Un libro ideal para los +50: otra manera de pensar y hablar de la edad
Más que recomendado “Generación invisible. Ni jóvenes ni viejos: cómo y cuándo perdimos el liderazgo”, escrito por el filósofo Tomás Balmaceda y la periodista Miriam de Paoli.
“¿Y vos cuántos años tenés?”.
Momento crucial para quien pregunta y para quien tiene que responder.
Los imaginarios y los prejuicios de la humanidad entera se despliegan en ese momento.
Una vez que decimos la edad registramos la reacción que acabamos de provocar.
“Ah, no sos tan grande”.
“Creí que tenías muchos más, sos joven todavía”.
“Che, te conservás rebien. Vamos pum para arriba”.
“Como se nota que tenés buena genética”.
“¿En serio? No parecés que tengas esa edad?”.
Pareciera que todas las personas están habilitadas a hacer comentarios sobre nuestra edad. Una gran mayoría se está cuidando muchísimo al referirse a los cuerpos, costumbres alimenticias, pero sobre la edad, ni un reparo a la hora de abrir la boca.
“Es raro ver a alguien de tu edad en este lugar a esta hora”.
“Que bueno que alguien de tu generación todavía siga aportando algo a la comunidad”.
“Vieja chota”.
“Viejo trolo”.
La manera en qué pensamos y hablamos de la edad, el paso del tiempo y el envejecimiento (vamos a decir las cosas como son, el envejecimiento) es profundamente cultural. “Se trata de una construcción que cala tan hondo sus raíces en la historia que parecía destinada a consolidarse como el único marco posible y que, de tan cercano y familiar, incluso nos parece el natural. En los últimos tiempos este marco conceptual comenzó a mostrar sus fisuras porque la manera en la que estamos viviendo el paso del tiempo están transformándose radicalmente”.
Quienes escribieron esto fueron los autores del libro recién publicado, “Generación invisible” (editorial Galerna) cuya autoría pertenece al filósofo Tomás Balmaceda y la periodista e innovadora social Miriam de Paoli.
Ambos sostienen que hoy estamos viviendo la revolución de la longevidad y que es por ello que surge la necesidad imperiosa de reorganizar y repensar nuestras ideas sobre el envejecimiento.
Tanto Tomás como Miriam fundamentan su planteo de escribir una nueva narrativa sobre los +50 en los conceptos y datos que obtuvieron de Tsunami LATAM, el estudio sobre longevidad más grande del mundo, realizado por un grupo interdisciplinario latinoamericano poco tiempo atrás.
Al igual que el periodista y economista Sebastián Campanario (activista de la revolución +50), los autores de este libro se enfocan en quienes tienen entre 45 y 65 años, los invisibles, una comunidad a la que consideran históricamente silenciada y que vive en la tensión entre dos generaciones de mayor peso específico y poblacional en el planeta. Por un lado, hacia arriba, tienen a los baby boomers y hacia abajo a los millennials.
¿Quiénes son los invisibles más allá de las edades, según ellos?
Son aquellos y aquellas que crecieron entre libros de papel, cuadernos, carpetas, blocs de nota, lapiceras y lápices.
Que pueden hacer una multiplicación o división sin recurrir a la calculadora del celular.
Que compraron alguna vez una estampilla.
Que recuerdan el olor a tinta del diario del domingo.
Que supieron comunicarse por carta, teléfono de línea, beeper, SMS, chat de Blackberry y mensaje de Whatsapp.
Saben qué significa revelar una foto. Durante mucho tiempo la única pileta que frecuentaron la pileta Pelopincho.
Tomaron blue caracao y tragos como Séptimo Regimiento o Destornillador.
Enviaron un fax. Fueron a un videoclub del barrio.
La primera selfie fue recién de adulto.
Recibieron clases de computación en el colegio.
Solo se pusieron protector solar en la playa.
Supo del sida antes de tener la primera relación sexual.
Le impactó la muerte de Lady Di aunque nunca pisó Inglaterra y recuerda qué era el jarrón de Cópola.
No le da miedo hablar por teléfono y prefiere llamar a alguien para resolver rápido alguna cuestión.
“Si algo o todo de esto identifica a alguien les damos la bienvenida. Son parte de la generación invisible”, afirman Balmaceda y De Paoli.
“Nosotros hacemos pie pensando en el edadismo, la manera en que la que nuestras actitudes y comportamientos hacia los demás cambian a partir de la edad que percibimos de la otra persona. Se trata de una forma de discriminación y opresión muy concreta pero rara vez trabajada en profundidad”, comentan los autores.
“Cuando se considera la juventud como un valor absoluto positivo por encima de otros momentos de la vida, se desprenden una serie de conductas que calan hondo en la manera de comprendernos a nosotros mismos, a los demás y que moldea a la sociedad”, agrega.
¿No les ha pasado a uds mantener un buen diálogo con alguien y cuando por algún motivo se dice la edad cambia enseguida toda la situación? Bueno, eso es el edadismo, afirma Balmaceda.
A lo largo del libro primero se analiza qué es una generación, luego se presenta y analiza a los invisibles con un estilo súper llevadero, nada académico ni formal, para enfocarse finalmente con una mirada hacia el futuro. Ahí es donde me parece que este ensayo adquiere la característica de un manifiesto de los +50 quitando el velo del edadismo y desenmascarando el mito de la vejez exitosa. A través del diseño de futuro que se propone ayudan a imaginarnos las oportunidades y desafíos que surgen en esta nueva etapa de la vida. Quienes acepten que la batalla contra el paso del tiempo está perdida de entrada, que la ley de gravedad se termina imponiendo sí o sí, podrá crearse una nueva etapa maravillosa para su vida.
El propósito del libro
Hablé con Balmaceda este miércoles último. Dijo: “el propósito que tuvimos con Miriam a la hora de escribir el libro fue un poco tratar de explorar y de poner en palabras algo que los dos sentíamos. En este momento tengo 42, Miriam 53; lo empezamos a pensar esto hace tres años, ya para ese entonces sentíamos que justamente los que teníamos más de cuarenta no estábamos siendo visibilizados. Es decir, había mucha preocupación, por lo que a veces se llaman adultos mayores, que es un término raro, porque no sabemos bien qué significa adulto y mayor. Y también hay mucha preocupación por los centenials, por los millennials, pero nada de nosotros, la generación X. Y nos parecía que incluso ese término generación X quizás hacía referencia algo muy estadounidense”.
“Y nos gustó la idea de la generación de invisible y nos parece que es una etiqueta potente donde muchas personas se sienten orgullosas de alguna manera de ser invisibles, de entender cuáles son nuestras potencialidades, cuáles son nuestras destrezas, para qué somos buenos. Hemos demostrado a lo largo de los años que tenemos muchas habilidades y queríamos justamente plasmar de una obra que pudiera ser también una especie de manifiesto para esta generación”.
-Hay que ponerse ya a construir una nueva narrativa para los +50, ¿no?
-Sin dudas, estamos en falta con narrativas potentes de la vejez, sobre todo porque la palabra vejez está muy semantizada, muy cargada de significados y en ocasiones eso es difícil.
Nos pone frente a nuevos desafíos. Hay personas que no se sienten identificadas con la idea de sentirse viejos, tampoco con la idea de sentirse jóvenes. Entonces, de alguna manera, lo que queremos hacer es una invitación a crear esta nueva narrativa de la vejez. ¿Qué significa exactamente ser viejos hoy. Qué significa hoy tener 40 años, 50 años, 60 años… La invitación es justamente a crear ese futuro propio. Ese futuro que tiene que ser nuevo y distinto al que conocíamos porque no vamos a envejecer ni como lo hicieron nuestros padres ni como lo hicieron nuestros abuelos.
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