Sara Itkin, la médica yuyera de Bariloche: «en invierno las plantas nos ofrecen beneficios para aliviar dolores»
Se enamoró de la Patagonia y la eligió para quedarse. Combina el conocimiento académico con la sabiduría popular para revitalizar el poder de la naturaleza.
Sara Itkin, médica formada en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, encontró en la Patagonia su hogar y en las plantas nativas, una razón de vida. Desde hace más de 20 años, esta profesional vive en Bariloche, donde se ha convertido en una referencia en la intersección entre la medicina académica y los saberes ancestrales de los pueblos que, históricamente, habitan nuestra región.
“Me defino como médica ‘yuyera’ porque considero importante mi formación académica, pero también valoro profundamente la experiencia adquirida trabajando en hospitales y centros de salud”, comenta Itkin. Para ella, este término no solo honra a las plantas medicinales, sino también a todas aquellas mujeres que a lo largo de la historia han sido desacreditadas por sus conocimientos intuitivos y su amor por la Tierra.
Sara llegó a la Patagonia en 1994, durante su último año de Residencia de Medicina General, para participar en una experiencia de Atención Primaria de la Salud e Interculturalidad en el sistema de Salud Pública del Neuquén. “Me atraparon los inmensos cielos patagónicos, la gente de la tierra y su sabiduría, y los bellísimos paisajes. Y me quedé para siempre”, recuerda con emoción.
Las plantas ideales para el tramo final del invierno son: Paramela, Jarilla, Tomillo, Radal, Natre, Eucaliptus, Llanten y Menta».
Sara Itkin. Médica.
La importancia de las plantas dentro de los ecosistemas es vital. Se originaron hace ya más de 500 millones de años, a partir de un tipo de alga, y poblaron la tierra para ceder gran cantidad de vida al planeta. Posteriormente, en convivencia con la especie humana, las plantas fueron fundamentales y se utilizaron para sanar el cuerpo físico y espiritual de las comunidades. La observación, el estudio, el seguimiento generaron conocimiento científico y popular que ya es propio del acervo cultural de todos los pueblos del mundo.
“Es la medicina más antigua que existe y cada día más vigente tanto en el uso popular como en el ámbito científico. Las plantas están estudiadas, se sabe su composición química, cómo actúan en nuestro organismo, sus interacciones con medicamentos sintéticos y sus efectos colaterales.
Los planes de estudios de las carreras relacionadas a la salud quedan obsoletos al no contemplar en su currícula a las plantas para la salud. Las plantas representan una medicina económica, segura y comunitaria”, refuerza la médica yuyera sobre el poder de la flora universal.
Las plantas nativas, según Itkin, llevan en sus fibras la historia de vida de cada región y forman parte del acervo cultural de los pueblos que conviven con ellas. A pesar de que en zonas urbanas se ha perdido esa conexión tan necesaria con la naturaleza, Sara destaca que en los últimos años ha habido un resurgimiento en el interés y la valoración de estas especies como bienes bioculturales esenciales para preservar la biodiversidad.
Para ella, las fuentes de vida se encuentran en contacto con la naturaleza. Gran parte de las enfermedades se originan en las modernas maneras de alimentarnos. Dejar de incorporar comestibles para alimentarnos conscientemente es un paso interesante para ganar salud, según la médica.
“Llegamos a un presente donde enfermamos por lo que comemos. Ingerimos agrotóxicos, animales, lácteos y huevos impregnados de antibióticos, hormonas y sustancias no saludables, granos refinados, comestibles llenos de colorantes, saborizantes, conservantes y miles de aditivos que desconocemos. Pocas vitaminas y nutrientes y mucho hidrato de carbono simple, azúcares, sal, carnes y grasas que acidifican nuestro organismo. Hoy los mayores problemas de salud en nuestro país corresponden a enfermedades metabólicas, cardiovasculares y a cáncer, todas relacionadas con una mala alimentación”, especifica la médica.
Los saberes ancestrales tienen un rol central en su trabajo diario. “Las plantas son la medicina más antigua que existe. De ellas se hicieron medicamentos naturales y copias sintéticas. Todo mi respeto tienen los saberes ancestrales, a quienes sumo mis estudios médicos y botánicos”, explica Itkin, quien se dedica a investigar constantemente nuevas plantas y sus propiedades para la salud.
Cuáles son los ‘yuyos’ del invierno:
Durante el invierno patagónico, las plantas nativas continúan ofreciendo sus beneficios. Sara recomienda el uso de la paramela y la jarilla para aliviar dolores reumáticos y contracturas, comunes en épocas de frío y humedad. Además, sugiere el tomillo de campo, el radal y el natre como remedios naturales para combatir gripes y resfríos, a través de infusiones y vahos.
En un contexto donde las enfermedades respiratorias son comunes, Itkin también aconseja el uso del tomillo europeo, el eucalipto, el llantén y la menta, plantas que, aunque no son nativas, traen consigo siglos de conocimiento y tradición.
Esta médica enfatiza la importancia de conocer, respetar y cuidar las plantas nativas, y con mucha razón. A veces parece que como habitantes de estas tierras las desacreditamos y les restamos importancia. “No viviremos en salud si depredamos y contaminamos. Somos naturaleza y nuestro vínculo con ella es indisoluble”, concluye la médica, quien sigue trabajando para que la medicina académica y los saberes populares se encuentren y se enriquezcan mutuamente.
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