Aluminé: para Agostina Botella «la alfarería es meditación en movimiento»

Crear con barro y arcilla nos hace más que bien a la salud mental. El testimonio en primera persona de esta emprendedora neuquina.

Agostina Botella, en su taller, en Aluminé. Foto: Irene Lara Salgado

Alguien recordaba tiempo atrás que la palabra alfarería proviene del árabe hispánico alfah hár, que significa “barro”. Con el mismo sonido empieza la primera letra del alfabeto griego. Alfa. El principio de todo. El barro y el aliento. Respira el alfarero para insuflárselo a la tierra, respira quien escribe para dárselo a la palabra. Ambos cuentan historias que tienen que ver con lo que hemos sido y lo que somos y lo que vamos a ser. Los relatos nos contienen como las vasijas. Con secreto de entrada y de salida.
«Es tal cual», comenta Agostina Botella, joven alfarera ceramista de Aluminé que desde 2019 se dedica a este arte y artesanía.

Alguna de las creaciones de Agustina Botella.


Acaba de inaugurar su taller Alúmina que quiere transformarlo en un polo cultural, trabajo y encuentro, en una comunidad que valora sus saberes y a sus trabajadores. Alúmina. Espacio de barro y arte.

¿Por qué llamaste Alúmina a este lugar?


– La alúmina es uno de los componentes más importantes de constitución de las arcillas y esmaltes. También hay en la elección un “juego de palabras” con el nombre de nuestro pueblo. Y mi emprendimiento se llama Lemu, que significa bosque en mapuzungún.

El diseño también es emoción y juego


Queda claro al hablar con Agostina que el diseño ahonda para ella en cuestiones como el amor, el juego, las celebraciones, los ritos, los mitos y la espiritualidad. El diseño es eso, pura emoción.
Ya sea que los hagamos o accedamos a ellos tienen algo de magia y energía que nos ayudan a reencantar nuestra vida cotidiana. Y si los hacemos nosotros mismos, ni les cuento.
«Me hace bien la alfarería porque puedo crear lo que imagino, estar en contacto con materiales de la naturaleza y transformarlos me genera satisfacción. Es como un juego, donde me divierto, la naturaleza se expresa y me enseña», comenta la entrevistada.

Las fotos de esta entrevista son de Irene Lara Salgado


¿Qué tiene la cerámica y la alfarería que hace bien a la salud mental de quien la practica?

– La cerámica, por lo que veo y siento, hace que las personas se relajen, estar en contacto con el barro y darle forma es como hacer algún tipo de meditación en movimiento. La mente se aquieta y se concentra en lo único que está creando. También se encuentran con la ansiedad y frustración: el barro de alguna manera ayuda a trabajar esas emociones.
Y cuando ven su obra finalizada sienten satisfacción, alegría. No hay nada más lindo que poder crear y materializar lo que algún día estuvo en la imaginación.

Indispensable: alta tolerancia a la frustración


-Decís siempre que «todo requiere mucho tiempo, mucha paciencia y fuerza»…


– Hacer cerámica requiere de tiempo -para el preparado de pastas, investigaciones, ensayos de arcillas y esmaltes-. También hay que tener mucha paciencia; a veces las pruebas salen mal y hay que modificarlas hasta lograr lo deseado.
Hay que poseer fuerza mental. He perdido producciones enteras porque salieron mal los esmaltes; de ese resultado hay que correr la frustración y tomar el aprendizaje.
Tener fuerza física: a veces tengo que levantar y trasladar bolsas o cajas pesadas. La cosecha y limpieza de arcilla también requieren de la actividad física.
En la construcción de piezas no utilizo sola las manos; todo el cuerpo es el que trabaja. Desde las cervicales hasta las piernas. Por ejemplo: cuando hago el pegado de asas utilizo las piernas como una mesa de trabajo. Cuando se hornea a leña trabaja todo el cuerpo, desde el preparado de la leña hasta que finaliza la horneada.

«Hay días que no mis días para la alfarería, entonces…»


«El barro es mi refugio. Mi cable a tierra», compartiste alguna vez.


– Cuando creo una pieza me concentro únicamente en lo que estoy haciendo, puedo estar largas horas en la producción que no me doy cuenta cuando pasa el tiempo.
Y no siempre salen las piezas, si algún día tengo mucho ruido mental o simplemente “no es mi día” , cuesta concentrarme y crear. Esos días aprovecho a amasar la arcilla, ordenar herramientas, reponer engobes y esmalte. Haciendo esas tareas también me ayuda a calmar la menta y conectar con el presente.

– ¿Cómo definirías tu oficio?

– Es el arte de transformar un pedacito de naturaleza, para siempre. Es hacer expresar la naturaleza para decorar la vida cotidiana.
Defino a mi emprendimiento de cerámica «Lemu» como un sueño hecho realidad. Desde que conocí al barro y a muchos maestras y maestros surgió la necesidad de tener mi taller propio, donde pueda producir e investigar todas las horas que quiera. Y hoy, después de mucho trabajo lo tengo.
En este mismo espacio, que está en pleno centro de Aluminé, también enseño el oficio, y como decía anteriormente, es hermoso compartir saberes y motivar a las personas que hagan y practiquen. Mi propósito: formar un espacio de refugio y arte. Donde trabajamos con materiales de nuestro entorno y motivo a quienes participan a experimentar y crear.
También para fortalecer la raíz y la identidad propia de nuestro lugar.

El Centro de Formación Profesional de Aluminé, una joya


– ¿Qué materiales usás?

– Utilizó arcillas de mi pueblo, recolecto pocas cantidades de varios puntos, las investigo para ver que necesitan para mejorar la pasta y así realizar pequeñas producciones.
Los esmaltes los realizo yo. Con óxidos les doy color. Y actualmente estoy investigando y buscando colores con cenizas volcánicas y vegetales.


¿Dónde estudiaste este oficio?


– Realicé el trayecto formativo de cerámica artesanal en el Centro de Formación Profesional Agropecuario n°4 de Aluminé. Ahí me enseñaron el oficio por completo, desde la investigación de arcillas, esmaltes, engobes, las técnicas de modelado, decorado hasta el horneado. También aprendí a cómo calcular costos y algo muy importante: aplicar la seguridad e higiene en el oficio cerámico.
El CFPA sigue aportando a la formación profesional. Este es el segundo año consecutivo que nos brindan capacitaciones de alta temperatura, gres y porcelana. Para reforzar el oficio y seguir creciendo como artesana.
Esta escuela, que pertenece a la educación pública, brinda valiosas herramientas para poder vivir de lo que nos gusta.

Creaciones en exhibición en La Alúmina, el taller de Agostina.

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El reciente viaje a Salta, toda una lección de vida

– Viajaste hace poco al norte del país.


– El viaje lo realizamos con amigos y colegas, fuimos al encuentro de ceramistas a San Carlos, provincia de Salta. Fue un encuentro hermoso, cálido, se sentía como un encuentro familiar muy grande. La compartencia estaba por donde miraras. Fue mi primer encuentro; estoy segura que otros eventos también son así, donde la alegría, el compañerismo y la hermandad están en el aire.
Fue una bocanada de aire fresco, motivador para seguir este camino. El hacer colectivo es mucho más liviano, más divertido y nutritivo. El compartir y estar abierta a aprender me llena el alma.
Compartimos muchos días de torno con el maestro Pedro Crispo y Gaby Moleres, que conocimos en Aluminé y nos reencontramos en este viaje. Ahí reforcé y aprendí técnicas para aplicar en el torno alfarero. Conocí a muchos ceramistas de pueblos y otros países quienes nos trasmitieron sus originales y particulares formas de trabajar, más sus técnicas.
Me queda en el corazón cada enseñanza de cada maestro que conocí.

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