Fideos Maiolino: de emporio de las pastas a galpón abandonado, el recuerdo de un ex obrero

La planta de elaboración de fideos de la marca que hizo grande a Roca, hoy es un galpón vacío y olvidado. Cientos de familias trabajaron en las líneas de producción y hoy sólo quedan los recuerdos. El testimonio de un ex trabajador.

El sonido de las máquinas, la textura de los fideos de letras y los cabellos de ángel, lo emocionan. Juan Carlos pasó dos años de su juventud en la fábrica de fideos Maiolino de Roca y los recuerdos de esos días entre bolsones de harina lo invaden de nostalgia.

Maiolino era una marca roquense fundada en 1941, creada por la familia que llevaba ese apellido y había llegado desde Buenos Aires con espíritu emprendedor. Se instaló en Don Bosco y Villegas, actualmente es un edificio abandonado.

La fábrica, hoy en 2019. Un edificio abandonado. Foto: Gonzalo Maldonado

Juan Carlos Ponce entró a trabajar a la fábrica a los 20 años cuando salió del servicio militar en 1979. Él vivía en barrio Aeroclub con su familia. Eran las épocas en las que se trabajaba de lunes a lunes y la fábrica no descansaba: había turnos rotativos las 24 horas.

Entré sin tener experiencia. Las máquinas y la tecnología era todo nuevo, tuve que aprender. Me explicaron cuanto de harina, cuanto de agua en las máquinas (…) Era un proceso manual, había que darle el punto justo a la masa”, contó el hombre, quien hoy formó su familia en Allen y tiene 60 años.

En el turno noche unos diez empleados producían tantos fideos como rindieran 20 bolsas de harina de 50 kilos cada una, es decir, 1000 kilos de harina con tres máquinas. Tantísimos más kilos de fideos de todas clases.

Juan Carlos Ponce, ex obrero de la fábrica.

Juan entraba a las 22 y salía del turno a las 8. De ahí se iba a su casa en barrio Aeroclub a descansar, pero sólo dormía tres horas hasta las 11 porque al mediodía llegaba su padre de trabajar, que se empleaba en la Cooperativa Valle Fértil, y había que almorzar a las 12:30 “religiosamente”, dijo entre risas.

A la tarde se iba a ver a sus amigos del barrio. Solían practicar remo en el Canal Grande y repentinamente se hacía la hora de ir de volver a la fábrica. “Si uno quería, el día alcanzaba para todo”, confesó.


El trabajo y la producción marcaban su vida. Así lo hizo la fábrica con muchas familias de Roca que dejaron su trabajo en la producción de fideos. En los turnos diurnos trabajaban más de 150 obreros, cumpliendo casi 10 horas por día. “Fue una época muy linda”, describió.

Foto: archivo Diario Río Negro

Para mi era una cosa tan linda, que la empresa fuera de Roca, que tuviera esas máquinas. Trabajar en esa fábrica que daba trabajo a un montón de gente era un orgullo”

Juan Carlos Ponce, ex obrero de Maiolino

El hito de Maiolino fue en la década del 80, los años dorados. En esa época salieron los primeros camiones térmicos rumbo a Salta cargados de fideos. “Recuerdo ese día que salió el primer camión, fue un orgullo para todos”.


El amor entre las líneas de montaje


Muchos se enamoraron entre las filas de las máquinas mezcladoras y secadoras, entre moñitos y estrellitas. Muchos se casaron y mucho festejaron el amor y celebraron la vida en un clima de confraternidad.

Juan recuerda el mítico casamiento de Luis y Marianela, dos compañeros que invitaron a todos a la fiesta. Seguramente haya sido de los casorios más multitudinarios de Roca ya que “fue todo el mundo”, incluidos todos los compañeros de la fábrica.

Se trabajaba todos los días pero los fines de semana se organizaban asados”

Juan Carlos Ponce, ex obrero de Maiolino

Imposible es para él olvidar el rol de su encargado, que pese a tener un problema en el pie trabajaba y les enseñaba con vocación. “Era muy compañero”, aseguró. “Era como una empresa familiar, no había problema de hablar con los dueños”, recordó.

Obreros trabajando en las máquinas de la fábrica de fideos Maiolino. Foto: Archivo Diario Río Negro

Gente de Allen, Cipolletti, Cervantes y hasta desde Neuquén venían a trabajar a la fábrica y el método de transporte elegido por los locales era la bicicleta. Recuerda que en el cambio de turno las puertas de ingreso eran un desfiladero de bicis.


Algo se rompió


Todo era pujanza y crecimiento hasta que llegaron otros tiempos. Luego de una oferta rechazada a Terrabusi, la firma que había querido comprarla, finalmente la empresa fue vendida a otra compañía. Tiempo después fue declarada insolvente. En la década del 90 fue el cierre definitivo, contó Juan.

“Verla desaparecer a esa empresa fue terrible. Mucha gente se quedó a la deriva y no solo por eso, sino por la cantidad de jóvenes que se enamoraron en Maiolino”.

Las empresas de afuera se nos instalaron como parásitos y destruyeron todo”, opinó el ex obrero: “las hicieron desaparecer”, aclaró. Todo eso se perdió, se repitió con angustia durante mucho tiempo hasta hoy.

“Que rápido que se perdió y qué rápido que nos acostumbramos a no ver todo esto”, dijo y pidió a las generaciones de jóvenes que velen por revertir su futuro, tomar del pasado lo mejor que nos dejó.

Cifras

1.000
kilogramos de harina producían en fideos, cada noche unos diez empleados que trabajaban en ese turno.

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