Familia Scianca, a 117 años de la fundación de Cipolletti por el general Fernández Oro
A fines del siglo XIX el general Manuel Fernández Oro le compró al Estado nacional 40.000 hectáreas ubicadas en el margen izquierdo del río Neuquén. Un acontecimiento como fue la llegada del Ferrocarril del Sud a la región implicó la posibilidad del crecimiento de la población gracias a la migración interna. Además, los ríos Limay, Neuquén y Río Negro crecían asiduamente, lo que hizo que arribe el ingeniero hidráulico César Cipolletti, a quien se le encargó un estudio sobre los ríos para poder trabajar sobre el control de los caudales y la utilización del agua para el riego, ya que el Canal de los Milicos, que era el principal, había quedado inutilizado por la inundación.
Lo bautizaron en un primer momento Colonia Lucinda en honor a la esposa de Fernández Oro, la sanjuanina Lucinda Larrosa; aunque el nombre actual homenajea al ingeniero Cipolletti, realizador de las obras hidráulicas que permitieron los cultivos en la región y la consiguiente población. Una familia -entre tantas otras- se asentó en el pueblo: los Scianca. Don Bartolomé Scianca, nacido en San Isidro en 1880, fue el primer hijo argentino de un matrimonio de inmigrantes italianos que habían llegado al país escapando de la revuelta “garibaldina”.
Llegó a la región a los 18 años como fabricante de hornallas de los ladrillos que les vendía a los ingleses para la construcción de las vías del ferrocarril. Luego trabajó en la obra que levantó el puente metálico con la estructura transportada por partes desde una metalúrgica de Birmingham. Su estructura roblonada color aluminio se mantiene aún firme.
La casita ferroviaria levantada por los ingleses a fines del siglo XIX, a la par de la construcción del puente, fue el anticipo del arribo del convoy ferroviario a comienzos del siglo XX. Recordemos que en esa época no había conexión entre Neuquén y Río Negro, solo se comunicaban por medio de una balsa; hasta que a principios del siglo se inauguró el puente ferroviario y peatonal, nexo entre ambas provincias. En 1896 se tendieron las vías del ferrocarril desde Bahía Blanca a Neuquén por la Empresa Ferrocarriles del Sud. Cuando se comenzó con el puente ferroviario, junto a este se construyó una casa de dos ambientes que servía de oficina a los ingleses.
En 1903 la casa se convirtió en vivienda para el guardapuente. Junto a la casa se encontraban una casilla de chapa y el molinete de madera donde Bartolomé pasaba la mayor parte de sus horas de trabajo. La construcción era pequeña, cuya fachada prolija y pintoresca -sello de la arquitectura inglesa- se mantiene a pesar del tiempo. La misión del guardapuente era vigilar el tránsito ferroviario y recargar agua para la locomotora a vapor.
En el año 1992 la casita fue declarada patrimonio histórico de la ciudad. Unos años después el edificio corrió peligro de demolición por la construcción del nuevo puente carretero, pero no fue así. Posteriormente el Municipio inició las obras de restauración y reconstrucción del edificio con sus dimensiones originales. Ya en 1998 se le asignó otra función como Centro de Informes y Servicios al Turista. Hoy la usa la Policía zonal. Don Scianca y su esposa Petrona Dolores Domínguez tuvieron 11 hijos. Uno de los hijos, Eduardo Federico Scianca se casó con Hilda Ester Rosa y tuvieron a Margarita, su única hija; 3 nietos y varios bisnietos. Había nacido en 1916 y su niñez la pasó en 4 Esquinas.
Un hermano de don Bartolomé, Pablo, había llegado a Cipolletti el 3 de noviembre de 1903, como consta en un documento elaborado por el Rotary Club en el cincuentenario de la ciudad. Desembarcó en la estación del F. C. S., que en ese entonces se llamaba 1190, que es la misma que primero se llamó 1240, y luego Limay. Estaba ubicada en el N°120 de la hoy calle Fernández Oro. Luego de don Bartolomé continuaron con la tarea los señores Cazzulino y Tomás Altube, entre otros.
Este es un pequeño homenaje a una familia adelantada, entre tantas otras, que poblara la colonia. Son muchos, imposible mencionarlos en este espacio. Pero nombrando a sus pioneros estamos incluyendo a todos. Para ellos, ¡feliz aniversario!
Beatriz Carolina Chávez
Neuquén
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