Etiquetado frontal: solo el 13% de los argentinos lee y comprende la información de lo que consume
Actualmente en nuestro país consumimos 186 kilos de ultra procesados, que son estos diseños comestibles, con exceso de nutrientes críticos, por habitante, al año.
Por Victoria Rodriguez Rey (@victoriarodriguezrey)
Ignacio Porras es Licenciado en Nutrición (MN 7270), nació en Santa Rosa La Pampa y se trasladó a estudiar a Mar del Plata la Licenciatura en Nutrición. Desde allí trabaja, investiga y promociona la salud para que esté al alcance de toda la población. Es director ejecutivo de Fundación SANAR (Sociedad Argentina de Nutrición y Alimentos Reales), una organización de la sociedad civil libre de conflictos de interés con la industria alimentaria y farmacéutica, que busca promover una alimentación adecuada e incidir en políticas públicas de la salud. Desde ahí también se divulga evidencia científica libre de conflictos de interés y que actualmente tienen agenda de salud, ambiente y género. El Licenciado Porras a su vez es consultor de la Fundación para el Desarrollo de Políticas Sustentable.
¿Cuáles son las razones y las evidencias científicas que hacen necesario tener la Ley de Etiquetado Frontal en nuestro país?
«Tenemos evidencias científicas y tenemos estadísticas también con encuestas nacionales. Por un lado, la importancia radica en que no sabemos lo que comemos. Podemos afirmar esto que no sabemos lo que comemos, porque sólo el 13 por ciento de la población argentina lee y comprende las etiquetas de los productos de góndola. El 26% las lee, pero solamente la mitad de ese porcentaje las lee y las comprende. Entonces ahí podemos preguntarnos ¿cuánta libertad hay en esa elección? Si verdaderamente no estamos entendiendo qué es lo que estamos comprando. El etiquetado frontal no sólo se apoya en eso, sino que también en cómo las enfermedades crónicas no transmisibles han ido copando las causas de muerte y han llegado a ser la primera causa de muerte en este país».
«De acuerdo a la encuesta de factores de riesgo publicada en octubre de 2019, mueren más de 686 personas por día por enfermedades crónicas no transmisibles relacionadas a la alimentación, en Argentina. Entonces calculemos, estos 11 meses que la propuesta de Ley de Etiquetado pasó en diputados cajoneada, estima más de 200.000 muertes en este tiempo. Y si vamos un poco más atrás, según datos de Indec del 2013, fallecían 640 personas, es decir que desde 2013, que es el último dato antes de esta encuesta de factores de riesgo, el impacto ha sido mayor. El consumo de estos productos que tienen exceso en nutrientes críticos, son los que se relacionan con el desarrollo de estas enfermedades que nos matan, como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la diabetes tipo 2. Claramente el consumo de estos alimentos ha ido en aumento, también el impacto, en los cuerpos a través de las enfermedades crónicas no transmisibles».
“Actualmente en la Argentina consumimos 186 kilos de ultra procesados, que son estos diseños comestibles, con exceso de nutrientes críticos, por habitante, al año. Si lo contrastamos con alimentos naturales disponibles como por ejemplo las legumbres, son 700 gramos per cápita al año. Es la disponibilidad, el mismo dato que los ultra procesados. ¿En qué sectores se ve que se consumen más ultra procesados? En la población infantil. En la encuesta nacional de nutrición y salud, se afirma que los niños y niñas consumen un 40% más de bebidas azucaradas, el doble de snacks y triple de pastelería. También se ve una marcada diferencia de consumo de estos productos, de acuerdo al nivel de ingresos. Determinando mayor consumo de estos productos en los hogares de menores ingresos. Es decir, ser pobre en Argentina, te condiciona a comer mayor cantidad de ultra procesados, con exceso de nutrientes críticos, por lo tanto, es mayor la posibilidad de tener enfermedades crónicas no transmisibles».
¿Por qué se sostiene que al no dar el quorum en el Congreso se vulneró el derecho a la alimentación adecuada para toda la población?
“Creemos que al no dar quorum se vulneró el derecho a la alimentación por todos estos datos que te comento anteriormente. Creo que no se puede esperar más, creo que ese martes 5 de octubre era una oportunidad para que el Estado empiece a tomar un rol importante, un rol activo a través de esta política pública para la garantía de los derechos».
“La alimentación adecuada viene dentro de la Ley. La Ley no trata solamente etiquetado, sino que lo que se busca es atender a los grupos vulnerables, con alimentos, no con productos ultra procesados que es lo que sucede hoy. Si vamos a precios cuidados, a súper cerca o a los bolsones que reparte Nación, provincia o los distintos municipios, tienen una participación muy alta, de productos de muy baja calidad nutricional. Si vamos al ejemplo de súper cerca, el 50% de los productos elegidos para ese listado de alimentos a los cuales se les va a proteger el precio, tendrían al menos un sello de exceso. Eso habla de que el abanico de alimentos que se le acerca a la población a través de la asistencia alimentaria o de políticas económicas para fijar precios, para facilitar el acceso a comestibles, es más de este perfil que no tiene que ver con alimentos sino con productos que sean comestibles».
“Si uno quiere una población sana, no tiene que llenar panzas sino nutrir cuerpos. En esa diferencia es donde radica y esta Ley viene un poco a impedirle al Estado que, en sus programas de asistencia alimentaria, pueda elegir alimentos con sellos. Obviamente tendrá que elegir alimentos naturales, alimentos sin sello, alimentos de perfil más saludables. Esta es la forma de evitar, o de frenar, que la condición económica siga siendo un motivo por el cual las personas se enferman».
¿Qué hay detrás de la imposibilidad de avanzar en la Ley? ¿Hay un poder corporativo o simplemente especulaciones políticas?
“Lo que hay es un fuerte lobby de la industria alimentaria. Hay un trabajo muy poderoso que hacen y que hicieron en todos los países. Argentina no es el único caso a nivel mundial, esto se pudo ver en casi todos los países donde se quiso avanzar con políticas de regulación sobre lo que se come, sobre lo que se da de comer a la gente. Hay una serie de estudios, uno muy conocido de Melissa Mialon, que narra sobre las estrategias de interferencia de la industria alimentaria en el desarrollo e implementación de políticas públicas. Y el lobby es el método indirecto de gestión en la política o métodos más directos como sentarse en mesas con decisores, o las puertas giratorias, es decir, encontrar en el Estado, ex presidentes de azucareras, por ejemplo. También la cooptación de medios o de profesionales o el enfrentamiento entre profesionales. Esto va a generar un sesgo por una cuestión de confianza, va a ser que una parte de la población escuche al profesional que es rentado por la industria alimentaria, para decir mensajes favorables a su discurso, sin presentar evidencia científica, hablando desde la opinión, armando una narrativa que va calando».
“Dentro de los lobbies más fuerte, es el de la Cámara de bebidas azucaradas, el de los ingenios azucareras o el de la Cámara láctea. La industria láctea está haciendo un lobby terrible, muy fuerte. Nos ha tocado desmentir, armar un documento en función a las falacias que enviaban por mail a decisores políticos, buscando confundir, sin citar ni siquiera evidencia. ¿Por qué está la industria láctea haciendo tanto lobby? Porque va a ser la industria desenmascarada después de esta Ley. Lo yogures se promocionan como alimentos saludables que incluso se promocionan a niños y niñas y la mayoría son yogures golosinados. Quiere decir que esconden hasta 8 cucharadas por pote de azúcar. Es un montón, sobre todo si sabemos que seis cucharadas de azúcar por día es lo que se recomienda como máximo a un adulto».
De las experiencias en otros países que ya tiene la Ley, ¿se vio afectada la industria alimenticia y producción de azúcar?
“En relación a otros países no se vio modificada la industria alimentaria. Primero, porque lo que hubo fue una redirección del consumo. Es decir, la gente no deja de comprar, porque la gente se sigue alimentando. Lo que hay es un viraje hacia productos que tienen menos cantidades de sellos o no tienen sellos. Ninguna industria, ninguna empresa tiene solo una cartera integrada por productos de baja calidad nutricional. Lo que hay es un viraje, eso lo pudo demostrar científicamente Chile. Las industrias no pierden, porque incluso en la fase de reformulación, que lógicamente se reformulan porque no quieren tener sellos negros, terminan haciendo un marketing más poderoso, diferenciador de las que no se quieren reformular, porque se promocionan como productos sin sello, como productos verdaderamente saludables. Ahí es donde se ve marcada la diferencia. En ese informe de Chile también se afirma que no hay perdidas laborales, por el contrario, las empresas que se quieren reformular, necesitan mayor personal. Así que no hay absolutamente nada que diga que esto sería un problema para la industria, más que la incomodidad de ser puesta bajo la lupa por las cosas que nos están dando de comer”.
“También es importante entender, que estas empresas que se niegan a darnos información en Argentina, ya le están proveyendo esa información a otros países. Conocemos el caso de Havanna, que exporta y los alfajores de acá salen con tres sellos. Arcor también exporta y a cada país que envía, ya sea Chile, Uruguay, Brasil, México o Perú, les cambian el etiquetado porque son países que tienen un etiquetado frontal y Arcor lo adecúa. Incluso en Perú, sacó las frutas de sus paquetes de golosinas porque Perú prohíbe que haya dibujos de fruta, si no tienen fruta natural los productos. Entonces, creo que lo que es inaudito es ¿por qué empresas argentinas no dicen, a los argentinos, algo que sí le cuentan al mundo?”.
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