el boca a boca, fascinada por los comentarios de lo rico y abundante que se come, por casi la mitad de lo que piden en Las Grutas.

Hay servicio de guardavidas. Fotos: Martín Brunella

Y, aunque no lo sepan, por la magia del marketing que manejan, tanto Adrián como el resto de los puesteros. Para conjurarla les basta con mostrar la mercadería recién bajada del barco, y contar como la convertirán en el relleno de unas empanaditas de merluza, pez gallo y quién sabe si “alguna palometa”.

“Este gallo es tan bueno que en algunos restaurantes te lo venden como abadejo” suelta, con picardía, Juan, que es primo del otro y experto cocinero. “¿Y los langostinos? – refuerza- Vino un chico de Ushuaia que no comía pescado, le mostramos esto y se fue chocho, quiso probarlo todo” aseguró.

En los puestos se come a metros de la playa, y el aire y el sol forman parte del plato. Será por eso que todo parece más rico. Y uno comprueba ‘in situ’ la trazabilidad de esos mariscos que está a punto de devorarse.  Porque vio como los dejaba el lanchero, que le hizo un guiño a Adrián y saludó a la moza, que es su hija, antes de dejar caer el cajón, que todavía salpicaba agua de mar.

Rabas, bastones de merluza, langostinos rebozados y al ajillo… Todo fresco y riquísimoFotos: Martín Brunella

Un párrafo aparte merece la merluza. Ese pescado “de siempre”, que es como un caballito de batalla. Claro que el que se come acá nada tiene que ver con esas piezas poco gustosas, que se desmenuzan de sólo mirarlas. Este es más grande, por eso se llama ‘merluzón’, y tiene una carne firme y compacta que asombra por su textura. Lo venden al plato, con fritas o ensalada rusa, por $2500.

Tras el almuerzo la caminata invita. Enfrentando la playa hay una sucesión de casas de chapa y de madera, que antes ocupaban los que trabajaban en el ferrocarril. El encanto sigue envolviéndolo todo al recorrer el barrio. Y algo de esos trenes que ya no circulan tienen también los barcos inactivos, que están fondeados en un sector del muelle.

Rabas, bastones de merluza, langostinos rebozados y al ajillo… Todo fresco y riquísimo

Todo lo que ya no es agita sus fantasmas en la zona. Pero la nostalgia es brumosa y color sepia, por eso no hay lugar para ese sentimiento aquí. El verde de los álamos, el dorado intenso de la arena y el cielo destacando las rojas carcazas de algunos barcos nos hablan de otra cosa. De la persistencia de lo bello, que dice ‘piedra libre’ cuándo se ve la costa plagada de chicos chapoteando y buscando cangrejos.

 
El encanto de la ría de San Antonio. Aguas mansas, arena densa y el cielo inmenso reinando detrás 

“Es la tranquilidad. Por eso muchos prefieren venir a estas playas” opinó Adrián, momentos antes, al invitar sus platos. Quién sabe. Hay algo de lo agreste que llama y que seduce.  Aunque el mar no sea imponente como en otros puntos, y forme una ría serena que se mueve al capricho de las mareas.

La recorrida por la costa puede abarcar el balneario “Los tamariscos”, que está frente a una terminal de micros y en línea con un anfiteatro, en el que durante algunas noches se presentan espectáculos.

Allí se suele organizar la “Fiesta de la Marea”, una celebración popular que este año, como ocurrió el verano pasado, se realizará a fines de febrero.

¿Para agendar? La imperdible picada de mariscos que ofrece el puesto de Adrián, que se llama “Doña Rosa”. Incluye empanaditas (de merluza y pez gallo) langostinos rebozados, rabas, papas fritas y otras delicias al ajillo. Por $5.500 comen 3 y pican 4 (un dato, en Las Grutas una picada similar para dos personas no baja de $7000). Si quieren pedirla para 6 o 7 saldrá $8500.

Las empanadas de pescado son el hit del verano entre los turistas, la docena está $2000 y la media $1000. Las rabas, otro imperdible, salen $2000 la porción.


Para tener en cuenta


* Cerquita del muelle “Heleno Arcángel” hay una sucesión de puestos en los que ofrecen artesanías en caracoles y los mejores pescados y mariscos.

* Los puestos de comida son “Susymar”, “El tiburón” y “Doña Rosa”. Todos se caracterizan por lo rico, fresco y barato. Elaboran con pescados obtenidos ‘a pie de barco’ y mariscos ‘a pie de lancha’, por esos sus sabores son inigualables.

* En el puesto gastronómico “Doña Rosa”, que lidera Adrián Rubio y su familia, se consigue merluza al plato con ensalada rusa o papas fritas por $2500, las empanadas de pescado (llevan merluza, pez gallo y palometa) están a $2000 la docena y $1000 la media

* Las rabas salen $2000 la porción.

* Un imperdible es la picada de mariscos. La porción es abundante- comen 2 y pican 3- y sale $1500 menos que en cualquier lugar de Las Grutas, en los que se consiguen por $7000. Acá por $5500 se comen empanaditas, langostinos rebozados, bastoncitos de merluza, rabas, mariscos al ajillo y papas fritas. Un lujo.

* Las playas del muelle son agrestes y encantadoras. Más cerca del centro está el balneario Los Tamariscos, que se destaca por sus sombrillitas de paja, ideales para refugiarse del sol.

* El puesto gastronómico de Adrián se llama “Doña Rosa” en honor a su abuela. Los que cocinan son su tía Graciela y su primo Juan, mientras que su hija Martina es moza y ayudante de cocina.


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