Excursiones y guías de los años 30

Por Francisco N. Juárez fnjuarez@interlink.com.ar

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Descarriló el vagón postal pero el maquinista no se dio cuenta. Un turista, entre las once familias esquiadoras que llegaban para aprovechar el fin de la temporada invernal, fue el que dio la alarma. El maquinista pudo echar mano a los frenos y el precipitado sacudón evitó la desgracia. Debió llevar la locomotora sola hasta Comallo a buscar elementos y peones. La novedad la divulgó el semanario local recién el jueves 8 de setiembre de 1938 pero había sucedido el domingo 26 de agosto. El tren había desde Constitución pero a causa del accidente arribó a la estación frente al lago con ocho horas de atraso.

Para los turistas fue una aventura más, pero fastidió a unas maestras que los fines de semana usaban la «línea Sur». También demoró a los residentes que volvían a sus pagos como Francisco Capraro y Adolfo Pendón. Este último venía de su viaje samaritano (había hospitalizado a una chiquita barilochense) y de indagación sobre cábalas para los compradores de lotería de su peluquería España. Los más fieles clientes del barbero -ya con crecidas y blondas cabelleras-, aguardaron a ese gigante de las tijeras que relató el suceso como testigo. «El vagón descarrilado –detalló- fue arrastrado quinientos metros. Resultó una desgracia con suerte porque si sucede un kilómetro antes, el tren habría caído en el precipicio del Cañadón de la Viuda».

Nahuel Huapi hotelero

Algunos de los esquiadores arribados tan accidentadamente ese fin de invierno del «38 se hospedaron en el Parque Hotel desde donde Hans Nöbl les organizaba el viaje diario a Catedral. Se instalaron a pesar de que ese hotel se había incendiado en la noche del 19 de diciembre de 1936 y pesaba el recuerdo del matrimonio que murió atrapado por el fuego.

Bariloche tenía 400 camas hoteleras de nivel acogedor entre 7 hoteles (encabezados por el Italia de Andrés Festa, que disponía de 50 habitaciones y 25 baños) y las 2 prolijas pensiones (Lamuniére y Alemana). Se sumaban las 81 camas de otros 5 hospedajes menos jerarquizados entre los que estaban las pensiones Matilde, Edén y Las Margaritas. Otras 300 camas se ofrecían en 10 establecimientos más alejados, incluido el estratégico hotel de Lago Frías, la hostería Santa María de Barbagelata -camino del Correntoso con sólo 4 habitaciones- o el hotel Entre Lagos de Puerto Pañuelo que ostentaba 9 dormitorios. Con esos albergues la región se parecía a un pequeño paraíso turístico aunque ya en la temporada de verano precedente –y gracias al tren-, la capacidad hotelera resultaba exigua. Eso a pesar de que el 8 de enero de ese 1938 el obispo de Viedma Nicolás Essandi había inaugurado con su bendición al empinado y flamante hotel Llao-Llao. Lo acompañaba el gobernador rionegrino ingeniero Adalberto T. Pagano y el ministro de agricultura Miguel Angel Cárcano, orgullosos como todos los presentes porque se habían sumado 100 habitaciones privilegiadas con su baño privado y cobijadas por un edificio con basamento de piedra pero construido totalmente en madera. El diseño pertenecía al arquitecto Alejandro Bustillo, hermano del presidente de Parques Nacionales, Exequiel, el verdadero impulsor de boom edilicio de entonces.

Fuegos y la palangana

El plan de erigir el hotel Llao-Llao, tiene una historia que merece ser contada en oportunidad aparte, aunque puede adelantarse que el proyecto había despertado suspicaces críticas por la adjudicación y también los celos de los hoteleros locales. A tal punto que la suma de rumores lugareños motivó el cambio de correspondencia entre Bustillo y Emilio Frey sobre el tema.

Es cierto que las llamas en muchos casos de la crónica austral resultaron más perversas que las envidias. Los incendios no sólo de bosques (los casuales, los de la desidia, los depredadores y premeditados con fines agrícolas o urbanos) abundaban. Y lo que sucedió con el Parque Hotel, el Llao-Llao también lo padeció. Muy pronto sería devorado por las llamas. Tan dantesco espectáculo sepultó la memoria de la gran cena y baile de gala inaugural de rigurosa etiqueta (a la manera de un Titanic a destiempo y felizmente nada asesino), pero cargada de neblinosos augurios: al día siguiente, en vuelo rumbo a la inauguración del puente de Los Libres, cayó en territorio uruguayo el avión donde se mató el hijo del presidente Justo, quien inauguró luctuosamente el radioteléfono del nuevo hotel con su llamada hasta el apartado lago, para darle la noticia a su ministro Cárcano.

Las excursiones terrestres de la zona se hacían en vehículos como los ofrecidos por el británico Reynaldo Knapp. Varias fotografías de la época eternizaron a El Palangana –un Chevrolet de carrocería modificada que llevaba a los pasajeros al aire libre- que era uno de los de su flota que ponía rumbo a los lagos Gutiérrez y Mascardi, donde el propio Knapp gerenciaba el hotel de 16 habitaciones frente a las aguas color esmeralda. En ese lago Knapp tenía 4 de las 5 lanchas que lo navegaban: Las Pilqui –I y II- , la María Haydeé y la Noemí II. La quinta se llamaba Mascardi y pertenecía a Benito Vereerbrüghen, fundador del tambo de Pampa Linda e hijo del belga y primer médico de la región.

Para entonces estaba vigente la primera guía turística editada antes del verano de 1936/37 por la Dirección de Parques Nacionales, estrictamente turística, y complementada por una segunda parte más bien histórica, costumbrista, y con abundante noticia etnológica de las tribus patagónica.

Primera guía de Parques

La primera guía oficial –que en realidad apareció 6 años después de la privada que editó la Oficina de Turismo privada y de propiedad de Hildebrandt y Meiling- fue realmente ponderable. Tenía pegado en la contratapa un sobre de que se extraía un buen mapa a color plegado que diseñó José Anesi, mas varios otros diseminados en sus informadas 100 páginas en papel ilustración. Muchos mapas más –uno desplegable- daban detalles esenciales de diferentes comarcas cercanas y otros 15 planos carreteros -diseñados por el ACA- describían las variantes de caminos para llegar a la región en automóvil. Los 550 kilómetros de caminos que estaban entonces abiertos en el Parque y sus proximidades, llevaban la numeración correlativa de 1 a 12 (los más extensos eran el camino Nº 4 a los ventisqueros del Tronador y el 9 del Gran Circuito sólo por Traful y combinado con los caminos 5, 7 y 8). La mayoría de las buenas fotografías tenían el crédito de Bourquin y Kohlmann, pero las había tomadas R. R. Franke, M Fernández Seijo y E. Menvielle, entre otros. La que ilustraba sobre el hotel Llao-Llao, aparecía el edificio sólo parcialmente construido, agregaba un dibujo de la cancha de golf e incluía detalles prospectivos, porque en realidad, la guía entró en prensa cuando el hotel estaba a punto de estrenarse.

Quizás la fotografía más curiosa sea la de una mínima escuadrilla de hidroaviones de la armada acuatizados en el lago y el texto que abogaba por emprender los viajes turísticos en avión. Lo había suscripto nada menos que el famoso piloto de los precursores en cielos patagónico Rufino Luro Cambaceres, hijo de don Pedro Luro, el pujante vasco impulsor también de Mar del Plata, pionero infatigable. Allí volcó «la emoción que produce el Nahuel Huapi, en cuyo marco el Tronador eleva su penacho blanco, guardián celoso puesto por la naturaleza como mojón característico de su excepcional belleza».

El segundo tomo de la guía de contenido histórico, costumbrista y étnico, apareció un año después. Trajo ilustraciones de colección y fotos para un buen archivo. Desde la primera casa de Bariloche y el primitivo hotel Perito Moreno, hasta la del enterratorio -y esqueletos aborígenes- descubierto por Carlos Ortiz Basualdo, además de la fotografía de ese chenque con el monolito tomado durante el homenaje inaugural del mismo: se había dicho que aquél desentierro encresparía a los espíritus nativos y nadie lo olvidó el 12 de diciembre de 1935 cuando Ortiz Basualdo sucumbió en el lago en un percance náutico.

Sociales de esta semana

• Los vecinos Godofredo Marchan y Otto Landesberger se fueron a la guerra en esta semana de 1939 (a Inglaterra y Francia, respectivamente).

• El 11 de setiembre 1940 se homenajeó a Sarmiento e inauguró el nuevo local de la Biblioteca Popular en el Centro Cívico. Hablaron Julio Comezaña (presidente), el doctor Marco Smirnoff y Raúl C. Rapp ejecutó en piano la Marcha Húngara de Kewalsky y Granada de Albeniz). «

• La Voz Andina fustigó a Hans Nöbl (lo llamó «parásito» que «apenas sabe expresarse en castellano») y a Parques. Fue en esta semana del año 41 que amplió un brulote del año anterior. El motivo: la cesión de tres hectáreas en pleno cerro Catedral, desmalezadas a costo de los custodias de los bosques y cercada por el beneficiario «que impide de esta forma el acceso a las mejores canchas de Ski para aficionados que existen en la zona». A la vez se resolvía el «desalojo de antiguos y esforzados pobladores de la región». «

• A esta altura del año «41 el Touring Club de Buenos Aires (En Bariloche funcionaba un hotel homónimo de Francisco Sar) apoyó el proyecto del senador José H. Martínez para pavimentar la ruta de Bahía Blanca a Bariloche por tramos hasta 1954 e inversión inicial de 24 millones. «

• En esta semana de 1942 pasó Filiberto Meneses Pedraza (el andarín peruano de cabellos sobre los hombros, bigote, barba perita y vestimenta con correajes militares). Salió el 2 de enero de 1928 hacia Europa donde en 1936 lo tomó la Guerra Civil, de la que tomó parte. De Canadá, bajó por América y volvía a su patria por Chile.


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