Menos ultraprocesados: consejos para quienes padecen Síndrome de intestino irritable
Una gran parte de la población padece estas molestias y alteraciones digestivas que se vinculan a este desconcertante trastorno.
Dolor abdominal, estreñimiento, diarrea, distensión y gases son motivos de consulta médica en el último tiempo. Una gran parte de la población padece estas molestias y alteraciones digestivas que se vinculan a este desconcertante trastorno conocido como Síndrome de intestino irritable (SII). ¿Cómo sobrellevar la enfermedad? ¿Es todo cuestión de alimentación? ¿Qué podemos hacer para aliviarlo?
El Síndrome de intestino irritable es un trastorno funcional del aparato digestivo, en el que el dolor abdominal recurrente se asocia con alteraciones en la defecación o cambios en el hábito evacuatorio. La causa es multifactorial, se ha intentado tratar esta condición con diversas intervenciones que van desde modificaciones de la dieta hasta psicoterapia.
La Licenciada en nutrición Sofía Bardeggia (MPN 11794) está especializada en alimentación basada en plantas y salud digestiva. En relación a las causas y mecanismos de cómo se produce el Síndrome de intestino irritable, la licenciada explica que “es consecuencia de una serie de factores que incluyen constipación o diarrea, hipersensibilidad visceral, interacciones del eje cerebro-intestino, factores psicosociales y alteraciones de la microbiota intestinal”.
¿Cómo podemos tratarlo?
Esta es una condición real que afecta la calidad de vida de las personas. Tiene curso crónico y aparición intermitente. Aunque no hay una “píldora mágica” para tratarlo, existen alternativas para controlar síntomas por períodos largos.
Bardeggia sugiere que para tratar el cuadro debe haber un análisis previo de la persona. Por eso antes de comenzar a realizar cualquier tratamiento o manipular información que circula en internet, lo principal es consultar con un equipo de profesionales de la salud.
“Partiendo de este modelo multifactorial se plantea el tratamiento del Síndrome de intestino irritable en tres niveles: el primero, un enfoque tradicional o periférico que busca solucionar el síntoma principal (dolor, diarrea, constipación). El segundo sería el central, con la utilización de terapias psicológicas y el tercero la modulación de la microbiota intestinal, con alimentación, prebióticos, probióticos y si es necesario, según lo indicado por médico, la toma de antibióticos”, explica la licenciada.
¿Qué importancia tiene la alimentación?
Las elecciones diarias respecto a la comida juegan un rol clave a la hora de tratar el cuadro. Se apunta principalmente a llevar una alimentación baja en ultraprocesados (como bollería industrial, snacks, gaseosas, azúcares simples, paquetes, etc.) y muchas veces, dependiendo el cuadro y la evaluación del paciente, se limita o excluye el gluten y los lácteos de la dieta.
Existe un tipo de alimentación llamada dieta baja en FODMAPS que apunta principalmente a tratar dicho síndrome durante un tiempo estipulado. Los FODMAPS son sustancias presentes en ciertos alimentos que fermentan a nivel intestinal.
“El objetivo de este abordaje es eliminar ciertos alimentos, en una primera instancia, para observar y aliviar síntomas gastrointestinales y empezar a sanar el intestino. Después de a poco ir reintroduciéndolos para reconocer cuáles son dichos alimentos o sustancias que disparan esos síntomas. Los alimentos más vinculados con este fenómeno son los lácteos, alimentos ultraprocesados e industriales y algunos granos. Existen otros, como alcohol, café, grasas y picantes que también pueden ser mal tolerados en pacientes con este mal”, comparte la licenciada.
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