Fondo anticíclico: las lecciones de Noruega

El mayor productor de hidrocarburos de Europa logró financiar su estado de bienestar con este recurso, mientras busca alternativas. ¿Capitalismo socialista o socialismo capitalista?

Rubén Fernández Seppi *


En algún momento describía algo que, dentro de los países escandinavos, llama mucho la atención, como es el caso de Noruega, que según algunos indicadores es el tercer país más rico de la tierra. Claro, uno tiende a relacionarlos con la imagen de los vikingos y resulta interesante preguntarse cómo pasaron de ese estado a su situación actual.

Noruega es un estado soberano, con una monarquía democrática parlamentaria como sistema de gobierno, donde el rey es el jefe de Estado pero controlado por el Poder Ejecutivo (primera ministra, Erna Solberg) y por el Poder Legislativo (Parlamento). “El Rey reina pero no gobierna”.

Pero vayamos a datos más concretos, y para poder dimensionarlos comparémoslos con Argentina y en algunos casos con la provincia de Neuquén.

Vemos los datos, y toma gran notoriedad la diferencia de la masa de aportantes al sistema contributivo referidas a sus poblaciones: cada 10 habitantes, en Argentina aportan un poco más de 2, mientras que en Noruega lo hacen casi 6 personas. (Ver gráfico)

Otro tema interesante es el sistema nórdico de bienestar social (llevado adelante por Noruega, Dinamarca, Suecia, Finlandia e Islandia), donde la salud, educación y seguridad social es universal, es decir, llega por igual a todos sus habitantes en una calidad superior a la del resto de Europa. Este sistema de bienestar está consensuado entre todos los partidos políticos, y lo único que se discute es el grado de algunos beneficios. Es una idea muy socialista en ese sentido, que se complementa con el capitalismo que se aplica en otras variables.

Sin embargo, los impuestos son más altos (un 40 % aprox.) contra un 30% de la media de Europa, siendo en Noruega progresivos de acuerdo a los ingresos, pagando impuestos muy altos quienes más ganan, en una suerte de redistribución. Los que están en contra de este sistema de impuestos argumentan que los miembros más productivos tienen una ganancia muy limitada… No obstante esto, la sociedad funciona muy bien, y a pesar del gran apoyo del Estado y los generosos beneficios del Estado de bienestar en la seguridad social, las tasas de desempleo de los países nórdicos son de las más bajas del mundo (el 2,5 % en Noruega, 2018).

Esto se debe (y los datos lo confirman) a que en la cultura del noruego está enraizada la idea de trabajar, y no tratan de sacar ventajas del sistema, por más que en algunos casos podrían hacerlo, tienen un gran respeto por el Estado y las instituciones, lo que se refleja en los altos índices de aceptación de las instituciones en general, con altos grados de aprobación y confianza (como la justicia, con un 86%).

Los índices de percepción de la corrupción le dan entre los más bajos del mundo, lo mismo que el nivel de delitos.

Quizás el mayor logro de Noruega fue la creación del Fondo del Petróleo (o fondo de pensiones), que hoy en día es el fondo soberano más grande del mundo, controlando el 1,3% de todas las acciones que cotizan en Bolsa, habiendo alcanzado este año la cifra de 1 trillón de dólares (1 millón de millones). Su origen fue producto de la preocupación de las autoridades noruegas por los vaivenes en el precio internacional del petróleo, y en 1990 el parlamento aprobó la ley de su creación, comenzando a funcionar realmente en 1996 con el ingreso de lo recaudado en conceptos de impuestos a la actividad petrolera y a los dividendos que producía la empresa estatal. Solo un 3% de lo recaudado iría al presupuesto del Estado.

Esos fondos se invertían (y se invierten) en títulos y acciones de empresas que cotizan en Bolsa, más algunas inversiones inmobiliarias, con un criterio ético de no invertir en empresas armamentistas en un principio, y después, en función del compromiso con el medio ambiente, de deshacerse de empresas relacionadas a la explotación del carbón e incluso petroleras. En este sentido, el año pasado el parlamento votó por unanimidad desinvertir 11.000 millones de dólares en empresas carboníferas y petroleras e invertir hasta 17.000 millones en energías renovables. Durante estos años se lograron promedios de rentabilidad de un 8% anual, lo que al día de hoy significa que casi un 70% del fondo es producto de ello, y solo un 30% proviene del petróleo.

En estos días se está tratando en la Legislatura neuquina justamente la creación de un fondo de estas características, y si bien se hace después de haber desaprovechado épocas buenas, puede ser el comienzo de una reestructuración del Estado y del desarrollo y fortalecimiento de la economía provincial, diversificando la matriz productiva de nuestra provincia, que hoy es muy dependiente del petróleo y el gas, y por ende a los vaivenes de los precios y las políticas internacionales en esa industria.

Queda mucho por discutir:

1- Está tan sobredimensionado el Estado que es muy difícil sacarle recursos (pensemos que casi el 74% del presupuesto se va en sueldos y gastos corrientes), pero ese es un tema ineludible a afrontar: la reestructuración del Estado.

2- Qué porcentaje de los ingresos por regalías afecta al fondo (como dijimos, Noruega afecta un 97% ). Quizás se deba pensar en una escala ascendente de afectación de fondos, en base a los logros del punto 1.

3- En qué invertir esos fondos: aquí surgen muchas posibilidades, pero sería muy interesante que nuestros representantes piensen con proyección de futuro y que sean inversiones rentables, con impactos positivos en la sociedad.

4- Basándome en el espíritu de una tesis que presente en una maestría, me inclinaría a invertir en:

a) Nichos de mercado que desarrollen las economías regionales, ayudando en forma directa a las pymes regionales, con créditos blandos o incluso bajando impuestos.

b) Con la creación de empresas de capitales mixtos (públicos-privados) en aéreas estratégicas que ayuden al despegue de sectores vitales para la economía provincial y/o nacional.

Estas empresas le darían valor agregado a nuestros recursos naturales, generando valores sostén en las materias primas y nuevas fuentes de trabajo, constituyendo un círculo virtuoso en la economía provincial, dejando abierta la posibilidad de que el Estado recupere la inversión por la venta de esa empresa y la vuelva a invertir en otra actividad que motorice otro sector de la economía. Por supuesto que en este punto hace falta profundizar cuáles serían las figuras jurídicas adecuadas para estos objetivos.

El desafío está planteado. Ojalá estemos a la altura de lo que las circunstancias históricas nos requieren.

* Ingeniero civil y Mg. en gestión empresarial, empresario y dirigente del radicalismo.


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