Femicidio de María Marta: “¿Querés que mueva gente del gobierno?»

La defensa intentó despojar al hecho de cualquier sesgo de género. Los testigos evidenciaron las maniobras de ocultamiento.  La hermana de la víctima declaró que el imputado no soportó que “una mujer de un metro cuarenta y ocho” le reclamara su dinero.

“¿Querés que mueva gente del gobierno?, ¿querés que hable con el ministro?, ¿querés que saquemos cosas en televisión?”, preguntaba Rodolfo Fabián Lucini a Cecilia Toledo cuando el cuerpo de María Marta, su hermana, aún no había aparecido. El audio fue reproducido en la primera jornada de audiencia del juicio por jurados en el que se lo acusa de femicidio. Ella, desde Córdoba, grabó la conversación cuando se dio cuenta de que la versión que él le daba sobre la última vez que la había visto variaba día a día.

Ayer el defensor Roberto Berenguer en su alegato de apertura reconoció por primera vez que Lucini la mató. Dijo que el 29 de julio de 2020, a las 13.32, tal como lo registran las cámaras de seguridad del edificio de María Marta, la pasó a buscar en la camioneta que era de su suegro y la llevó hasta Centenario donde él haría unos loteos. Allí discutieron porque ella le reclamaba 1.000 dólares que le había prestado para este negocio. No le había comentado a su amiga, pareja del acusado, de este acuerdo y le advirtió que si no le devolvía el dinero, lo haría. Eso originó, de acuerdo a la defensa, que él tomara el matafuegos del vehículo y la golpeara.

Lucini escribía en un papel, mientras Berenguer hablaba de pie. La estrategia es despojar al hecho de cualquier sesgo o contexto de género para evitar que sea condenado por femicidio, cuya única pena posible es la prisión perpetua. En la selección del jurado la defensa se preocupó por consultarle a las candidatas a integrarlo si concurrían a las marchas por “Ni Una Menos”. Por eso planteó la teoría del homicidio en estado de emoción violenta (ver aparte).

Sin embargo los seis testigos de ayer -tres amigas, su hermana, el guardia del edificio y uno de los policías que participó del hallazgo del cuerpo- evidenciaron que no fue un desborde, sino que hubo planificación y un deliberado ocultamiento. En principio contaron que tras pedir las cámaras de seguridad se enteraron de que había sido él la última persona que la había visto. No sólo eso: regresó el 29, pasadas las 15, al edificio y pidió ingresar al departamento, lo que le fue negado.

En su declaración inicial Lucini aseguró que María Marta iba a pagar una boleta, pero su hermana confirmó que abonaba por homebanking y sus amigas indicaron que en ese momento estaban vigentes las medidas de restricción a la circulación, y ese día no le correspondía salir por su terminación de DNI.

Todas afirmaron que su pareja y él se veían permanentemente con María Marta, en términos pandémicos eran parte de “su burbuja” en Neuquén. “Mi hermana confiaba en ellos, los quería, fue a traición”, señaló Cecilia al jurado. A algunas les llegó a comentar sobre el negocio con Lucini, y ninguna daba crédito porque no era una persona de fiar. La propia defensa se encargó de decir que “siempre tuvo problemas” para cumplir con sus compromisos contractuales y que su pareja le tenía “prohibido” que tuviera relaciones comerciales con sus amigas. Una de ellas declaró que cuando se enteró del hecho manifestó: “investíguenlo a él.”

Cecilia lo miró mientras se escuchaba el audio en la sala y sostuvo que no sabe si él lo hizo por ambición o “porque mi hermana lo apuraba para que le devuelva la plata y sintió que cómo una mujer de un metro cuarenta y ocho le puede exigir que le devuelva su propio dinero”.

Para el fiscal Agustín García el femicidio se sostiene por tres aspectos: la brutalidad con la que cometió el hecho, la confianza que se tenían, al punto tal de considerarse familia, y por eso él se sintió habilitado a disciplinarla y aleccionarla cuando ella reclamó la deuda.

El comisario Juan Carlos Barroso le indicó al jurado que lo único que encontraron junto al cuerpo fue la billetera de María Marta en el que solo había un cheque de 127.000 pesos firmado por Lucini, socio gerente de ECO SUR SRL, en una cuenta de HSBC.

La defensa planteó que Lucini golpeó a María Marta con el matafuegos de la camioneta y la mató en el contexto de una “discusión comercial”. “Hubo un golpe certero”, “un disparate que termina con un resultado gravísimo”, repitió Berenguer. “No estamos ante una fiera irracional, un asesino, un criminal”, describió y pidió que sea declarado culpable de homicidio en estado de emoción violenta, cuya pena es inferior al femicidio.

¿Qué significa esta calificación?, ¿Y que es lo que debe probarse en los términos del Código Penal? Que la persona estuvo sometida a una situación que excedió sus capacidades emocionales, y que lo que hizo, en este caso matar, fue consecuencia directa de ese desborde. Lo más importante es pensar si existe una justificación razonable que sostenga ese accionar, circunstancias que lo hayan motivado.

Para la fiscalía no sólo hubo premeditación, sino que Lucini intentó deshacerse del cuerpo, al que arrojó a un canal de riego que desemboca en el río Neuquén, y le mintió tanto a su familia como a sus amigas cuando se activó la búsqueda por la desaparición de María Marta.


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