Etchebarne: “Las ideas de la libertad son la única salida posible a la crisis argentina”

Entrevista con Agustín Etchebarne, economista

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Las últimas elecciones dejaron un sinfín de matices sobre los cuales abordar un análisis. Uno de ellos es el emergente en los dos principales distritos electorales del país, de las fuerzas que se identifican como liberales. El economista Agustín Etchebarne es un histórico representante de ese espacio político, y en diálogo con PULSO analizó el actual escenario político y económico.

PREGUNTA: ¿Cuál es su diagnóstico de la Argentina de hoy?
RESPUESTA:
El país vive una decadencia desde hace 7 u 8 décadas, que se aprecia principalmente en la economía, pero también en todas las otras áreas de la sociedad. Se aprecia a nivel cultural o educativo. En donde podemos comparar con datos, como por ejemplo con los test de PISA, pasamos de ser los primeros en América Latina a ser los penúltimos del continente, siendo que el continente está en el último 10% a nivel mundial. En el ranking de calidad institucional global, caímos 96 puestos, y en el de libertades económicas caímos 150 puestos. Argentina se encuentra entre los países más reprimidos del mundo. La decadencia en términos de libertades es tremenda.

P: ¿Qué opina de la coyuntura?
R: El escenario actual es el de una caída terminal, donde los salarios han caído un 40% en términos reales desde 2013 hasta hoy, esto se traduce en el aumento de la pobreza. Pero a eso hay que agregar que los que estan encima de la línea de pobreza, también la están pasando mal y han tenido que recortar sus gastos a raíz de la caída en el nivel real de ingresos. No es menor, porque ello luego se refleja en el humor social y en el nivel de conflicto permanente que vive el país. La base del problema es un consenso que ya no funciona, y es el de la «justicia social». Dicho consenso implica sacarle a los ricos para repartir entre los pobres, a fin de reducir la pobreza. Eso ya no funciona por la sencilla razón de que los impuestos son tan altos, que cualquier aumento de alícuota significa una caída de la recaudación. La solución habitual es salir del cuello de botella devaluando. Sucede que esa solución equivale a reducir aún más los salarios reales.

P: ¿Quienes participan de ese consenso?
R: Se trata de un acuerdo tácito en el que yo incluyo a los políticos, a los «empresaurios», a los sindicalistas, y a un cuarto poder que por momentos gobierna la calle y que es el que hace negocios con la pobreza, los piqueteros. Esos cuatro grupos representan el statu quo sobre la base de un consenso que ya no funciona.

P: ¿Puede romperse ese consenso en Argentina?
R:
El consenso ya se está rompiendo a raíz del ascenso de las ideas de la libertad. La pregunta es cuánto tiempo tardarán esas ideas en llegar al poder. Y si no llegan al poder, lo que vamos a tener es un conflicto y una crisis crecientes.

Hay un consenso que ya no funciona, y es el de la «justicia social». Dicho consenso implica sacarle a los ricos para repartir entre los pobres, a fin de reducir la pobreza. Eso ya no funciona por la sencilla razón de que los impuestos son tan altos, que cualquier aumento de alícuota significa una caída de la recaudación.

P: Las dos fuerzas políticas más importantes del país no encarnan estas ideas ¿Pueden esas ideas llegar al poder?
R: Lo bueno es que dentro de una de esas dos fuerzas, ya habitan las ideas de la libertad. Lopez Murphi es parte de Juntos por el Cambio. Patricia Bullrich tambien adhiere a las ideas de la libertad. Martin Tetaz posiblemente también. El mismo Macri ha declarado que él es liberal, pese a que su gobierno no fue liberal. Y el rol de Javier Milei y José Luis Espert es muy valioso, porque desde afuera ellos señalan las contradicciones internas que conviven en Juntos por el Cambio. La intuición es que mientras más profunda sea la crisis que genera este consenso, más cerca estamos de que las ideas de la libertad se impongan.

P: ¿No es algo fuerte decir que Argentina es un país «reprimido»?
R: Estamos en un nivel de represión tan grande, que para algunas personas significó el final del país y decidieron emigrar. No hay que olvidar que las libertades son diversas. Las hay políticas, puedo votar lo que yo quiero. También teóricamente hay libertad de prensa, que en realidad no es tal cuando el Estado reprime a los medios independientes, o incluso cuando hay auto represión de los empresarios que no se animan a opinar contra el statu quo. El ejemplo más claro es el impuesto a la riqueza, que siendo totalmente injusto y absolutamente confiscatorio, la mayoría lo pagó y no se reclamó. Hay un profundo temor a la represión que el estado puede ejercer en diferentes ámbitos de la vida social. En Argentina la justicia no brinda seguridad, es un poder que asusta. Es un país donde los ladrones no van presos, y los que son honestos tienen problemas. Un cepo cambiario impide por ejemplo a un chico de La Matanza exportar sus servicios online, y eso destruye libertades.

P: La convertibilidad de los 90 también culminó con alta pobreza y alto desempleo ¿Es la receta adecuada?
R: La convertibilidad es un programa tremendamente exitoso. En apenas un año bajo la inflación a un dígito y después a cero, y se mantuvo en cero durante diez año. Que exista inflación cero significa que la moneda no se devalúa y que los salarios reales no caen. Pero además la convertibilidad fue expansiva, no fue un proceso de ajuste como suele decirse. Lo que hubo fue un ajuste fiscal, no de la economía. No es verdad que cuando se arregla la moneda «se achica la torta». Lo que sucede es que se expande el crédito y bajan las tasas de interés. En el primer gobierno de Menem, la pobreza cayó a la mitad. El periodo culminó efectivamente con tensiones. Pero el primer punto del Consenso de Whashington era equilibrio fiscal. Y la verdad es que no se cumplió con ese punto. Entonces el problema no son las ideas que se aplicaron, el problema es que justamente no se aplicaron.

Dolarizar, desregular, flexibilizar el trabajo y reducir los impuestos, son los cuatro puntos principales de una agenda liberal para la Argentina que viene.

P: ¿En qué consiste la agenda de la libertad para la Argentina de hoy?
R: Una reforma liberal inicia primero con una dolarización, que genera de forma inmediata el colapso de la inflación y de las tasas de interés, y la expansión del crédito, con lo cual el sector privado crece. Segundo hay que desregular. Las que sufren con la regulación son las pymes, no las grandes empresas, y son las pymes las que generan empleo. Tercero es necesaria una flexibilización laboral, para que la expansión del sector privado se traduzca en un aumento de la demanda de empleos. Cuarto, hay que reducir los impuestos, y dado que estamos en el tramo descendente de la curva de Laffer, eso implicaría un aumento de la recaudación. Los cuatro ítems son expansivos. Por supuesto también se impone una reforma del Estado.

P: ¿Esa reforma implica reducir la cantidad de empleados públicos?
R: Si, pero no implica dejar a nadie en la calle. La idea es hacer un Estado eficiente que preste mejores servicios con menos cantidad de gente. De las 750.000 personas que trabajan hoy en el Estado nacional, 250.000 quedarían en disponibilidad. Pero se les seguiría pagando el sueldo por un año, tal como marca la ley actual. Eso con un mercado privado en expansión, con lo cual esas personas pueden buscar trabajo en el mercado privado y tener doble ingreso. Además la dolarización se llevaría a cabo con un congelamiento de los salarios públicos y los subsidios, mientras que los salarios privados subirían. Ello sería un incentivo a migrar al sector privado formal. No hay costo social. El costo social es no hacer las reformas.

PERFIL
Agustín Etchebarne es Licenciado en Economía (UBA) y Máster en Desarrollo Económico (I.S.V.E., Italia).

Es profesor de economía en la Universidad de Belgrano y en la ESEADE.

Es Director Ejecutivo de la Fundación Libertad y Progreso, la más importante usina de pensamiento liberal en Argentina.

Es autor del libro “La clave es la libertad, el camino de la pobreza a la abundancia” (Editorial Grupo Unión).


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